Ex alumnos de la UNAM - LJA Aguascalientes
16/11/2024

Las crisis  que estamos acostumbrados a vivir y que pegan más fuerte a la sociedad más desprotegida, que es la gran mayoría de la población que vive en grado de pobreza y pobreza extrema, sin alternativas que alivien algún día su status, (y lo digo con sobrado uso de la razón), ponen al descubierto que el Estado mexicano es un mito.

La gran crisis de credibilidad política, entre muchas, la de 1988, con la caída del sistema que dio a la postre la imposición de un gobierno no emanado de la voluntad popular; sin embargo disfrazado de un manejo de las boletas electorales fuera de las urnas; algo similar con las elecciones federales del 2006. Esto no es un fraude a las personas como Cuauhtémoc Cárdenas  y posteriormente Andrés Manuel López Obrador, sino al pueblo, quien es a fin de cuentas el que determina su voluntad en las urnas. Tras de esto, crisis tras crisis que no se han sabido prevenir, por carecer de una estructura sólida que fortalezca al Estado. Sabemos que las crisis son cíclicas, pero hay que tener un blindaje, mejor distribución del ingreso, generación de empleos dignos, mejoras en el sistema de salud integral y, sobre todo, un sistema educativo de vanguardia en todos los niveles, desde el básico hasta el universitario. No podemos aun superar -gobiernos ricos (un puñado de personas) y pueblos pobres (millones de compatriotas)- el peor error histórico: el empresarialismo gubernamental.  

Vivimos aun con el asombro de la crisis económica que inició a fines del año pasado, e inmersos en el tsunami económico con proporciones todavía de largo plazo y que está dejando un ejército de desempleados, subempleados, comercio informal, crecimiento de la delincuencia organizada por la falta de oportunidades, con complicidad del estado, (por lo tanto de inseguridad que es el pan nuestro de cada día, todo esto es nuestra amarga realidad), 8 millones de jóvenes no estudian ni trabajan y son el caldo de cultivo del crimen organizado. Se ve un panorama muy difícil para 2009 y posiblemente más tiempo; por tal motivo, mientras en los pueblos como el nuestro permanezcan males como la ignorancia, la desigualdad, la muerte prevenible, el desempleo, la migración forzada, la violencia, el cambio climático y la fragilidad de las democracias, se debe seguir expresando inconformidad.

El gran problema de salud pública, del virus de la influenza que actualmente estamos viviendo, es un caso de muchos, como la muerte de niños por desnutrición y la muerte prevenible de quienes no tienen los recursos necesarios para aliviarse, pero que no se le da tanto vuelo; es otro panorama del estado el que estamos viviendo. La crisis no es un problema que pueda resolverse por inercia y menos con la aplicación de medidas similares a las que la produjeron. La cobertura incompleta en salud es un reflejo del problema o la pesadilla por la cual estamos atravesando, ya que aspectos como la libertad, la justicia, la democracia y el desarrollo colectivo no se han cumplido del todo; falta muchísimo. La fallida cobertura en servicios de salud es el reflejo de la desigualdad social. Se estima que la tercera parte de la población en México no tiene acceso a la seguridad social y lo vemos en las noticias cotidianas, porque en México se  ésta muriendo la población y le pega duro a un amplio sector. En Estados Unidos o cualquier país europeo no, porque en esos países sí hay cobertura total en seguridad social, tengan o no tengan trabajo, pleno empleo, mejor educación: promedio de licenciatura o bachillerato o técnico, etc., seguro de desempleo, acceso a mínimos de bienestar… ¿y qué pasa en nuestro país? Todo lo contrario.

Quien tiene los recursos económicos, la élite, no se ve afectada en lo más mínimo: buenos hospitales, médicos de cabecera, medicamentos de primera, no de similares, dinero suficiente o en exceso para prevenir, y no sólo eso: si hay alguna contingencia pueden atenderla sin ningún recato y regateo, ¿pero la mayor parte de la población? Ahí dejo la interrogante para una reflexión al respecto.

Es necesario acabar con los excesos de los gobiernos en los tres niveles: el Poder Legislativo: senadores y diputados; El Poder Judicial: magistrados y jueces; el IFE totalmente desgastado, con excesos como los de los magistrados y legisladores, gastos en medios de comunicación millonarios, falta de credibilidad de la sociedad, que cada vez acude menos a las urnas por el desgaste de los partidos políticos y de quienes eligen sean portavoces de los reclamos de la sociedad, que nunca se cumplen. Estos “servidores públicos” viven y piensan como virreyes en su burbuja burguesa, por eso no entienden a quienes le dieron el votos, y no se olvide que, como dijo Morelos, son “siervos de la nación”, que deben servirla y no servirse de ella.  

La sociedad en su conjunto tiene en sus manos las riendas de este país. Renovar un Estado desgastado y obsoleto y crear uno verdadero de credibilidad y acercamiento a la gente, en lugar de estar encerrados en sus oficinas [sic], con excesos de gastos en comidas de “trabajo”, que son realmente sociales, en restaurantes de lujo, no dan la cara a la sociedad y sólo se paran para la foto, y lo vemos recientemente: un presidente que no da la cara al pueblo, escondido en Los Pinos, u otros representantes en sus palacios y curules o representantes populares en las playas y lugares de  recreación, cuando la población vive momentos de angustia y miedo por todos lados. Pero lo peor al despertar de la pesadilla, ¿qué pasará?: crisis económicas, crisis de la salud y peor aun, crisis de credibilidad que se refleja cada periodo electoral en el menor número de votantes, y lo veremos en las próximas elecciones, al tiempo.  


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