o es ninguna novedad que los niveles de competitividad están estrechamente relacionados con el desarrollo de la infraestructura de los países. Esta reflexión obliga a analizar las condiciones en las que nuestro país compite con el resto del mundo a nivel de infraestructura y, por ende en competitividad, y a hacer una evaluación de la calidad en los servicios.
A nadie extraña que México haya venido perdiendo posiciones en competitividad y cada vez estamos más acostumbrados a ser superados por países que han invertido mayores y mejores recursos en áreas fundamentales para el desarrollo. Pero dentro de esta franca realidad, advertimos que en el componente de infraestructura la situación es aún peor que la evaluación general realizada por el Instituto Internacional para el Desarrollo de la Capacidad de Gestión (IMD por sus siglas en inglés).
En este rubro, nuestro país ocupa el deshonroso y preocupante lugar
54 de una lista de 55 países evaluados. Esta revisión toma en cuenta
rubros como caminos y puentes, ferrocarriles, transportación aérea y
marítima, infraestructura hidroeléctrica, telecomunicaciones,
urbanización, infraestructura educativa y de salud, desarrollo y
aplicación de tecnología, desarrollo medio ambiental, entre muchas
otras. Todos estos son sectores precursores del desarrollo económico y
el mejoramiento de los estándares de competitividad, los cuales dan
sustento al desenvolvimiento de una economía sólida y fuerte.
Sin bien es cierto que en los últimos años se han realizado
importantes inversiones mediante el Programa Nacional de
Infraestructura 2007-2012 y el Fondo Nacional de Infraestructura, estos
recursos ni son suficientes, ni se acercan al monto económico que
realmente necesita el país para estar a la vanguardia competitiva.
En el reporte “La infraestructura y la competitividad en México” del
Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública de la cámara de
diputados del Congreso de la Unión, publicado en noviembre de 2008,
indica que el país enfrenta grandes rezagos con relación a los diez
países más desarrollados. Rezagos, por ejemplo, de más del 80 por
ciento se registran en indicadores como la longitud de la red carretera
asfaltada, transporte intra-urbano, infraestructura portuaria, número
de vuelos, longitud de la red ferroviaria, capacidad de carga de la
flota marítima y liquidez de la bolsa de valores.
Diversos analistas coinciden que para aumentar la competitividad
nacional es necesario invertir más recursos en materia de innovación
tecnológica, que permitan fincar las bases para el crecimiento de la
economía. El reporte coincide en que particularmente críticos son la
modernización de los caminos, vías, puertos, transporte aéreo, la
oferta de energía eléctrica y adecuadas telecomunicaciones. El
mejoramiento en las condiciones de cada uno de estos rubros ayuda a
reducir los niveles de pobreza, marginación y desigualdad en la
población.
Nota: Los indicadores internacionales sugieren que un país como el
nuestro debe gastar aproximadamente el 6 por ciento del PIB para
alcanzar los niveles de crecimiento de países desarrollados, pero es
pertinente mencionar que cuarenta y seis de cada cien pesos invertidos
en comunicaciones y transportes los aporta el sector privado. n