El pasado jueves 27 de agosto el Comité Directivo de los estudiantes de la licenciatura en Ciencias Políticas y Administración Pública de nuestra Universidad Autónoma, -que encabeza el joven pero muy talentoso universitario Enrique Valles González-, presentó un órgano de expresión, reflexión y análisis de la comunidad académica de dicha licenciatura en la forma de la revista Diápolis, misma que surge originalmente en formato digital para su lectura a través de internet. En el evento, al cual acudió gran parte del alumnado y profesores del área, se contó también con la presencia de las autoridades universitarias en las personas del rector Rafael Urzúa Macías y del propio decano de Ciencias Sociales y Humanidades Daniel Gutiérrez Castorena.
Más allá de las características de la revista, la misma es un importante instrumento del cual podrán hacer uso los estudiantes y de ellos dependerá principalmente la consolidación futura del proyecto. En todo caso, habría de resaltar la idea de la cual surge el proyecto.
¿Para qué una revista que surge del interés de los estudiantes de la licenciatura en ciencias políticas y administración pública?
La respuesta tal como lo señalan los integrantes del Comité Directivo de la Sociedad de Alumnos, se presenta en el objetivo de dicho proyecto, el cual no es otro que “generar, difundir y proyectar el pensamiento de los miembros de nuestra comunidad académica, esperando contribuir además a la formación de una nueva corriente de pensamiento crítico, analítico, objetivo y científico dentro de nuestra casa de estudios”.
Los profesores y las autoridades no podemos sino sumarnos a la idea, ya que son los alumnos quienes han planteado los objetivos, apoyándolos y orientándolos en la medida en que esto sea solicitado.
Tal vez acaso tan sólo habría que recordar el ánimo que hace casi 15 años dio origen a la licenciatura en nuestra Universidad. Parte del mismo se encuentra en el nombre que se le dio a la disciplina. Existen todavía en algunas partes del mundo residuos de resistencias añejas para utilizar el término “ciencia política”. Los británicos, por ejemplo, tal como lo menciona Gerry Stoker -profesor de ciencias políticas del Departamento de Administración Pública de la Universidad de Glasgow (Marsh y Stoker, Teoría y métodos de la ciencia política, 1997) nunca se han sentido cómodos al utilizar el término “ciencia política”, de tal forma que aquella que tal vez sea la más prestigiada institución relacionada con la disciplina en aquella nación, la London School of Economics, se inauguró en 1895 y hasta la fecha mantiene dicha denominación.
Otras instituciones de la misma Gran Bretaña se han ido apartando de esta resistencia y han incorporado a sus denominaciones el uso de términos tales como “gobierno”, “política”, “teoría e instituciones políticas” o “teoría e instituciones democráticas”. Sin embargo, el Reino Unido, por ejemplo, tiene una Asociación de Estudios Políticos y no una Asociación de Ciencia Política.
Tradiciones distintas, entre las cuales se inscribe el caso mexicano, han recuperado desde hace varias décadas la denominación de ciencia política, de forma absolutamente intencionada. El objetivo no es otro que utilizar el término ciencia para designar a las disciplinas organizadas de forma académica. Se retoma entonces la palabra ciencia, procedente del término latino scientia, que significa simplemente un conocimiento adquirido a través del estudio. A la ciencia política nos referimos entonces, en el sentido de que simplemente “…existe una tradición de estudio de la política, una disciplina que se transmite de profesor a alumno a través del discurso y la escritura. La disciplina no copia los métodos de las ciencias naturales porque no serían apropiados, pero sí presenta un conocimiento estructurado y exige que quienes la practican respeten ciertas normas intelectuales a la hora de debatir”.
Sin embargo, por encima de todo, la disciplina de la ciencia política descansa en el principio de que todo conocimiento es público y cuestionable. No hay, no pueden existir verdades ocultas ni infalibles portadores de la verdad. La ciencia política exige a los que la practican que aporten argumentos y datos que puedan convencer a otros, y, en todo caso, que resuelvan los problemas que se nos presentan en sociedades cada vez más complejas.
Con este espíritu nació la disciplina al interior de la Universidad Autónoma de Aguascalientes en 1995, para que por medio de métodos rigurosos de observación de la realidad descubramos el velo que cubre a la misma y logramos la grandeza de nuestro entorno, en el marco de ideales de igualdad, tolerancia, legalidad y justicia.
Vaya pues un reconocimiento a todos quienes inician un espacio de expresión, pero sobre todo de compromiso con el rigor académico. La convocatoria es, en todo caso, para que profesores y alumnos, pero principalmente éstos últimos, alimenten el proyecto inicial y den forma a un escalón más en el engrandecimiento de cada uno de ellos como individuo, en el propio de nuestra carrera, en el de nuestra Universidad, y por supuesto, en el de Aguascalientes y el de México, en el de la comunidad social mundial a la que pertenecemos. El siglo XXI debe cumplir con la aspiración de construir una sociedad del conocimiento. Los universitarios dedicados a la ciencia política son actores que empujan hacia ello.