APRO/J. Jesús Esquivel
A más de un año de que México le hiciera el trabajo sucio a Donald Trump en materia migratoria, bajo amenazas arancelarias, la realidad ahora coloca a Estados Unidos en desventaja, ya que le urge la ayuda del gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
“Necesitamos que la administración del presidente Joe Biden haga un esfuerzo importante de inversión en la zona sur de México, en El Salvador, en Guatemala y sobre todo en Honduras. Sólo así podremos colaborar”. dice a Proceso el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard.
Contrario a lo especulado, cuando en la semana última una misión de funcionarios de la Casa Blanca visitó la Cancillería, no hubo quid pro quo de parte del gobierno de López Obrador para hacerse cargo de la migración centroamericana a cambio de vacunas contra el covid-19.
Biden, quien reemplazó a Trump y modificó las políticas migratorias, de garrotazo por ayuda, develó en conferencia de prensa del jueves 25 que, aunque se lo han pedido, el gobierno mexicano no está aceptando a todos los centroamericanos deportados.
“Estamos en negociaciones con el presidente de México y creo que vamos a ver un cambio en eso; todos los migrantes deben ser regresados, todos. Las únicas personas que no vamos a aceptar que estén sentados al otro lado del río Grande son los niños”, aceptó Biden en ese mensaje realizado en la Casa Blanca.
Ebrard asegura que nada detendrá el peregrinaje de los migrantes mientras no se recupere la economía de las tres naciones centroamericanas, en especial la de Honduras, y que, si Estados Unidos desea la ayuda de México, lo que tiene que hacer es muy sencillo: meterle dinero.
“En este caso, como a ellos (Estados Unidos) les importa mucho este tema, creo que hay posibilidades de lograrlo. A los 4 mil millones de dólares (propuestos por Biden) habrá que combinarlos con otros recursos y eso puede ser el inicio de otra etapa de colaboración”, expone el titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE).
A la delegación estadounidense que el martes 23 acudió a la Cancillería, integrada por Roberta Iacobson, Juan González y Ricardo Zúñiga, el gobierno mexicano les presentó dos propuestas de inversión: The Comprehensive Development Plan (El Plan Integral de Desarrollo) y la otra es de la Agencia Mexicana de Cooperación Internacional para el Desarrollo (Amexcid).
La idea de la SRE es que, ante el riesgo de una crisis humanitaria desatada por la imparable llegada de centroamericanos y, sobre todo, de menores de edad no acompañados, el gobierno de Biden genere, vía la inversión, empleos en el Triángulo Norte de Centroamérica.
“Vamos a ver si lo logramos, ese es nuestro objetivo”, dice Ebrard durante la entrevista telefónica con este semanario y que se dio un par de horas antes de que el presidente estadounidense esclareciera la posición de las negociaciones con México.
De acuerdo con los dos planteamientos que la SRE colocó sobre la mesa a los tres emisarios de Biden –el formulado por la Amexcid y El Plan Integral de Desarrollo– se requerirán 2 mil 600 millones de dólares anuales para crear incentivos laborales en dicha región del continente.
El gobierno mexicano destinaría anualmente unos 200 millones de dólares y Estados Unidos pondría el resto, de acuerdo con la proyección que Ebrard propuso a Jacobson, González y Zúñiga.
La inversión multimillonaria resultaría en un crecimiento del PIB de 1.33% en Honduras, 1.23% en El Salvador y 0.43% en Guatemala, beneficiando directamente a 1 millón 774 mil centroamericanos.
El gobierno de López Obrador considera que el aumento del flujo migratorio fue detonado por la “forma y el enfoque” humanitario que Biden le ha dado al tema y por la falsa impresión que tienen los centroamericanos de que Estados Unidos los regularizará si logran entrar.
“Hay un flujo que no es demasiado grande, pero que quieren compartir con nosotros o entender qué es lo que México piensa al respecto, puesto que este flujo también pasa por México. En síntesis, lo que nosotros le pedimos fue una acción de fondo y de corto plazo”, expone Ebrard.
El secretario de Relaciones Exteriores lamenta que, por la degeneración económica que empeoró la pandemia por covid-19, en Centroamérica la gente no tenga opción para conseguir empleo y mantener a su familia, empujándolos a abandonar sus países y dirigirse hacia el norte.
“Es impresionante la cifra de desempleados… Se requieren transferencias directas a los beneficiarios, llámese Sembrando Vida o Jóvenes Construyendo el Futuro, para que se capaciten, trabajen y se generen opciones para la gente”, insiste el titular de la SRE.
Desmiente “apoyo por vacunas”
La semana pasada, luego de recibir el informe de Jacobson sobre lo discutido en la Ciudad de México con el gobierno mexicano, Biden no titubeó al delinear que la cooperación que exige a México y Centroamérica incluye sellar sus fronteras a la migración irregular.
“No nos hicieron ese planteamiento exacto. ¿Cuál es el tema nuestro?, que no será factible impedir a la gente que se mueva si no invierten. Además, eso contradice su posición, por eso les presentamos ese arsenal de argumentos e información”, dice Ebrard sobre el sello fronterizo.
Con la presencia de más de 10 mil menores de edad de los que, según el propio Biden, 70% son adolescentes de entre 16 y 17 años que eventualmente serán repatriados, la nueva realidad en la frontera sur estadounidense no le da a Washington para condicionar.
“No estamos imponiendo presión, queremos colaboración en el interés compartido de manejar responsablemente el flujo de migrantes. Nadie va a forzar a México a que haga nada”, sostuvo el jueves 25 un funcionario de la Casa Blanca en teleconferencia con reporteros.
