Toda institución del estado que maneja directa o indirectamente recursos públicos, sus titulares tienen la obligación de rendir cuentas sobre el destino que se le dan a dichos recursos. Pero rendir las cuentas correspondientes a la instancia marcada por la ley (ejemplo; el presidente municipal al Contralor y al Cabildo) en los actuales tiempos, donde buena parte de la ciudadanía esta hambrienta de información y datos, no es suficiente.
La transparencia de la información gubernamental es indispensable en cualquier democracia, pero incorporar la transparencia a la cotidianeidad de las instituciones implica en muchos de los casos consecuencias no deseadas para el comportamiento organizativo de dicha institución, ya que una entidad esté sujeta al escarnio de la ciudanía es algo difícil de procesar por los seres que dirigen las instituciones y como lo dice Down “las organizaciones gubernamentales son vistas como cotos de poder de una burocracia con intereses políticos, que defenderán su presupuesto y sus ventajas de información con todos los medios a su alcance” es por eso que implementar la transparencia es acabar con una inercia de opacidad que la administración publica de nuestro país a cultivado.
Karl Popper nos dice que “en las democracias el ciudadano tiene el poder para remover pacíficamente a sus gobernantes también es cierto que para que pueda ejercer plenamente ese derecho ha de contar con la información acerca de cómo actúan los distintos gobiernos, cómo se procesan las decisiones colectivas y en qué y cómo se utilizan sus impuestos” por estos motivos es que la transparencia y el acceso a la información constituyen una herramienta básica para el ejercicio pleno de la democracia. En concreto es una condición de la democracia que los gobiernos y las dependencias sean tranparentes para que el pueblo tenga las herramientas para seguir dando la confianza o remover a una autoridad, y un eslabón más y de gran importancia es el que los partidos políticos tienen que ser sujetos activos en lo que refiere a la transparencia.
Las instancias o institutos de transparencia y los partidos como entidades de interés público tienen que establecer reglas precisas del manejo de sus recursos y de la toma de decisiones, si bien no sólo deben estar sujetos al escarnio de sus finanzas por parte de los organismos electorales, el partido tiene que tener la voluntad de transparentar sin la petición previa cierta información generalizada, sobre la toma de decisiones, integración de órganos y documentos de línea política, además de poner a disposición del ciudadano información específica que tenga qué ver con el manejo de los recursos desde la obtención hasta la aplicación. Pero hay información que tiene que ser reservada para no poner en riesgo la naturaleza misma de la institución -que es conquistar elecciones y simpatías en la ciudadanía- como lo pueden ser estrategias, planes, proyectos y todo documento que ponga en riesgo la finalidad de conquistar el apoyo de los ciudadanos.
La transparencia de las instituciones de gobierno y los partidos políticos ha avanzado, pero de lo que hay que poner hincapié es en la difusión de ese “¿Cómo?” del cómo cada ciudadano puede disponer de toda información, incentivar una cultura de la transparencia no es sólo crear reglas para obligar a las instancias, tenemos que pasar a la etapa que la generalidad de los integrantes de la sociedad conozcan los mecanismos para utilizar la herramienta de la transparencia.
Concluyo con dos productos que genera la transparencia para que las personas y su utilidad; el primero es la de escarnio y la vigilancia de las instituciones, con la información se puede tener la capacidad de decidir o debatir a nuestros gobernantes o simplemente al burócrata que nos atiende en las oficinas de gobierno y el segundo, una infinidad de información que es generadora de conocimiento, incentiva la curiosidad intelectual y sin duda eleva el nivel de cultura política y democrática, que se puede aplicar en investigaciones, trabajos y proyectos.