El sindicalismo mexicano tiene el enorme reto de modernizarse y adaptarse a las nuevas necesidades de la fuerza laboral en México bajo la amenaza de que, de no renovarse, inevitablemente será rebasado por la nueva realidad y las circunstancias
Los tiempos en los que las afiliaciones sindicales eran obligatorias y con determinadas centrales obreras ya pasaron y un vector muy fuerte que está empujando a la transformación sindical en nuestro país es sin duda las nuevas reglas comerciales del Tratado Comercial entre México Estados Unidos y Canadá (T-Mec).
Los sindicatos mexicanos tenemos ahora la imperiosa necesidad de apresurar el paso para transparentar nuestra actuación. En el caso de la CROM, desde hace muchos años venimos practicando un nuevo sindicalismo en donde el centro y eje de nuestra actuación son los trabajadores y sus familias.
Esta experiencia fue implantada por nuestro líder y fundador del movimiento obrero organizado en Aguascalientes, Jesús Enrique Ramírez Ramírez, cuyo legado fue, entre otras cosas, el luchar verdaderamente en la defensa de los intereses de los trabajadores y sus familias.
Las ventajas competitivas que ofreció México en los 24 años que duró el TLC, entre otras fue la mano de obra barata, lo que propició la instalación de numerosas fábricas de prácticamente todos los ramos de la manufactura, impulsando el empleo y una nueva cultura de trabajo, más tecnificada y orientada a la productividad.
Esa etapa ya se extinguió porque las nuevas reglas del T-Mec establecen una serie de compromisos que México adquirió entre los que destacan, una mayor transparencia y democracia sindical, así como la mejora sustancial de los salarios a los trabajadores del ramo exportador.
Aunque la presión para aumentar salarios por ahora se centra en el sector de las exportaciones y más específicamente, en el ramo automotriz, el mercado laboral mexicano será arrastrado hacia una tendencia en el alza de salarios de prácticamente todas las actividades productivas como consecuencia del T-Mec para que México compita con Estados Unidos y Canadá, no solo por sus salarios sino por otras ventajas que nuestro país puede ofrecer.
Tenemos ahora la gran oportunidad de que México modernice a sus sindicatos y su actividad, para hacerlos más fuertes, más representativos y sobre todo, más empáticos hacia sus representados, dijo.