Gimme tha power / Sobre hombros de gigantes  - LJA Aguascalientes
22/11/2024

“Porque no nacimos donde no hay que comer, no hay porque preguntarnos ¿cómo le vamos a hacer?…”, pero la realidad asusta a la ficción.

¿Saben qué son los cuentos chinos? en siglos pasados, los europeos eran atraídos por tierras orientales, y los pocos que podían visitarlas, contaban historias exageradas de lo visto o leyendas que escucharon las convertían en verdades.

El Salvador, disolviendo al único poder creado para proteger a las personas de conductas autoritarias del Estado, esto a través de un decreto justificado en que “el pueblo lo quiere”. Colombia, matando a sus manifestantes, y en nuestro país sin saber ahora a qué gobierno anterior se le “echa la culpa” de la corrupción que ha matado y lesionado a personas, y destruido a familias, por el colapso de una línea del metro en la Ciudad de México. Y agréguenle los discursos vacíos de la elección “más grande”, en despilfarro económico, “de la historia”.

¡Qué vida! Plagada de cuentos chinos, fábulas, mitos y mentiras para mantener tranquila, distraída y controlada a la sociedad, con el fin de que algunos pocos sigan subsistiendo y disfrutando a costa del pisoteo de la mayoría. La ignorancia sigue siendo la fuerza; el control social de la “verdad” a través de la construcción de realidades para dar sólo la información necesaria para que las personas sientan que los dirigentes cumplen con sus obligaciones. Entre menos conocimiento cierto se tenga, entre más realidades distintas se construyen, la ignorancia del pueblo es la mejor herramienta para mantener el poder.

Todos los discursos, las promesas, los mensajes del día con día gritan que los derechos de los seres humanos son el eje de la actuación de las autoridades, pero luego, esos representantes se olvidan de hacer efectivos esos derechos; y como salidos de un cuento de ficción, declaran libremente que esos derechos son un obstáculo para cumplir con sus obligaciones. Claro, los emisores del cuento saben que a ellos nunca les violarán sus derechos, sino que la clientela de esas actuaciones son los grupos marginados de la sociedad, los excluidos, los rebeldes, los que han sido negados constantemente en el respeto y derecho a tener derechos. Todo es culpa del enemigo, y el enemigo es todo aquél que no esté conmigo.

También hay cuentos orwellianos, en los cuales todos los teléfonos celulares deben ser registrados con datos biométricos para saber a nombre de quienes aparecen y en qué lugares se encuentran; todo para nuestra propia seguridad. La era de la videovigilancia y la anatomopolítica disciplinaria foucoultiana, con chip, tarjeta de identidad única con registro de ADN, huella digital, registro facial, de voz y retina, el panóptico de la vigilancia y autovigilancia, salen de los escritos y las pantallas para aterrizar a la realidad.

¿Será por eso que la Reina Isabel II de Inglaterra, cuando visitó al entonces Presidente Felipe Calderón, le regaló un ejemplar de la primera edición del libro 1984 de George Orwell, por ser un ferviente admirador? Tal vez viendo la realidad mexicana de hace años, junto con la actual, podemos responder a esta pregunta, donde se pretende centralizar el poder, eliminar los contrapesos, dividir a la población, y decir que todo se hace a su nombre; aunque la primera vez será casualidad, la segunda coincidencia, y la tercera es acción del enemigo (decía un espía llamado James Bond, curiosamente inglés), por lo que cualquier parecido con el fascismo es mera coincidencia.

Leonardo Sciacia escribió en El caballero y la muerte que cabe sospechar que existe una Constitución no escrita, cuyo primer artículo rezaría: la seguridad del poder se basa en la inseguridad de los ciudadanos. A Franklin se le atribuye haber dicho que ceden o sacrifican su libertad por una seguridad transitoria, no merecen ni la libertad ni la seguridad. La realidad sigue su marcha, y el fraude de etiquetas ayuda a que la gente se sienta tranquila, relajada y alejada de lo que ocurre en verdad, para evitar reclamos y disgustos. Antes los gladiadores se enfrentaban en el coliseo romano; hoy, luchan a dos de tres caídas sin límite de tiempo; y la sociedad prefiere seguir conectada a la fantasía, que vivir la realidad y exigir lo que les es debido. 

Morris West escribió que, si al final de esta vida tengo algún derecho a la piedad, será porque me arriesgué contra la tiranía en todas sus formas, me pronuncié por la libertad del ser humano para poder “ser” en público y estar a salvo de quienes disienten de esa libertad, y que nunca vendí mi pluma a un embustero, ni mi voto por una ventaja personal. Y así, quería empezar esta columna con la frase de “lo que ocurrió en la línea 12 del metro en la Ciudad de México, es la prueba de fuego para que el actual gobierno Federal demuestre que realmente combate la corrupción”, pero eso sí es un cuento chino, y parece que la realidad lo superará.



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