El lunes pasado tuvo lugar un evento que por sí mismo representa un suceso en la vida pública de Aguascalientes: la Universidad Autónoma de Aguascalientes albergó en su principal foro, el auditorio Dr. Pedro de Alba, un ejercicio de análisis y debate entre las ocho organizaciones con registro legal como partido político nacional.
El hecho es en sí mismo novedoso porque -si estoy en lo correcto- es la primera ocasión en que frente a la principal comunidad universitaria de nuestro estado, los partidos muestran parte del rostro que usualmente entregan maquillado a través de los medios de información. El lunes no fue así. De inicio, la convocatoria había sido hecha para participar en igualdad de circunstancias, no importando la fuerza electoral o económica de los partidos. Desde ese punto de partida, la mayoría de las fuerzas políticas mostraron una carencia inicial: sólo dos de los dirigentes estatales, Noé García Gómez del PRD y José Refugio Reyes del PSD asumieron el compromiso al asistir ellos y nadie más. Habría que sumar a Convergencia, el cual envió a su diputado local, Vicente Pérez Almanza ya que el presidente estatal es también candidato y en tal calidad no podía haber acudido. Miedo a enfrentar a un auditorio que no está condicionado por apoyos sociales como los que reúnen en la mayoría de sus propios eventos; temor a evidenciar las carencias de formación y personalidad y entonces verse expuestos al ridículo; desprecio a todo aquello que está fuera de su control, o simplemente porque consideraron más provechoso ocupar su tiempo en algo distinto a debatir ideas, el hecho es que ni Arturo González Estrada del PAN, Isidoro Armendáriz García del PRI, Antonio Trinidad de Nueva Alianza y quien sea que ocupe la titularidad de representación del PT, tuvieron el valor de enfrentar sus carencias y asumirse como “líderes” de los partidos que formalmente representan.
El evento fue paradójicamente enriquecedor y desalentador al descubrir en forma viva la pobreza en la propuesta legislativa y de gobierno.
El conservadurismo panista optó por enviar a un representante de la más ramplona forma de pensamiento de la derecha local, Humberto Rodríguez Mijangos, quien además, no ocupa algún cargo formal en la estructura de dirigencia. Vamos, nadie de entre los veinte miembros del comité estatal panista fue capaz de hacer frente al debate. Lo peor fue cuando el enviado presentó sus puntos de vista: despreciando a la pluralidad existente en la sociedad actual, llamó “chiquillada radical” a todos excepto al PRI; favoreció con argumentos pueriles la postura antiaborto; intentó defender, como si el auditorio fuera una audiencia pasiva de spot calderonista, los supuestos “logros” del gobierno federal en materia de combate al narcotráfico y la inseguridad. Todo un desastre cada una de sus intervenciones.
En el caso del PRI, más de la acomodaticia forma de discurso usual en tal organización: críticas a los endeudamientos que sus propios diputados le aprueban al corrupto gobernador Reynoso Femat; todo un juego de palabras en los temas “candentes” como salud reproductiva, sociedades de convivencia o legalización de las drogas, buscando siempre ante dichas cuestiones el inexistente centro político, aún cuando en sus documentos básicos se asuman (burlándose de la historia de las ideologías) como una organización socialdemócrata.
Finalmente la izquierda electoral fue quien se mostró más apta para el debate. Los representantes del PRD, Convergencia y el PSD presentaron, no sin algunos tropiezos verbales, las ideas y críticas más cercanas al escenario de desastre que la sociedad vive día a día. Frente a la exasperación que los demás expositores evidenciaban por los murmullos y expresiones de desaprobación que sus afirmaciones causaban, el joven dirigente perredista recordó acertadamente que estaban frente a un auditorio de estudiantes, catedráticos e investigadores que no otorgan aplausos fáciles, sino que sopesan cada palabra que escuchan; frente a la autocomplacencia de la derecha panista y priísta, el diputado convergente recordó la condición mafiosa, de hecho o por omisión, del gobierno federal; frente al rebuscamiento de palabras, el dirigente socialdemócrata ofreció claridad, sencillez y humildad en su propuesta. En suma, una izquierda que se mostró exitosa en el intercambio de ideas. Lastimosamente, una izquierda que se mantiene dividida debido a los intereses facciosos de grupos que principalmente ambicionan recursos o cargos públicos. Una izquierda que gana el debate pero pierde elecciones.
El complemento lo dieron principalmente los estudiantes. En un auditorio formado en su mayoría por alumnos de la licenciatura en ciencias políticas y administración pública, (aunque abundaron batas blancas del centro biomédico), los jóvenes de nuestra universidad dieron ejemplo de atención y tolerancia a la pluralidad, de respeto a diversas formas de pensar y quehacer político, pero también mostraron abiertamente su rechazo a la ramplonería, a la manipulación de la realidad en el discurso, e incluso algunos de ellos -de forma ordenada a la vez que honesta- se manifestaron como parte de aquellos a quienes no convence forma alguna de demagogia, presentando su postura a favor de la anulación del voto.
Los alumnos de nuestra universidad autónoma se dieron cuenta que son ellos necesariamente quienes habrán de tomar la administración del liderazgo futuro ante una clase dirigente cada vez más limitada como la actual. Esperemos que valoren la carga que ello representa, que honren su origen de profesionales egresados de una institución pública, y regresen a la sociedad que pagó sus estudios, una retribución adecuada en forma de gobiernos honestos, responsables y sensibles ante los desprotegidos.
Habría que reconocer también al rector Rafael Urzúa Macías: bajo su dirección nuestra universidad proyecta luz ante las sombras en la vida pública, reforzándose mi Alma Mater, al igual que mi querida UAM, como una casa abierta al tiempo y las ideas.
