Desarrollo Sostenible, Arte Medioambiental y Ambientalismo - LJA Aguascalientes
25/11/2024

El arte medioambiental, en el marco de la compleja crisis social y ecológica y cuyas dimensiones no es posible separar, posibilita el repensar y revisar la relación con la naturaleza y nuestra forma de vida desde una óptica que involucre en sus proyectos el concepto de desarrollo sostenible en los planos social, económico y ambiental, ante las prácticas insostenibles del género humano para habitar el mundo, en particular acelerado a partir de la producción masiva de mercancías, con base en la mecanización de la industria y la agricultura, el desarrollo tecnológico y el uso de combustibles fósiles, que marca la expansión del capitalismo con punto de arranque en la Revolución Industrial y que nos llega a esta época, en la que se expresa la dominación sobre la naturaleza que ha llevado al desequilibrio planetario, soportando este los embates y las agresiones de la cultura dominante de la sociedad de consumo. 

Puede considerarse que parte de la esencia del arte medioambiental va ligada al concepto de desarrollo sostenible, pues ofrece en su horizonte la posibilidad de avizorar mediante sus significados y procesos, propuestas artísticas que caminan en paralelo con aquel, pues ambos aspiran desde distintas formas de ver, la promoción de un futuro que garantice el progreso no solo económico de la humanidad. 

Por consiguiente, no habría menoscabo de los recursos y servicios que ofrece la naturaleza, de manera tal, que tendrían que considerarse las aspiraciones para la eliminación de las profundas desigualdades entre países y sociedades del orbe, entre norte y sur para avanzar hacia la dignificación de la humanidad mediante la justicia, la libertad y la equidad.

En consecuencia, nos ayuda comprender la posible misión del arte medioambiental, a elaborar una lectura de la realidad circundante para tener conciencia de la manera de hacer y entender el entorno, que, del mismo modo, se ofrece como estrategia y metodología que invita a trabajar e investigar sobre nosotros y la naturaleza, a lo largo del tiempo, de los procesos históricos y de los espacios geográficos, por lo que es fundamental se tenga conciencia de nuestra dependencia con el entorno.

Mediante las obras artísticas de este género, se propone entre individuos y grupos humanos, un cambio de ética y la generación de nuevos lazos emocionales ante los problemas recurrentes y sistemáticos propiciados por las actividades antrópicas en nuestra casa común el planeta Tierra, que pide ser cuidado ante las amenazas del uso indiscriminado de sus elementos, que se hacen en nombre del bienestar humano y que en realidad derivan en el consumo superfluo, el usar-tirar, de la sociedad capitalista, que considera una mercancía a la naturaleza la cual es desechada metódicamente, al tiempo que menosprecia a los individuos y conduce al colapso ecológico. Estamos también, ante la aplicación de la ciencia y la tecnología, de manera irracional y no sustentable, usadas como instrumento de control y dominación de la naturaleza y los seres humanos.

A este respecto el arte medioambiental es un vehículo de visibilización de las problemáticas ecológicas, toda vez que potencialmente puede proponer obras artísticas que participan en la construcción de un pensamiento que trascienda lo individual, a lo comunitario, por intermedio de la generación de actitudes empáticas que desarrollen la inteligencia ecológica, la cual se aprecia en la capacidad de vivir en armonía con el entorno a partir de prácticas de vida responsables de manera personal, recobrando valores de solidaridad, el amor por la tierra y el bien común, que reabren el camino hacia una nueva cosmovisión y modelos de vida, de convivencia con el planeta que favorecen la vida en sociedad y que fomentan una conciencia colectiva sobre el medio en que se vive, con la sociedad y la naturaleza y que dejan atrás el consumismo desenfrenado, el individualismo y la explotación del hombre por el hombre.

