Es cierto que las leyes deben beneficiar a las mayorías, pero buscar siempre la mejor solución para las minorías. Resulta interesante saber quién es mayoría, si las personas que fuman o las que no lo hacen en un antro. En lo que no hay ninguna duda, es que a todos daña por igual, ya sea a quien lo inhala directamente o quien de manera involuntaria, convirtiéndolo en un fumador pasivo.
La Ley de Protección a los No fumadores, no fue ocurrencia de algún legislador que no tenía nada que hacer, ni tampoco una medida sin sustento que buscara únicamente protagonizar a su promovente. Esta ley, al igual que cualquier otra, requirió de un largo proceso de investigación, análisis y consulta a especialistas, para conocer sus alcances y beneficios, dictaminándose para luego ser aprobada por la mayoría de los diputados federales y después en los congresos estatales.
Y aunque las leyes se hacen para cumplirse, resulta ofensivo ver como esta ley, se ha convertido en un catálogo de buenas intenciones. Que lamentable, observar como el presidente del Patronato de la Feria Nacional de San Marcos, sin razonamiento lógico y mucho menos jurídico, declare un receso en la aplicabilidad de ésta Ley, en instalaciones de la feria y durante su periodo, por considerarla una medida que atenta contra los derechos de los fumadores y una lesión a los bolsillos de los dueños de antros y restaurantes.
Nuevamente a soportar al maleducado de al lado, que decidió prender un puro y todos lo tengamos que soportar; una vez más a llegar con la ropa oliendo humo, con ojos llorosos y rojizos y con escurrimiento nasal color chocolate; sin contar el daño a nuestros pulmones.
Sin duda alguna, somos más los que no fumamos, con la Ley de Protección a los No Fumadores, no se pretende erradicar la práctica de fumar, ni mucho menos restar derechos a quien hace cotidianamente esa práctica, el espíritu de la ley, es precisamente proteger a quienes no fuman, garantizando espacios para quien sí lo hace.
Ha sido una constante el reclamo social al elaborar leyes y más leyes, cuando las que hay no se cumplen, y en efecto, si se respetaran las leyes, no tendría porque existir tantos ordenamientos legales como los que actualmente tenemos, ni con tanto articulado cada uno de ellos. Sin embargo, ha sido necesario tener que estar aprobando tantas leyes e instituciones, como mañas vayan existiendo para violarlas.
Si en las instituciones se informara veraz y oportunamente cada vez que alguien lo solicite, no se requeriría de la Ley de Acceso a la Información Pública; si se transparentara el manejo de los recursos públicos, no hubiera habido necesidad de crear los institutos de transparencia; si las personas respetaran el espacio de los demás, no tendría porque existir una ley que proteja a los no fumadores. Pero no, se tiene que estar en la constante creación de instrumentos jurídicos que cierren el camino a la corrupción y obliguen a cumplir la ley.
Por eso, no sería extraño ver nuevas leyes que obliguen a informar sobre lo que quiere saber el solicitante y no lo que quieran informar; tampoco sería raro ver dentro de poco, nuevas instituciones que supervisen a los institutos de transparencia, para que obliguen a la demás instituciones a transparentar a cabalidad el origen, uso y destino de los recursos, y no solo lo que convenga a quienes los pusieron en ese puesto, por citar algunos ejemplos. Como tampoco sería raro tener que tipificar como delito, el que alguien atente contra la salud de otro, por encender su “cigarrote” sin importarle el daño que está causando.
Ahora bien, si lo que se trata es de hacer más atractiva y concurrida la feria, con más ganancias para quien invirtió en poner un negocio, ¿por qué no dar también un receso a la Ley de Ingresos?, dejando de cobrar tantos y tan altos impuestos que hacen tan difícil el poder instalar un negocio o salir a disfrutar nuestra Feria de San Marcos.
Entonces, ¿de qué se trata, el Legislativo propone y dispone, y el Ejecutivo si le conviene lo aplica y si no lo ignora?. n