El rol del alumno universitario del siglo XXI - LJA Aguascalientes
23/11/2024

“Exígete mucho a ti mismo y espera poco de los demás” Confucio

Mucho se ha escrito y hablado del papel del maestro en el siglo XXI. Nuestros maestros han sido analizados y evaluados permanentemente. Se les pide determinado perfil para estar a la altura y se les muestran largos listados de habilidades que deben dominar para ser eficientes en su desempeño. Los profesores viven un poco desconcertados entre la realidad que les está tocando vivir y lo que los expertos dicen que deben hacer como docentes.

Todos parecen tener una opinión sobre los profesores y la educación actual. No es suficiente que expertos de escritorio escriban artículos al respecto, ya hasta los famosos y habladores profesionales se atreven a opinar sobre cómo deben ser los maestros y la educación actual. En estos casos, lo grave no es que no hayan enseñado o desconozcan el sistema educativo, lo grave es que tal vez ni siquiera asistían a sus propias clases cuando fueron alumnos. Son gente que destroza en 20 minutos el trabajo del profesor, el de la escuela y el de la educación en su conjunto, aprovechando la difusión que pueden tener sus imprudentes palabras en medios y redes sociales. Además de todo, el público compra sus palabras y las repite sin analizar.

El profesor y las instituciones educativas siempre están en la mira, pero son pocos los estudios, artículos o discursos que se dedican a la importancia de que el estudiante del siglo XXI tenga la responsabilidad, el compromiso y la fuerza de voluntad necesarias para estar también a la altura de este siglo. Tal parece que el alumno no tiene que hacer nada, únicamente dejarse consentir y exigir mucho y de paso, echarle la culpa de sus fracasos a las clases aburridas del maestro de turno.

Es entendible que, en el nivel de básica y un poco aún en el de Media Superior, los maestros guíen a sus alumnos, ya que están en una etapa de formación, pero es inconcebible y hasta ridículo que el profesor de universidad desempeñe el mismo papel. No obstante, estamos en la era en la que los jóvenes viven en una eterna adolescencia, por no decir niñez, de la que se resisten a salir y los adultos, en vez de ayudarlos, los mantienen en ese estado de inmadurez, convirtiéndose en los principales cómplices de unas generaciones que no resistirá la presión de un mundo tan duro como el que les espera cuando salgan de la universidad.

Está bien una metodología práctica y atractiva; está bien que el profesor se actualice y utilice las TICs en la enseñanza, porque no sólo le facilitará a los alumnos el aprendizaje, sino que también para él será más sencillo preparar sus clases. Es correcto que el maestro sea más cercano y detecte las emociones de sus alumnos y se adapte a ellos para apoyarlos. Hasta ahí todo parece adecuado, pero lo que no está bien es que al joven no se le haya responsabilizado de sus actos u omisiones, que no se le enseñe a vivir las consecuencias, que crea que el profesor lo tiene que entretener y divertir o es mal profesor, que no le hayan dicho que es su futuro el que se está construyendo y que él y sólo él es el responsable de dicha construcción.

No es el maestro únicamente el que debe modificar su rol, también lo deben hacer los alumnos, los futuros ciudadanos de un mundo lleno de incertidumbre. Nadie parece haberles explicado que hay una élite de jóvenes que sí se están tomando en serio su educación y serán los que salgan adelante y asuman el liderazgo. Nadie les ha contado que, todo lo que estudien o en todo lo que se esfuercen, será para su propio beneficio. Nunca jamás ha habido una generación que tenga tantos recursos a su alcance para aprender y sin embargo, esperan que el maestro, sus padres o la sociedad lo hagan por ellos.

¿Qué está pasando? ¿Estamos desatendiendo a nuestros jóvenes por atenderlos demasiado? ¿Los estamos perjudicando dejando que se solacen con sus emociones, volviéndolos extremadamente frágiles y tratando de que el mundo se adapte a sus necesidades? ¿Realmente estamos formando correctamente a esos ciudadanos del futuro que tendrán que cargar sobre sus hombros una gran responsabilidad?, porque es evidente que habrá muchas cuestiones que arreglar y mejorar y no creo que puedan con el paquete si seguimos tratándolos como niños indefensos.

Son jóvenes creativos y con habilidades maravillosas ¿por qué no los ayudamos a crecer proporcionándoles las circunstancias para que fortalezcan su espíritu, el autodominio, la resiliencia, la tolerancia a la frustración y otros valores que serán los que los ayudarán a triunfar? ¿Por qué insistimos en allanarles el camino y hacerles creer que el mundo se ajustará a su medida? Son ellos los que tendrán que adaptarse. Decía el filósofo japonés del siglo XIX, Kakuzo Okakura: “El arte de la vida radica en un constante reajuste a nuestro entorno”.


El alumno universitario debe tener un papel más activo en su propio aprendizaje y en su formación, tienen todo a su alcance, tecnologías, materiales, padres más comprensivos y maestros más empáticos. No tienen excusa alguna. Vamos a ayudarlos, exigiéndoles un poco más y sacando a flote todo lo bueno que pueden ofrecer. No sigamos experimentando con lo que no está funcionando, aún estamos a tiempo. 

 

@PetraLlamas 

https://www.maestrapetrallamas.com/


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