En este punto se valora la fuerza de comunicación que posee este tipo de obras, pues se estima favorecen intenciones para establecer relaciones equilibradas entre los seres humanos y la naturaleza, en cuya finalidad subyace un encuentro con la vida, que conjuga arte, naturaleza y conciencia ecológica; aquí el arte asumido como vehículo para la reflexión y como un elemento potencial de cambio social que promueve de manera creativa, el abordaje de escenarios y situaciones que invitan a la restauración, la recuperación y protección de los entornos que así lo reclaman y que les dignifican como lugares para la convivencia, la comunicación, la creatividad, la libertad y la democracia. 

Ello posibilita develar mediante el arte realidades, intervenir espacios y entornos vinculados a cuestiones y problemáticas socioambientales, pues facilitan el visibilizarlos, exponerlos o denunciarlos, ante los riesgos de degradación y las consecuencias de la pérdida de la capacidad para sostener la vida y que afectan a los conglomerados humanos; por esto el arte crece y adquiere otras dimensiones que comunican de forma simbólica renovados canales de conexión con el mundo natural comprendiendo que existe una interdependencia que desde la conciencia ecológica y la creatividad nos facultará a trascender como sociedad e individuos en armonía con la biósfera.

Productores artísticos han abandonado prácticas de dominio y jerarquización sobre la naturaleza, para establecer un involucramiento socioambiental que favorece el despertar y la toma de conciencia entre la población, alentando mediante la obra, la generación de un cambio de actitudes y el desarrollo de la empatía ante la visible crisis ecológica que alcanza ya a nuestro entorno inmediato, por lo que el arte puede ser un agente o bien una herramienta que contribuya a la transformación de la conciencia de la población, pues se torna vital como estrategia ante este tipo de problemáticas que hoy en día, en ascenso, modifican sin parangón los contextos, los paisajes y la naturaleza toda, de ahí que el incidir en la transformación del imaginario colectivo, en sus formas de ser y hacer culturales de las comunidades, es un paso necesario para actuar desde lo local conscientemente pues la humanidad en conjunto comparte un destino común. En la misma dirección se esperaría lo propio de las políticas públicas.


Así la práctica y la producción artística, adquieren forma y función que se convierte en esencial y como dispositivo que contribuye a la transformación positiva del entorno en que los grupos humanos viven, siendo testimonio del momento histórico, en el que es posible leer las formas de organización social, de la ciencia, la tecnología y de su cosmovisión, creando canales de comunicación y representación que se integran al tejido social al ser compartido entre la sociedad, “…como definición de su entorno, como expresión de valores o deseos colectivos y como organizador de muchos aspectos de la vida social”, conceptos que compartía la artista mexicana Helen Escobedo. 

Se recurre a los temas medioambientales para incentivar escenarios de debate (con mayor visibilidad) desde la década de los años 60, por ser un territorio en el que es factible la expresión de diversos movimientos ecológicos y sociales que propugnan por la compatibilidad entre el desarrollo y la conservación del planeta, como por ejemplo, la contracultura o el ecofeminismo, entre otros más, abrigados en la nomenclatura del movimiento ecologista por la defensa de la naturaleza y la humanidad ante los desengaños de la modernidad, por lo que no solo denuncian, en opinión de Jeffrey Kastner “…el expolio organizado del medio ambiente, sino también una respuesta angustiosa a la globalización de las tecnologías electrónicas y culturales. Guerras a gran escala, amenazas nucleares, explosión de la población, economías represivas y ríos contaminados; todo ello indicaba que las promesas utópicas de progreso habían fracasado”. 

Como resultado, determinados artistas irán gestando un movimiento a fin al activismo social y político, el cual propone participar del cambio de comportamientos con base a la interpretación y la comprensión de los hechos globales ante los escenarios de degradación de los entornos naturales y urbanos, propiciados por la destrucción al medio ambiente que el modelo de desarrollo capitalista provoca, como concentrador de la riqueza que propicia profundas desigualdades entre la población de los países del Tercer Mundo, que deja su ruinosa huella de destrucción que se manifiesta en la contaminación de lagos, mares, la deforestación, la especulación de la tierra, los efectos catastróficos del cambio climático, la pobreza y las enfermedades; o bien, en síntesis, la pérdida de la biodiversidad y la ruina de los ecosistemas.

