El vértigo económico. Arturo Herrera anda más nervioso que Guillermo Ortiz - LJA Aguascalientes
22/11/2024

  • Si sale bien la vacunación, el secretario de Hacienda prevé que en febrero de 2022 comience el “inicio del fin”: la recuperación económica de un país cuyo presidente no quiere usar cubrebocas

 

EMEEQUIS

 

Los huevos de la gallina están puestos en una sola canasta: el éxito de la estrategia –no tan clara– de vacunación contra el Covid-19. Es la apuesta que tiene la Secretaría de Hacienda de Arturo Herrera Gutiérrez para mejorar el panorama económico del país. 

En la medida en que se pueda controlar la pandemia, más pronto se logrará la recuperación de la economía nacional. “El inicio del fin”, como le llaman en Hacienda a ese anhelado momento en que la economía rebote, prevén que inicie cuando la población esté vacunada casi en su totalidad. 

Y es precisamente ese el problema que tiene con los nervios de punta a Herrera, a quien en las altas esferas ya se le comienza a comparar con su homólogo del 94, Guillermo Ortiz, quien, así como él, dirigió la dependencia encargada de las finanzas públicas en medio de una crisis económica sin precedentes. 

De hecho, al joven a quien Carlos Urzúa Macías le dejó caer sin previo aviso la batuta tras su renuncia –con una carta que causó enojos en la 4T– ya se le nota cada vez más su semblante de preocupación desde que asumió el cargo: en su caso la economía mexicana, lejos de mejorar, ha ido en picada. 

Cuando empezó la crisis de Covid, se encontró con que México no disponía de estabilizadores automáticos de seguridad social como en otros países. No había seguros de desempleo, créditos blandos a familias y empresas, otros más para que las empresas no despidieran a sus trabajadores. 

Miles de empresas, sobre todo micro, pequeñas y medianas, quebraron. Trabajadores fueron despedidos sin la liquidación correspondiente y otros millones más vieron reducido su ingreso entre un 30 y un 50% mes tras mes. 


Lo que logró Herrera fue adelantar los pagos de los programas sociales –las personas de la tercera edad recibieron pagos bimestrales de su pensión de bienestar–, reestructurar millones de créditos bancarios, apostar por subastas para estabilizar el mercado cambiario e intercambiar divisas por medio del mecanismo “swap” con la Reserva Federal.

Pese a los esfuerzos, la primera etapa de gran confinamiento entre abril y mayo, que dejó sólo algunas actividades esenciales operando, provocó una contracción de la economía del 18.7% sólo en el segundo trimestre de 2020. 

Luego vino una reapertura económica que trataron de vender como “ordenada”, pero que se tradujo en los índices más altos de contagios y defunciones por SARS-CoV-2. Aguantaron el semáforo rojo hasta que la crisis hospitalaria obligó a un nuevo cierre, mucho más desordenado que el del inicio de la pandemia, mientras presumían acuerdos de vacuna con grandes farmacéuticas. La esperanza tiene nombres: Pfizer, AstraZeneca, Cansino, Covax.

 

El bueno, el malo y el peor

Trece meses es el tiempo que Herrera prevé que el país aguante, el mismo periodo en que se ha difundido tardará el gobierno mexicano en vacunar a la población. La mirada “optimista”, a la que se aferran los funcionarios economistas, es que en febrero de 2022 ese “principio del fin” pueda arrancar.

Pero en medio hay varios obstáculos que sortear. El primero es la infraestructura nacional existente –física y operativa– para, tal cuál, cubrir las necesidades que cada tipo de vacuna tiene. Segundo, la logística de aplicación, que va más allá de elegir quienes van primero y quienes después: hay zonas que geográficamente presentan dificultades para acercarles la vacuna. 

Y tercero, el presidente Andrés Manuel López Obrador a quien, en un año electoral, le urge acelerar la campaña de vacunación y la recuperación con la intención de que esto no le afecte en las urnas, principalmente en el Congreso, pero que al mismo tiempo no termina por cooperar y envía mensajes contradictorios a la población, principalmente con su negativa a usar cubrebocas. Este último punto es el que acrecienta el nerviosismo en el secretario de Hacienda.

Con esa mirada, prevén un “inicio del fin” realista: octubre de 2022. A esta pandemia y, sobre todo, a la recuperación económica del país, le falta bastante. 

Considerando la lectura que se hace del futuro económico de México fuera de la dependencia, donde el realismo es aún más tangible y marcan que sí, que la recuperación para el país que comanda AMLO vendrá en febrero… pero de 2023, apenas un año antes de una nueva contienda electoral que renovará la presidencia. 

Moody’s Investors Service estima que la recuperación general hacia los niveles de producción prepandémicos “será lenta y desigual” por el impacto tan devastador que la pandemia tuvo en el empleo, en la falta de redes gubernamentales de seguridad social y los altos niveles de informalidad económica. Sin olvidar la bajísima capacidad de ahorros y los niveles de ingresos más bajos que tienen los mexicanos. 

El panorama se complica considerando que México es un país que ha apostado por el petróleo como la base fuerte de su economía, en contraste con otras regiones cuya solidez tiene base en las manufacturas. A México le irá peor que a Chile, Perú y Colombia que, estima Moody’s, verán la luz en 2022. 

Mientras tanto, Herrera sufre al frente de Hacienda. Así como Guillermo Ortiz pasó a la historia por el hombre que temió agarrar el timón de un barco a punto de hundirse, ahora él está ahí, en el mismo sitio, con las manos en el mismo timón.

 

@emeequis


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