La semana que concluye ha sido todo menos un paseo de domingo por la Alameda para el presidente Andrés Manuel López Obrador. La trepidante embestida durante la quincena anterior contra los institutos autónomos –todavía en pie– como el INE, los supuestos jueces ligados a la oligarquía conservadora del TEPJF, los otros 10 ministros remanentes de la SCJN excepto su presidente, los objetores de conciencia y en defensa de la Ley contra reformas legislativas tramposas e inconstitucionales, y el gran conjunto de intelectuales, líderes de opinión y medios de información como profesionales orgánicos de la sociedad civil etiquetados como neoliberales conservadores, se topó estrepitosa y en seco contra el burladero –que probó ser un sólido muro de contención– ante tan desaforada acometida presidencial.
Ni los consejeros del INE se amedrentaron, ni los otros 9 ministros del TEPJF se doblegaron al chasquido de dedos de su presidente, dictado desde palacio; y todavía sin pronunciamiento de los otros 10 ministros de la SCJN, ni los objetores de conciencia cesaron en su tête à tête contra los reformadores tumultuarios, mayoriteros e incontinentes de Morena, ni el gran conjunto de la intelligentsia mexicana, ni la prensa libre e independiente del país entero cesaron de contra-arremeter tal delirio de incendiadas declaraciones y desbocados pronunciamientos, torcida y falsamente en favor de una “democracia”… populachera, de barrio bravo y de bajos instintos, de testicularidades presuntuosas, de veladas señales violentas e iracundas, cargadas de fatuos históricos. En donde la Ley se ve prevalecer y el miedo diseminado es contenido.
En efecto, el punto clave de las ya conocidas pandemias que sufre el país desde hace ya un año, más los negros presagios del que le antecedió, se cosifica en el miedo de la sociedad ante la incertidumbre provocada por las políticas erráticas, inconclusas, inconexas, incoherentes, desmanteladoras, desintegradoras, desniveladoras del pretendido cambio tetra-transformista, como “nuevo” –más bien regresivo y retardatario– Régimen Administrativo del Gobierno Federal; cuarto en orden al bate, perdón al grado de Forma del Estado Mexicano. De una izquierda tan derechosa y sibilina como la sonrisa de la Mona Lisa.
Afortunadamente, ya nos desprendimos de aquellas arremetidas igualmente populistas, excluyentes y polarizadoras del ahora expresidente norteamericano Donald Trump, sabias y prácticas lecciones contra el miedo. Instancias de las que recupero una científica y sensata indicación siquiátrico-social. La cual tiene origen en una entrevista televisada entre el conductor Carlos Loret de Mola y el reconocido siquiatra mexicano, dr. Mariano Barragán, en que fue abordado el susodicho tema de la ansiedad manifiesto bajo su máscara del miedo.
Al punto, fue muy preciso este médico: – “El enemigo es nuestro miedo”, no es ni la personalidad ni el perfil psicológico de Trump, que sin duda es un psicópata. A quien el dr. Barragán diagnostica de un pronunciado narcisismo y que, según su deducción, por eso se aísla, por eso se encierra, porque cree que todos están contra él, sobre todo los que no piensan como él.
Por ello, aclara que el más insidioso enemigo es “nuestro miedo”. Y nos aporta un medio de control: “nosotros somos invulnerables en base a no tener temor”. Es decir a no permitir que nos neutralice su confrontación agresiva, su talante altivo y de dominio que comunica como un pícaro y cínico lenguaraz. A la exhibición de sus armas del ahora poder presidencial con que se encuentra investido, debemos asumir el poder real que ejercen las instituciones tanto nacionales como las de su propio país. (Nota personal: – Así lo consigné en anterior entrega, Cfr. LJA. No, it is not OK. Sábado 04 de Enero, 2017).
La clave, entonces, para manejar y superar el miedo es asumir “la actitud interna de no temor”. Puesto que, en contrario, “la forma de enfrentarse con miedo, es la forma de autoderrotarse”. Y como cierre, el dr. Barragán evaluó: “Tenemos lo suficiente para hacer frente a muchas cosas que él podría exhibir”. – Debemos valorar “la confianza de lo que somos y lo que tenemos”. En suma, y como conclusión preliminar al ensayo de “perfil personal” de nuestro sujeto de observación. Hoy, avanzo la importancia de responder con asertividad y confianza a este tipo de perfil: de talante altivo y de dominio que comunica como un pícaro y cínico lenguaraz, me refiero aquí y ahora a Andrés Manuel López Obrador.
Notas inherentes a su pulsión espontánea de actuar y de decir, que nos remite a ese otro testimonio acaecido con motivo de la embestida trumpeana instrumentando aquel su deseado y consentido símbolo de escisión con México. El afirmar que impedirá ingresar a “su” país, anteponiendo un gran muro férreo de unas mil millas; y del que a cada invectiva de la parte mexicana, aludía que no tan sólo elevaría otros 3 pies más de altura, sino que hará pagarlo indefectiblemente en su totalidad a los mexicanos.
Este gran petardo de denigrante y peor oratoria, le valió ser contestado por otro ingenioso y pícaro lenguaraz, el expresidente Vicente Fox Quesada, quien no tuvo tapujo alguno para espetarle a la cara: “yo no voy a pagar por su f—-ing Wall”, en puro español mexicano: “su chingado muro”. (Nota mía: LJA.” Esa retórica indeseable”. Sábado 05 de marzo, 2016).
Lo que, referido a nuestro esquema de Negociación e Influencia Positiva, y puesto en el esgrima dialógico entre Trump y Fox, queda en un refrescante push-push, empujar-empujar, invocando argumentalmente el absurdo contra su inconfesable adversario; aunque al final –como sucede cuando se hacen chocar cara a cara dos estilos de empuje, de igual calidad y magnitud-, la cosa suele quedar en un intransitable empate.
Estos símbolos de poder en disputa, nunca antes fueron mejor construidos como un argumento descalificativo, para desautorizar tan falaz ausencia de rigor para raciocinar, y menos aún de aproximación a la belleza estética de “lo eikos”, que en el arte-disciplina de la Retórica significa acercarse a la verosimilitud de los hechos. Sólo para efectos de llevar un score, hoy quedamos más allá que en un mero e intransitable empate: push-push, para obtener una contención efectiva del fiero push/empuje presidencial y adherentes, dándole escape o salida (estilos de influencia de evitar) por la vertiente de la Ley, precisamente para re-enfocar el tema en disputa y que encaramos desechando el miedo; o al menos así lo hicieron por la sociedad civil mexicana, los jueces y partes intervinientes, en el curso de esta tormentosa semana.
Recordemos que la delgada línea roja que logramos no fuera transgredida por el actual bloque en el poder, consiste en la prevalencia e incólumnidad de las instituciones jurídico-legales, sobre su ensayado desfonde, anulación o cooptación. Así se le invoca en el Estado de Derecho.