La Bienal de dibujo y pintura “Enrique Guzmán” que nació en el año 2003, con la intención de estimular la producción artística local, ofreció en su convocatoria como parte del reconocimiento, la exposición individual de la obra de cada uno de los ganadores en el espacio sede de la misma, el Museo de Arte Contemporáneo. Así sucedió con María Guadalupe Mata, ganadora del segundo lugar de la primera Bienal, así lo hicieron con José Antonio Romero y Anuar Atala, primero y segundo lugar de la segunda Bienal, y ahora lo hacen con Dulce María Rivas y Angélica Sánchez, ganadoras del primero y segundo lugar de la tercera edición.
Este hecho, que por supuesto es un buen aliciente, es también un compromiso de los ganadores, pues se viene convirtiendo en una especie de comprobación de que verazmente son productores serios y no sólo pintores de ocasión que pueden tener un “chiripazo”, ganar, tener sus 15 minutos de fama casera tal como lo profetizó Warhol, y ya, nada más. Ahora el espectador puede visitar las muestras y emitir su propio juicio de la obra de las artistas ganadoras.
Dulce María Rivas, que es una artista ya con una larga presencia en la actividad plástica de la localidad, ganó el primer premio de la pasada emisión con un buen trabajo de dibujo que complementaba con video, fotografía y un objeto tridimensional; ahora esta exposición es una convincente ratificación de su múltiple y amplia visión de los recursos formales y expresivos del arte contemporáneo. La muestra que se fundamenta en la idea del hábitat, como lo indica el título de la misma, ocupa la galería de mayor espacio con una instalación que exalta precisamente eso, el espacio, juega con él, lo recrea, lo restringe, lo amplía, lo insinúa, pero nunca lo anula. Lo complementa con pequeños videos que tienen una relación directa con el todo y sirven además como acentos en el recorrido, en los que el espectador se va integrando a la idea.
Las formas utilizadas para este trabajo están sustentadas en un principio minimalista, sin la intención estricta de ajustarse al estilo, entendiendo muy bien el problema planteado y por consecuencia obteniendo un buen resultado, usa planchas gruesas de unicel cortadas y pegadas, material que le enfrenta a soluciones técnicas que por alguna razón de procedimiento, la llevaron a un terminado que no fue el más adecuado, lo que provocó varias reacciones de opinión encontradas, algunas señalando que debiera ser necesario usar un material más permanente que permitiera un mejor acabado. Desde luego que sí, sería ideal, pero en Aguascalientes con una obra de esas ambiciones no sería posible, pues para ello se requiere que haya una institución, fundación, empresa o persona que disponga de un lugar para su permanencia y que financie el proyecto.
Entendiendo esto y para el caso de tener un espacio expositivo importante, me parece bien que se recurra a un material de carácter efímero que sirve para mostrar las capacidades creativas y compositivas de quien demuestra que su inquieta propuesta con la que ganó el premio, tiene un congruente apoyo a la continuidad.
La exposición la completan otras propuestas de dos espacios “hábitat”, una pequeña construcción de fibra de vidrio que simula una casa de campaña, en la que el día de la inauguración la ocupaba una persona que se movía y contorsionaba en el pequeño y limitado espacio, como probablemente pueda suceder en una realidad tipo Infonavit. La otra son unas imágenes de una construcción en proceso o en abandono, con una especie de camastro y unas escasas pertenencias de un personaje que puede ser un velador o un hipotético indigente, con la presencia real de esos objetos, que enfatizan la intención expresiva de una velada y sutil denuncia.
Por su parte, la exposición de Angélica Sánchez se basa en la pintura sobre soportes de telas de tapicería como las que se habían premiado, con muy buenas intenciones, con un buen planteamiento, con aciertos, con evidentes potencialidades, pero todavía con notorias fallas que hay que subsanar. Su formación hasta donde tengo conocimiento no ha sido constante, motivo probable para que el resultado, aún cuando sea aceptablemente bueno, sea todavía inconsistente.
La figura y el retrato, con una solución compositiva integradora de la forma-fondo es bastante contemporánea, pero la aplicación cromática y anatómica es deficiente, el color es casi elemental, solamente degradado hacia el claro o al oscuro, sin ninguna intención o entendimiento de la matización. Sin embargo, por sobre todo esto tuvo el reconocimiento de la Bienal “Enrique Guzmán”, por consecuencia tiene esta muestra, y como lo menciono renglones atrás, la potencialidad, lo demás, lo siguiente, depende de ella, la posibilidad y la capacidad de superarse la tiene.