2021: la democracia mexicana amenazada/ Bravuconadas - LJA Aguascalientes
22/11/2024

El pasado 16 de abril en su cuenta de Twitter, Max Kaiser, presidente de la comisión anticorrupción de la Coparmex nacional, publicó un tweet aseverando que: “Entre 1994 y 2018 se transformó el Estado mexicano, para BIEN: -El Poder Judicial se hizo autónomo; -IFE/INE autónomo; -Banco de M autónomo; -Nacieron COFECE, IFETEL y ASF; -Autonomía real a Estados y Municipios; -Nació el Sistema Nacional Anticorrupción. Consolidemos NUESTRA DEMOCRACIA”. Este resumen de instituciones sustantivas que el Estado Mexicano logró construir durante el también llamado neoliberalismo por el presidente López nos hace pensar acerca de las acciones “transformadoras” de la 4T y sus efectos durante los más de dos años en que ha ejercido el poder en México.

“Sí, pero el PRI robó más” y, además, “…nosotros no somos iguales”, casi en automático podemos escuchar la mecánica respuesta de los seguidores morenistas y sus aliados al señalamiento de Max Kaiser. Sin embargo, la respuesta cuatrotera tiene implicaciones más graves para la vida democrática del país. Esto no se detiene en la mera respuesta o reacción del morenaje, sino en los actores que la pronuncian, y dónde y cómo lo hacen.

Las benditas redes sociales, le dan a Kaiser la posibilidad de leer su opinión, al menos entre los 120 mil seguidores, yo entre ellos. No es depreciable. Sin embargo, AMLO encabeza la respuesta oficialista desde el burdo aparato propagandístico del Estado que conocemos como “Las mañaneras”, sustentando con recursos públicos y a través de los medios entretejidos por la Coordinación de Comunicación Social del Gobierno Federal. Sí, el presidente de la República es el principal vocero y antagonista de la libertad de expresión ciudadana en nuestro país. De ese tamaño.

El cancerbero del desarrollo y desempeño político de la 4T es López Obrador, y él gustaría que todos, de manera disciplinada y voluntaria, acogiésemos sus instrucciones y visiones del país que construyó en su mente y ánimo. Todo ello más allá de las normas y leyes que dan sustento a la convivencia social, económica, ambientalista y política de México. Ellas mismas, la Constitución y las leyes, se deben sujetar a su proyecto, a su plan “transformador”, si no lo hacen, peor para ellas.

Hoy todo esto sucede en medio de un proceso electoral que, por sus alcances y dimensiones, han sido bautizados como los más importantes en la historia reciente del país. Miles de cargos están en juego, al menos 10 partidos políticos nacionales están en medio de la lid; sin embargo, la atención y obsesión de AMLO se centran, en primer lugar, en la ratificación de la mayoría calificada en la Cámara de Diputados, y, en seguida, por la mayoría de las 15 gubernaturas en juego, mismas que, en caso de ganarlas, las pretende convertir en llanas satrapías a la vieja usanza de los persas de hace 3000 años, pero…

El México neoliberal sí, en 1990 creó el IFE y en 2014, dio paso al INE, organización de corte ciudadano, para organizar, conducir y sancionar los procesos electorales nacionales que la Constitución le confiere. Así de claro.

Coincidentemente, el partido del presidente y el INE nacieron a la vida institucional el mismo año. Mientras el instituto electoral ha evolucionado junto con la sociedad mexicana y sus intereses democráticos, Morena surgió como un movimiento político aglutinador, aspiracionalmente democrático, alternativo, que, empero, no logró evolucionar institucionalmente, orgánicamente, y se consolidó, como el instrumento formal de participación político electoral del proyecto lopezobradorista de “regeneración” nacional. Después de un triunfo arrollador en 2018, tras el mérito de hacer una correcta lectura del enojo y malestar ciudadano contra los gobiernos priistas y panistas, y condensar la indignación social hacia su candidato Andrés Manuel y la Cuarta Transformación, el nuevo gobierno, entró pasmado, todo su discurso, elemental por cierto giraba en torno a acabar con la corrupción, pero en su visión, todo era corrupto. Así, empezó a acabar con todo. Con los programas sociales, eran corruptos; el sistema de salud, Seguro Popular, era corrupto; la Policía Federal, era corrupta; el NAICM, era corrupto; los fideicomisos, eran corruptos; y así…

Basó sus decisiones a partir de un enorme proceso de concentración de poder político a través de un uso indiscriminado de las dóciles mayorías parlamentarias, tanto con los diputados como los senadores. Desmantelar las instituciones por parte de la 4T fue sistemático y con el obtuso apoyo de sus mansos grupos legislativos. Pero, fundamentalmente debido a la pandemia de covid-19, que le distrajo todo un año, el tiempo no le dio a Su Majestad de Palacio Nacional, lo alcanzó el 2021. Las intenciones autocráticas lopezobradoristas se tropezaron con la Constitución, sin exagerar, el último reducto de los mexicanos para preservar su libertad democrática.

Desesperado, el presidente López, actúa urgido para retener la mayoría conveniente en la Cámara de Diputados. Ataca de este modo lo que su lógica le dicta atacar: el INE, la Constitución, el Poder Judicial, a los gobiernos estatales opositores, lo que sea necesario, el fin (la Cuarta Transformación) justifica los medios (la ilegalidad, la amenaza léase UID, etcétera).


Los más de 212 mil decesos por la pandemia, ¿a quién le importan?, la crisis económica y de seguridad pública, con los millones de desempleados y las 35 mil muertes violentas, pueden esperar para ser atendidas. El desposicionamiento del otrora liderazgo del país en el concierto internacional y la región, “son meras ideas neoliberales”.

Doblegar al INE e imponer a sus maltrechos e ilegales candidatos a través de su oficina del TEPJF, para que sepan los mexicanos quién manda; pisotear los artículos 97 y 100 de la Constitución para incorporar al Poder Judicial a la órbita imperial de la 4T, y mangonear a la SCJN y al CFJ, es la meta inmediata. Los mexicanos no importan, la ley si no es justa para la 4T, no se debe acatar. López Obrador se seguirá metiendo en política electoral en sus mañaneras, que para eso es el Rey.

La democracia mexicana está hoy más que nunca amenazada.

 

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