APRO/Beatriz Pereyra
“El 25 de octubre de 2020, aproximadamente a las 11:30 horas, José Andrés Vargas Rueda y la ofendida (víctima de violencia familiar) se encontraban en el domicilio antes referido (en la ciudad de Querétaro, donde vivían en pareja), específicamente en su recámara, la cual se encuentra en la segunda planta, lugar donde se encontraban discutiendo…
“El sujeto activo (el agresor) le dijo a la ofendida que ya lo tenía harto y colocó una de sus manos alrededor del pecho de la misma, provocando que ésta cayera al suelo y estando ahí el acusado se sube encima de ella y le da alrededor de cinco cachetadas, la toma por la cintura, la carga y la lleva hacia la ventana sacando la cabeza y parte del pecho de la ofendida por la misma, esto aproximadamente por tres minutos”, se detalla en la sentencia del juez que resolvió el caso.
Por el delito de violencia familiar, José Andrés Vargas Rueda, especialista en lucha grecorromana que busca su pase a los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, fue sentenciado a un año de cárcel –pena conmutada por una multa de 2 mil pesos–, al pago de 100 mil pesos como reparación del daño y también se le impuso un año de tratamiento sicológico.
En un procedimiento abreviado, Vargas Rueda renunció a su derecho a un juicio oral, admitió su responsabilidad y aceptó ser condenado. El 1 de marzo último, el juez Gustavo Ramos Villafuerte dictó sentencia por el delito de violencia familiar en agravio de Wendy, expareja del deportista.
Un año atrás, en marzo de 2020, José Andrés Vargas Rueda ganó para México la plaza olímpica en la categoría de los 77 kilos de lucha estilo grecorromano durante el Preolímpico Continental, que se realizó en Ottawa, Canadá.
Además de la sentencia por violencia intrafamiliar, Andrés Vargas asegura que ahora enfrenta el rechazo del Comité Olímpico Mexicano (COM) y de la Federación Medallistas de Luchas Asociadas (Femela) a su participación en Tokio 2020, pues ambas organizaciones consideran que su comportamiento contraviene los valores del olimpismo y no debe representar a México.
No obstante, ninguno de los dos organismos deportivos le ha informado oficialmente al luchador que no desean que participe en los selectivos nacionales para ponerle su nombre a la plaza olímpica.
Por lo anterior, y para poder participar en el selectivo nacional que tuvo lugar el 7 de marzo reciente en la ciudad de Guadalajara, el deportista promovió un juicio de amparo y comenzó una batalla legal para que le permitieran competir y representar a México.
La posición del presidente del COM, Carlos Padilla Becerra, no está abierta a la negociación: si el luchador gana en la vía judicial su derecho a participar en la justa olímpica, México renunciará a la plaza y nadie competirá en la prueba de los 77 kilogramos en la especialidad de lucha grecorromana.
“Si es necesario renunciar a la plaza para acabar con este problema, lo haremos; entonces, no habría amparo ni ninguna situación legal que él o su abogado podrían alegar para imponer o persuadir al COM”, zanja Carlos Padilla en entrevista con Proceso.
“La participación en los Juegos Olímpicos es por invitación, no por obligación. Quien ha pasado por un episodio de agresión a una mujer no puede ser elegible de ninguna manera, no podemos actuar contra nuestros valores. Es lamentable que un atleta de alto rendimiento se vea envuelto en agresiones a una mujer”, añade.
Vargas se disculpó públicamente por haber golpeado a su expareja, se dijo arrepentido, invitó a las mujeres que son víctimas de violencia familiar a denunciar a sus agresores para que haya justicia y se definió como una persona no violenta que cometió un error que ha pagado con creces, puesto que también perdió una beca de 12 mil pesos que le daba la Secretaría de la Defensa Nacional y fue despojado del Premio Estatal del Deporte, que le entregó el gobierno de Querétaro.
El coordinador de Metodología en Género y Desarrollo, Ricardo Ayllón González, asociación civil que desde 2003 se ha abocado al análisis de la violencia de género y a la construcción de relaciones igualitarias entre hombres y mujeres, pone en duda que Vargas no sea un hombre violento; más bien considera que se encuentra en un periodo de negación en el que, pese a haber recibido una sentencia y pedido perdón, no ha sufrido un cambio profundo cognitivo y conductual del daño que hizo, es decir, no ha hecho un trabajo en conciencia de realmente aceptar la manera en que actuó.
“Lo que motiva a este muchacho es ir a los Juegos Olímpicos y no importa algo más, no alcanza a ver que lo que él necesita es no ir y trabajar en él para que no repita lo que hizo y de verdad sea un ejemplo para otros hombres.
“Si aceptara no ir, habría un reconocimiento, un acto de conciencia y una voluntad y disposición para el cambio. De lo contrario lo que vemos es una simulación.
“No sólo se trata de pedir perdón y ya, porque se les perdona fácilmente y se genera un ciclo de violencia que después es peor. Este muchacho tiene 23 años de aprendizaje de ser hombre en una cultura machista y requiere de al menos un año, por lo que hemos visto, para que entre a un proceso de qué pensamientos hay detrás de su conducta violenta, qué conductas machistas ha aprendido, cómo puede desaprender esto para relacionarse de una manera distinta con las mujeres. No toma un mes ni dos, tampoco se trata de que vaya a una terapia y se acabó, está curado”, explica Ayllón.
En entrevista con este semanario, Wendy pide que ya no se le relacione con Andrés Vargas. Considera que la sentencia que recibió su expareja sí repara el daño físico que sufrió, no así el emocional. “No soy quién para juzgar si el castigo fue o no suficiente”.
–¿Estás de acuerdo en que, tras su comportamiento, Andrés no debe asistir a los Juegos Olímpicos?
–Es algo que no me compete. Él ha luchado y se ha preparado toda su vida para eso y yo no soy quién para emitir un juicio al respecto. De acuerdo con el proceso penal, él ya tuvo una sentencia condenatoria y quedó cerrado el procedimiento. No sé si después pueda repetir una conducta de esa índole. No sé cómo piensa o siente.
Ricardo Ayllón enfatiza que la violencia es una decisión, un aprendizaje social que no es instintivo ni natural, por lo que los hombres violentos no pueden excusarse de ninguna manera cuando agreden a una mujer.
“La violencia es selectiva, los hombres sabemos con quién la ejercemos, con aquellos que consideramos que son menos que nosotros. ¿Qué otras formas existen para responder ante el conflicto? Yo puedo decidir no ejercer una forma de violencia.
“No es que te gradúes en no ser violento, pero hay que dejar de culpar a otras personas por lo que hacemos. Se ponen límites, te vas. Respiras y te alejas y no te subes en la espiral de la violencia”.