Debate en la Universidad - LJA Aguascalientes
23/11/2024

La Universidad es, por excelencia, el espacio físico y abstracto que define el grado de desarrollo con el que un pueblo cuenta. En el ambiente universitario se debe vivir y respirar, con mayor naturalidad que en ningún otro lugar, un aire fresco que ventile, a través del debate de las ideas, la vida pública de una sociedad determinada.

Para eso debe existir la Universidad: para pensarnos, y cuestionarnos; a nosotros mismos, a nuestro entorno, a nuestra comunidad, a nuestros gobiernos, a nuestras creencias, a nuestras filias y a nuestras fobias.

Y a un país que lo sofocan los oligopolios informativos y un poder público que somete sus obligaciones en el terreno de la educación y la ciencia a los poderes fácticos y a sus propios intereses de supervivencia, la Universidad debe de albergar debates que construyan nuevas rutas y alternativas para los ciudadanos con vocación de servicio.

Eso fue lo que se vivió ayer en el recinto por el que más cariño deben de sentir los aguascalentenses: la Universidad Autónoma.

En el auditorio Dr. Pedro de Alba, convivieron todo tipo de manifestaciones ideológicas en un ambiente de cordialidad y respeto, que no le huyó a la confrontación abierta y directa de programas.

Intelectuales promotores del voto nulo, jóvenes con filiaciones revolucionarios, líderes de movimientos ambientalistas, escépticos, funcionarios de gobierno, candidatos a diputados federales, maestros y docentes de todos los niveles, estudiantes de diversas disciplinas, autoridades electorales, dirigentes del gremio empresarial, miembros de tribus urbanas, promotores de la diversidad sexual, periodistas y representantes de los partidos políticos se reunieron por 3 horas a debatir, de manera intensa, las ideas que pueden darle viabilidad al Estado mexicano en los próximos años.

El auditorio estuvo a reventar; la imagen que mejor definió al evento fue la de personas paradas y sentadas en los pasillos que permanecieron escuchando atentos las propuestas de los partidos en las áreas que se juzgaron como prioritarias del debate nacional.

Contrastan, de forma absurda, la voluntad del rector de la máxima casa de estudios en el estado, quien a sus reconocidas características de liderazgo y gestoría, sumó la de promotor de la deliberación pública, con la miopía y pequeñez de los dirigentes de los dos partidos con mayores espacios de poder en el estado: el PRI y el PAN, quienes parecen estar más preocupados por repartirle migajas del presupuesto público a los jóvenes que mandan a hacer ruido a las esquinas, que por difundir ideas entre la comunidad universitaria y la opinión pública.

Mención aparte de sus dirigencias, merecen quienes, en representación de su partido, se atrevieron a fijar postura frente a temas controversiales y un público absolutamente crítico. Ni Humbero Rodríguez Mijangos, ni Jesús Medina Olivares, que cumplieron con profesionalismo y seriedad la encomienda de sus partidos, merecen ser menospreciados por su presencia en el debate. A ellos, se agregan los dirigentes del PRD, Convergencia, PVEM, PT, Nueva Alianza y el PSD, que despertaron, como debe suceder en cualquier escenario democrático, aplausos y rechiflas entre los presentes.


La valentía de Rafael Urzúa Macías merece reconocimiento. Nunca antes, con el auspicio y la presencia de la universidad, los partidos políticos habían estado sometidos al escrutinio de la comunidad universitaria en un debate ideológico. En un país en el que pareciera que es preferible pasar inadvertido por el servicio público, para no lastimar intereses, Urzúa ha optado por un activismo digno de lo que su posición le exige. No ha escatimado esfuerzos para gestionar, ante los Poderes Ejecutivo y Legislativo, tanto a nivel estatal como federal, los recursos para modernizar la infraestructura de la universidad y ampliar su oferta y cobertura. Y tampoco escatimó, ahora, esfuerzos por abrir las puertas de la UAA a la pluralidad política.

Al del rector y la comunidad universitaria, se sumaron los esfuerzos del Instituto Estatal Electoral, el Instituto Federal Electoral, el Consejo Coordinador Empresarial y el Consejo de Organizaciones de la Sociedad Civil, quienes participaron de manera propositiva en la construcción del foro, sin intentar siquiera promover veto o favoritismo alguno.

La respuesta de la sociedad civil y de la sociedad política dan cuenta de una ciudadanía subestimada por las elites en el estado. Un auditorio, que además de numeroso estuvo siempre activo, al interactuar con los expositores a través de manifestaciones respetuosas de sus convicciones, es muestra de ello. Un público que mostró apertura total a los temas “vetados” por las elites a nivel local y que tras horas de discusión exigía voz para sus propias demandas, en lugar de mostrar prisa por abandonar el recinto.

Para quienes todavía creemos que este país tiene remedio, la de ayer fue una tarde de esperanza. Construir ciudadanía es una misión posible para una comunidad epistémica que se está gestando en Aguascalientes, y en la que conviven creencias encontradas entre sí.

Cada vez son más las voces que se resisten a no contar con voz en Aguascalientes. 


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