APRO/Columba Vertiz
Son relatos que abordan la pandemia y problemas como la corrupción, el racismo, la destrucción de la naturaleza, las crisis políticas o la división familiar por la emigración, entre otros.
“El pretexto de los cortometrajes La llamada es el coronavirus, con una historia particular de cada nación”, subraya, vía Skype, Octavio Maya Rocha, nacido el 5 de junio de 1973 en la Ciudad de México. En su haber de casi 30 años de trayectoria como realizador independiente, el creador fílmico narra:
“De pronto todo se complicó por la emergencia sanitaria, como si se hubieran cerrado todos los caminos; no obstante, noté que en los cortometrajes se pueden abordar tópicos de manera distinta. La llamada nació con un cortometraje en formato vertical en 2017 con la famosa actriz finlandesa Anna Easteden [Tohmajärvi, 1976], quien trabajó con el director Aki Kaurismäke [Orimattila, 1957]. Lo efectué para Nespresso Talents y me quedé con la ganas de ampliarlo, y cuando empezó el confinamiento en 2020 pensé: ‘Voy a crear una segunda versión de ese corto’, hacer el remake con la venezolana Gabriela Vergara [Caracas, 1974], quien radica en Miami. Ahí empezó todo”.
Ya finalizó 12 cintas cortas: La llamada-Argentina, con el actor argentino Juan Carlos Colombo; La llamada-Bolivia, con el cochabambino Daniel Larrázabal, y las paceñas Daisy y Cecilia Pareja; La llamada-Brasil, con la carioca Camila Curty; La llamada-Colombia, con el colombiano Andrés Castañeda; La llamada-Finlandia, con la citada finesa Easteden (Bones), quien vuelve a participar; La llamada-Chile, con la santiagueña Elvira Cristi; La llamada-Japón, con la actriz Naoko Kato (Babel); La llamada-Irlanda, con Susan Barrett (Law & Order); La llamada-Nueva York, con Robert C. Ford, Mark Kostabi y Gene Pritsker; La llamada-Panamá, con Daniel Márquez; La llamada-Rusia, con la ucraniana Tania Olhovich, nacionalizada mexicana, y Nina Ester Mikhailova, y La llamada (cero) con la citada Gabriela Vergara.
Están en proceso La llamada-Líbano, con Stephanie Atala [Beirut, 1993]; La llamada-Puerto Rico, con María Roman Taylorson y Shane Ivan Nash, más La llamada-Alemania y La llamada-Italia; además, pretende las de China, España, Francia, Nueva Zelanda, Palestina y Sudáfrica, en tanto que la de México no ha podido rodarla, “por la salud del actor Héctor Bonilla”.
Zoom y celulares
Maya Rocha estudió comunicación y una especialidad en análisis y crítica de cine en la Universidad Anáhuac del Norte. Como director y productor ha trabajado para Disney Channel y Cineflix de Canadá. Rememora que al comunicarse con la actriz Gabriela Vergara, casi al mismo tiempo se contactó con el actor, guionista, director y dramaturgo panameño Daniel Márquez, quien le relató cómo vivían en su país el encierro por el SARS-CoV-2:
“Me llamó la atención que en Panamá los varones salían martes y jueves dos horas y las mujeres salían los lunes, miércoles y viernes igual dos horas; pero en México era distinto. Eso me impulsó a tomar el contexto de la pandemia, y con La llamada-Panamá arrancó el concepto internacional de trabajar en Zoom y celulares. Empecé a buscar a un actor boliviano, y la pintora boliviana Alejandra Alarcón [Cochabamba, 1976] me recomendó a Daniel Larrázabal, quien actuó en Che: Guerrilla, del estadunidense Steven Soderbergh, así como en También la lluvia, de la española Icíar Bollarín [Madrid, 1967], y en Olvidados, del mexicano Carlos Bolado”.
Para entonces ya había pensado en La llamada-Brasil y le interesaban algunas problemáticas sociales, como los incendios en el Amazonas; pero creó primero La llamada-Bolivia:
“Leí lo de los incendios forestales en Chiquitania, y en mayo pasado me impactó la muerte del indígena Antonio Bolívar, protagonista del largometraje colombiano El abrazo de la serpiente [2015], por covid-19; entonces, en el corto de Bolivia abordo la situación de los indígenas por el coronavirus, la quema de los bosques y la corrupción sobre las ayudas ante los desastres ecológicos. Empiezo a hablar de las pandemias sociales que azotan al mundo, como el hambre y el racismo, en fin.”
En la trama de Bolivia, Milton Campero (Larrázabal) es un activista que, a través de una videollamada, denuncia la situación de los indígenas por el coronavirus, y tras el incendio en Chiquitania (entre El Chaco y la Amazonia boliviana), solicita ayuda internacional. Para la parte de Panamá, Manuel Durán, un hombre maduro panameño, envía un mensaje a su hijo, a quien supone dirigiéndose a Nueva York, centro mundial del coronavirus. Preocupado, intenta persuadirlo para que regrese, con un final inesperado. Ambos filmes formaron parte de la selección oficial del Festival Internacional de Cine con Medios Alternos (FICMA) de la Ciudad de México, efectuado online del 1 al 5 de diciembre del 2020.
En todos los relatos de La llamada, los personajes principales exponen una situación a través de una video-llamada, de ahí el título de los cortos. Por ejemplo, La llamada-Brasil trata de Sophia Queiroz (Curty), antropóloga brasileña que le envía un mensaje urgente al doctor Texeira, quien viaja hacia el interior del Amazonas para encontrarse con la antropóloga boliviana Alejandra Alarcón. Le avisa que la persona que encontró en la Amazonia ha muerto por coronavirus.
Maya Rocha produjo y dirigió en el Instituto Mexicano de Cinematografía más de 25 “detrás de cámaras” de películas mexicanas, como Su alteza Serenísima, de Felipe Cazals, en conjunto con Salvador Aguirre; Corazones rotos, de Rafael Montero; Cuentos de hadas para dormir cocodrilos, de Nacho Ortiz; Vera, de Francisco Athié, y Perfume de violetas, de la antropóloga social y cineasta Maryse Sistach.
Con su productora Euphoria Films México distribuyó el documental En el hoyo, de Juan Carlos Rulfo. Asimismo, el cortometraje El último aliento (2017), logrando conseguir en especie y en capital de riesgo más de 330 mil dólares, para convertirse en el corto de mayor presupuesto de la historia, con actuaciones de Rodrigo Murray, Carlos Bolado, Ángeles Cruz, Verónica Merchant, y Adrián Alonso (fotografía de Luis Sansans).