Está decidido que el gobierno mexicano no recibirá a todos los centroamericanos que detenga la Patrulla Fronteriza en su intento de ingresar como indocumentados a Estados Unidos, ya que con Biden no hay ni quid pro quo ni amenaza de imposición de aranceles.
De los migrantes centroamericanos que está aceptando el gobierno mexicano y de los que estaban antes porque son peticionarios de asilo y se acuñaron bajo el programa Quédate en México, instrumentado por las amenazas de Trump, Ebrard sostiene que es un asunto sanitario.
En la entrevista antepone que bajo la vigencia del Título 42, que lleva unos ocho meses implementado, no se puede negociar ni discutir desde un punto de vista binacional, ya que es y tiene que ser una decisión interna de seguridad nacional de Estados Unidos.
“Pero –reconsidera el canciller– ni modo que a esa gente no la admitamos nosotros. Se quedarían en el limbo y se agravaría la realidad sanitaria y humanitaria en las dos
fronteras, la nuestra y la de ellos”.
–El gobierno de Biden puede, entonces, deportarlos directamente a sus países de origen –se le comenta al canciller.
–Sí, lo está haciendo; no tengo a la mano los números. A una parte la está repatriando de manera directa y a otra no. Lo que tenemos que lograr es que le metan más dinero para que le llegue directamente a la gente y que separen a la migración económica del otro fenómeno.
Jacobson y sus dos colegas no dieron respuesta al requerimiento del gobierno de López Obrador. Como se trata de dinero, la Casa Blanca tendría que solicitarlo al Congreso federal, como parte del presupuesto de inversión para Centroamérica, por 4 mil millones de dólares que ya pidió Biden.
–¿No hubo la sugerencia de cambiar el apoyo migratorio por vacunas?
–No, porque lo de las vacunas es producto de lo que el presidente le dijo a Biden, que eso, para nosotros, es la prioridad y da cuenta del género cualitativo que realmente tenemos en la relación.
“Ahorita la emergencia que tenemos los dos países es la pandemia; si no cooperamos en nada ahí, de qué estamos hablando. Para qué vamos a cooperar”, responde Ebrard.
Dosis para la frontera
Por encima o por debajo de la problemática migratoria, a Biden y a López Obrador les apremia reabrir la frontera común al intercambio comercial. De acuerdo con Ebrard, justo en esa franja es donde el presidente mexicano desea destinar el préstamo de 2.7 millones de dosis de la vacuna contra el covid-19, de AstraZenaca, que la Casa Blanca anunció recientemente.
“México ha propuesto acelerar la vacunación en toda la región fronteriza, porque el impacto económico ha sido devastador. El que Estados Unidos nos comparta vacunas puede ser muy importante para que rápidamente tengamos la posibilidad de abrir varios estados del norte y regularizar la actividad económica”, detalla.
Por la importancia que tienen para el intercambio de bienes y servicios entre las dos naciones, las ciudades de Tijuana, en Baja California, y Nuevo Laredo, en Tamaulipas, serían las beneficiarias inmediatas.
“Fue una decisión importante –la de Biden– porque no habían compartido vacunas con ningún otro país. Así construyes una relación de cooperación, 2.7 millones de dosis ahorita en el corto plazo”, dice el canciller.
A partir de abril, México comenzará a producir la vacuna de AstraZeneca, la que se utilizaría como la segunda dosis o complemento de las inoculaciones que se hagan con el préstamo del antídoto contra covid-19, cuya entrega se programó para el domingo 28.
“Estamos envasando, para abril México va a tener un número importante de vacunas envasadas en nuestro país, para la segunda dosis de lo que nos van a mandar ahorita. Nuestra necesidad de vacuna no va a ser tan ingente o urgente como fueron esos 2.7 millones”, explica Ebrard.
La SRE no descarta la posibilidad de que eventualmente se adquieran en Estados Unidos otro tipo de vacunas (Pfizer y Moderna) con el propósito de agilizar y fortalecer el Plan Nacional de Vacunación contra covid-19.
El día que Biden sugirió que pediría a sus vecinos del sur el sello de sus fronteras para contener la migración de centroamericanos, designó a la vicepresidenta Kamala Harris como la encargada de negociar esos asuntos con los gobiernos de México y los del Triángulo Norte.
La Cancillería considera lo de Harris como una determinación positiva de la Casa Blanca, tomando en cuenta que su petición de dinero y las acciones que esto también conllevan requieren de la toma de decisiones al más alto nivel del gobierno estadounidense.
Y no es que Ebrard menoscabe lo que puedan lograr con Jacobson, González y Zúñiga, coordinadora de la Frontera Sur, asesor de la Casa Blanca de asuntos del Hemisferio Occidental y encargado del Triángulo Norte en el Departamento de Estado, respectivamente.
“Si vas a hacer una reunión nada más sobre el tema migratorio con las autoridades que están viendo esto, sólo se aborda lo del día a día. El nombramiento de la vicepresidenta quiere decir para nosotros que el presidente Biden tiene muy claro que se requiere un esfuerzo mucho mayor, lo sentimos en la misma línea de lo que pensamos, decisiones
políticas de alto nivel”, agrega.
Proceso solicitó a la Casa Blanca la posición oficial sobre la petición que la SRE le planteó a Jacobson, González y Zúñiga sobre la necesidad de invertir dinero en Centroamérica y en la frontera sur de México.
“Esa determinación la debe tomar el presidente Biden, la está consultando con sus asesores y la tendrá que plantear también el Congreso (estadounidense).
“Se toma con mucho interés lo propuesto por el gobierno mexicano y se dará una respuesta oportuna y adecuada cuando el presidente Biden haya concluido el proceso de consultas”, contestó a este semanario, vía correo electrónico, la oficina de prensa de la Casa Blanca.