-¡Pendejooo!- me gritó furioso mi maestro de sexto grado de primaria cuando me encontró en el recreo embobado recorriendo el cuerpo de una chiquilla larguchona que me gustaba.
– ¡Mira!– me dijo mientras me echaba una mirada de sable.
-¿Cómo de que no se puede?, ¿Cómo te enseñé la división de quebrados?- gruñó
– El de arriba por el de abajo y se pone arriba. El de abajo por el de arriba y se pone abajo–respondí.
-¡Ahí está! ¿Cómo de que no se puedeee…? ¡Pendejo!-
Estaba fuera de sus casillas. Yo había concursado con el resto de los alumnos de la zona escolar y cuando respondí a la operación de ¼ entre un ½, ¡Me daba como resultado nuevamente ½!, ¿Pero si yo había partido de ¼, cómo que resultaba ahora más grande?, ¿Ya estábamos ante una física que no fueran la de los sólidos indeformables o habíamos entrado a las dimensiones oníricas de Dalí o de Borges?. Si había que perseguir calificaciones y premios más valía seguir los laberintos ya trazados para la memotecnia y no aventurarse en la experimentación, la intuición, los juegos, la lógica, ni la observación. Hoy desperté temprano y la enseñanza sigue igual, así que dormiré otro rato más.
Mis maestros siempre fueron garantes de la historia oficial. Podían fácilmente convertir el enorme ejército de santos católicos en un santoral de héroes mexicanos perdedores y humillados, desde Cuauhtémoc hasta Madero. Ser ingenuo, engañado y asesinado eran características buscadas en el cuadro de honor de los próceres de México y se convertían en virtudes públicas. De haber sabido lo que decía, hubiéramos quemado en el mismo patio de la escuela “Los sentimientos de la nación” de Morelos con todo y su religión única, católica y oficial. El civismo remataba con gritar en grupo el himno nacional: “Y retiemble en sus centros la Tierraaaaa….” ¡En la madre! ¡Si acabábamos de calcular el radio y el perímetro de los elipsoides considerando que sólo tienen un centro y luego nos hacían cantar que son centros!, ¿Acaso el himno nacional se refería al centro gravimétrico, al centro geométrico y al centro geodésico?.
Los movimientos ferrocarrileros, magisteriales y estudiantiles, así como la guerra sucia gubernamental nunca la conocimos en las escuelas, sino en periódicos adultizados. Siempre ha sido más cómodo para la SEP hablar de la problemática cuando ya no queda nadie de los involucrados en las responsabilidades políticas o civiles y hacer un recuento anecdótico y patriotero, que una revisión ciudadana de los hechos. Antes no teníamos ciencias sociales, sino una serie de retazos de historia emocional del pueblo mexicano, desde la cólera de Calleja, la usurpación de Maximiliano, la canallada de Huerta y la traición de Guajardo. ¿Se extenderá esa historia y lo niños estudiarán la impunidad de los actos de Echeverría, los negocios del PAN, las mentiras de Fox?
Como soy de una generación extraviada entre los Rollings Stones y Chatanuga, la educación sexual era inexistente en casa y en la escuela. Ese vacío era llenado agradablemente por hermosas maestras de la emoción y de la concupiscencia, como Sasha Montenegro, Isela Vega, Meche Carreño, Rebeca Silva, Lynn May y apoyadas después por los refuerzos internacionales como Xaviera Hollander, Silvia Kristel, Edwige Fenech y Ornela Mutti. Sus enseñanzas serán invaluables y formarán parte de nuestra educación informal, llenaron un espacio que ni padres ni docentes supieron ocupar, por lo que tendrán un lugar en los corazones masculinos y mi agradecimiento perpetuo.
La televisión abierta con personajes como el “Hombre Biónico”, Chespirito, Starsky y Hutch, Los ángeles de Charlie o los pitufos fueron sustituyendo poco a poco a los maestros aburridos, a las fechas históricas, a los nombres de las capitales de países que parecen inexistentes y ríos que nunca conocimos. Resultaba más fácil y loable recitar los nombres de los integrantes de cualquier grupo rockero o de algún equipo de futbol, que los contenidos de engorda intelectual como los nombres de los niños héroes, la fórmula para obtener la hipotenusa o las eras geológicas.
Los maestros, junto con las hermosas vedettes, El Santo, las peregrinaciones, los rezos de pascua, los días de pinole, las series televisivas, las historietas, las narraciones de aparecidos y las mentiras oficiales siempre serán parte de nuestra alma infantil, no por su carácter científico ni formativo, sino simplemente porque fueron parte de nuestras vidas. Me perdí en el camino, ya no sé que se festeja el 15 de mayo día del maestro: el fracaso de los resultados de la educación escolar, cómo reprobaron los acuerdos por la calidad o la pachanga sindical.