Nos encontramos ante el nacimiento de una práctica artística que impulsará la percepción sobre la gravedad de la crisis ambiental planetaria, para lo que proyectará y acentuará la función del arte en la naturaleza y en la ciudad, llevando en su seno la propuesta de un modelo de vida en armonía con el medio natural y los seres humanos, un arte indisoluble a los procesos naturales y sociales. 

Igualmente esta manifestación artística, alentará desde los contenidos que proponen las obras, la conservación, el cuidado y el mejoramiento de los entornos y se apoyará como se ha mencionado, en el desarrollo sostenible como concepto para externarlo, al tiempo que el movimiento ecologista mundial, izará la bandera conceptual con base en la satisfacción de las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las posibilidades de las futuras para atender sus propias necesidades, de conformidad con el añoso Informe Brundtland, de 1987, Nuestro Futuro Común, refrendado en La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, ODS, 2015, de Naciones Unidas.

Por consiguiente, los movimientos ecologistas actuales son una respuesta al capitalismo global, plantean la movilización civil ante la incompetencia, la corrupción y la omisión del sistema, para clamar por la solución a los problemas ambientales pugnando por la conservación y la regeneración de los recursos naturales, no siendo solo un privilegio de los movimientos que tienen por esencia el “culto a lo silvestre”, surgidos de las sociedades desarrolladas que han satisfecho sus necesidades materiales gracias al expolio. 

Visión que según Nicholas Matthew es la dominante de un tipo de ecologismo que no plantea un cambio de paradigma, de dirección civilizatoria, pero si los traslada a los grupos de las sociedades más empobrecidas a quienes se les considera los responsables de la destrucción ambiental (debido a su pobreza e ignorancia), continúa el investigador, lo que ha dado lugar recientemente al surgimiento de una gran profusión de vertientes, entre ellos, el ecologismo de los pobres, el ecologismo popular, el movimiento de justicia ambiental, la ecología del sustento y supervivencia humana y la ecología de la liberación. Movimientos comprometidos cuyos militantes en su lucha, han sido asesinados por centenares.

No obstante, y de igual importancia, son los movimientos ecologistas globales. Estos son frentes de acción que mediante campañas proponen la preservación de la biodiversidad, la protección de la vida silvestre, defensa de bosques y océanos, la prohibición de la industria transgénica, la agricultura sostenible, la reducción de la contaminación ambiental por diversas causas, el cambio climático, poner fin al uso de la energía nuclear, así como el fomento de la paz y el desarme, siendo estos entre otros los objetivos de la agrupación Greenpeace, que les dan postura, identidad y presencia mundial.

En consecuencia, puede afirmarse que el arte medioambiental da origen a un nuevo género de arte público, que considera el mejoramiento de las condiciones de existencia de la humanidad, el cual investiga en las diversas esferas del quehacer humano, con base a los contextos económico, social, educativo y ecológico, en el que los artistas se unen a proyectos o proponen otros, donde los movimientos ambientalistas se manifiestan en una dimensión incluyente y heterogénea, que buscan consensos de la mano de la sociedad con visiones diversas de lo ambiental que se manifiestan igualmente con lenguajes y estrategias diferentes en los que militan grupos o asociaciones de muy variadas ideologías políticas, de derecha, centro, izquierda, anarquistas e incluso religiosas. 

De donde resulta finalmente, que algunas organizaciones incluso de grupos humanos originarios, se remonten ancestralmente desde lo local, a las luchas por la tierra, los bosques, el agua y por el acceso a un futuro promisorio y a los recursos arrebatados que apoyen la calidad de vida, lo que dota de gran fuerza a este género de arte de características sistémicas, ya que activa estrategias enfocadas a considerar que el Sistema Tierra funcione realmente de manera sustentable en toda su diversidad, con apego a la justicia ambiental, precisamente para eso, para construir humanidad.

Enero de 2021

 

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