APRO/Manuel Michelone
El Premio Turing, equivalente al Nobel de Computación, que otorga la ACM (Association of Computing Machinery), en los Estados Unidos, decidió otorgarle este galardón a Alfred Aho, profesor de ciencias de la computación emérito, quien ha sido premiado por sus contribuciones en el campo de los algoritmos y en el tema de los compiladores, que son los programas que traducen los lenguajes de programación a eventualmente las instrucciones binarias que las máquinas pueden ejecutar.
Aho comparte el premio con uno de sus más antiguos colaboradores, Jeffrey David Ullman, profesor emérito de la Universidad de Stanford. El profesor Aho dijo al respecto de este premio: “Me siento humildemente honrado por este premio tan prestigioso. Estoy encantado que la ACM reconozco la importancia de la abstracción y los algoritmos en la implementación de los lenguajes de programación”.
El Premio Turing consta de 1 millón de dólares, que patrocina la empresa Google, y fue bautizado con ese nombre en honor del “padre de la computación”, Alan M. Turing, el matemático británico que articuló los fundamentos de las matemáticas y los límites de la propia computación.
Aho y Ullman empezaron a trabajar juntos en los Laboratorios Bell en 1967, y sus primeros esfuerzos incluyeron el desarrollar algoritmos eficientes para analizar y traducir los lenguajes de programación. Ambos son los autores de uno de los libros más famosos en la teoría de los compiladores, que tiene una emblemática portada de un dragón y que ha sido la base de muchísimos cursos universitarios.
Para ponerlo en perspectiva: los programas de computadora se escriben en diferentes lenguajes de programación, en donde en muchos casos, estos se tienen que traducir a lenguajes internos, en ceros y unos, que es el único lenguaje que entiende la computadora. Los programas que realizan esta traducción se denominan compiladores y Aho y Ullman son dos de los expertos más renombrados en esta materia.
Aho estuvo en los Laboratorios Bell más de 30 años y en última instancia se convirtió en el vicepresidente del Centro de Investigación de Ciencias de la Computación, el laboratorio donde se inventó Unixc, C y C++, en donde también trabajaron por muchos años Ritchie y Thompson, otros dos ganadores del Premio Turing.
Alfred Aho se recibió de ingeniero físico en 1963 (Universidad de Toronto). Hizo su maestría y doctorado en Ingeniería Eléctrica/Computación, en la Universidad de Princeton, en 1967. Ha recibido toda clase de premios importantes en ciencias y claramente el Premio Turing es probablemente el galardón que le faltaba en “su colección”.
Además del millón de dólares, el Premio Turing tiene una pequeña vasija plateada como reconocimiento, la cual parece no ser nada ostentosa, pero quizás muestra que las contribuciones en la ciencia son al final del día para el beneficio de todos. Y así como a Borges jamás se le concedió el Nobel de Literatura, el que le hayan otorgado finalmente a Aho el Turing, nos habla de que al final de cuentas, hay justicia en este mundo.