Lo ideal en las campañas electorales sería que fueran una competencia de propuestas, ideas, debates de altura y convencimiento sincero del ciudadano, donde se recorrieran las colonias y se tocaran las puertas para presentar las virtudes y las ofertas que tienen los candidatos y partidos, donde los espacios de las carteleras y espectaculares sirvieran para posicionar la imagen, donde los spots de radio y tv se utilizaran para debatir y presentar la baraja de soluciones a los problemas del país. En esencia, una campaña debería ser un ejercicio de transparencia y honestidad de los candidatos; donde conozcamos su capacidad profesional y su integridad.
Pero la realidad de las campañas en esta elección es totalmente diferente, no se ha cambiado en mucho el estilo de las campañas negras que se han vivido en nuestro país. Se observa como los candidatos y sus equipos utilizan desde las verdades a medias a la mentira llana, pasando por el ataque y la calumnia. Además de que hoy las campañas sucias se modernizan, ya se utiliza la red como su centro de operaciones, las cadenas de e-mail, las redes sociales y los videos en páginas como youtube, es el espacio idóneo para este tipo de campañas, donde se pueden lanzar en medio del anonimato.
Hemos visto como el PAN y el PRI están en un pleito simplón encabezado por sus dirigencias nacionales y tal parece que lo pretenden trasladar a Aguascalientes, se utilizan las tribunas legislativas para atacar al contrincante, cuando deberían estar ocupados en legislar. Pero un escalón más, y que tampoco se debe permitir, es que quieran llevar a esta “arena” a partidos que están en una dinámica de trabajo, que se tiren panfletos en la oscuridad de la noche, atacando e involucrando a los que tiene la costumbre de decir las cosas de frente, además de no dejar pasar actos vandálicos a la propaganda del adversario y se llegue hasta el robo de la misma, todo con el fin de mellar la campaña.
Se tienen que alzar voces que llamen a retomar campañas de altura, voces de dirigentes de partido, pero sobre todo, voces autorizadas de la sociedad civil y de los medios, que pidan y organicen los foros para debatir las propuestas legislativas, y como lo dice Ange-Marie Hancock “Los votantes se quejan de este tipo de ataques, pero lo cierto es que son eficaces y por eso los políticos los usan”. Hay quienes piensan que las campañas sucias limpian, ya que para una acusación, el acusado tiene que aclarar las cosas, yo me inclino por un ejercicio democrático como lo es el debate, donde, en igualdad de condiciones, los candidatos se hablen de frente y se den las aclaraciones o las denuncias que se tengan que presentar.
En concreto, una campaña es un juicio cuyo veredicto final es el 5 de julio, el día del sufragio, donde el ciudadano tenga los elementos de valor para poder decidir si apoya o castiga a un candidato o a un partido. La campaña debería de ser una escuela de cultura cívica y política, donde el elector se prepare para ejercer las herramientas democráticas el resto del tiempo que no hay elección.