Lo que no te mata te fortalece.
Nietzsche
El año de los cambios radicales llega a su fin, ya estamos a unos cuantos días de terminar este atípico 2020. Ha sido el año que nos enseñó que sobrevaloramos muchas cosas sin sentido, que nos angustiamos de nada y que, tristemente, desdeñamos lo que es verdaderamente importante.
Este es el último Banquete de año 2020 y quisiera compartir contigo una breve reflexión, que si bien la hemos hecho anteriormente y ya la tenemos clara, el fin de año nos empuja a ver, casi de manera instintiva, el espejo retrovisor y detenernos un poco, hacer un alto en esta vertiginosa carrera y ponernos a pensar en lo que es realmente importante, y por supuesto, desechar lo desechable y dejar de darle valor a lo que carece de él.
Muchas cosas nos han decepcionado, muchas personas irresponsables que no aceptan el problema o por lo menos intentan minimizarlo, la misma ciencia no ha podido contra un virus que se neutraliza con agua y jabón. No sé tú, pero yo ya estoy cansado, fastidiado de abrir un periódico, encender la radio o televisión, navegar en la red y ver la palabra covid-19 reclamando la atención colectiva. En lo personal prefiero evitar este tipo de información o de conversación con los amigos, creo que todo lo que necesitamos saber ya está entendido, lo demás es una especie de contaminación que invade los medios de comunicación y las redes sociales y, ya ves, ahora todos son expertos en epidemiología y todo mundo tiene una opinión que reclama, exige ser escuchada rematando con la frase lapidaria: “está científicamente comprobado”.
Los que tenemos fe, independientemente de cuál sea nuestro credo religioso, ponemos todo en manos de Dios y confiamos en que haciendo responsablemente lo que nos corresponde, lo demás, lo que está fuera de nuestro alcance, lo dejamos en sus manos. Los que no comparten la creencia en la existencia de Dios habrán de apoyarse en algo necesariamente, no sé en qué, pero tendrán que depositar el peso de la carga en algo y seguir adelante, quizás en la fatalidad, en la diosa fortuna, en las limitadas fuerzas personales, incluso en la nada, ya dependerá de tendencias filosóficas como el existencialismo, el nihilismo o cualquier otra ideología pero en algo tendrán que depositar el peso que a veces resulta insoportable. Esto me recuerda aquel libro que leí hace algunos años, es un intercambio epistolar entre el filósofo y escritor italiano Umberto Eco y Carlo María Martini, sacerdote jesuita, arzobispo de Milán y cardenal de la Iglesia Católica, la consecuencia de aquel intercambio es el libro ¿En qué creen los que no creen?, altamente recomendable.
En fin, el punto es que en medio de este año pandémico que puso en pausa toda actividad, la cultura se fortaleció y representó una verdadera tabla de salvación para todos, al menos así sucedió aquí en Aguascalientes, gracias a políticas culturales bien diseñadas y perfectamente encaminadas que atendieron todos los rubros de la actividad cultural.
En lo que a música se refiere, específicamente la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes, no solo no interrumpió sus actividades, como muchas orquestas en todo el país, sino que fortaleció su plan de trabajo y redefinió su compromiso con la sociedad a través de programas como ICA Alternativo o la temporada de la OSA Música para la resiliencia haciendo uso de los medios de comunicación y las redes sociales para llegar al mayor número de público posible.
Curiosamente, o paradójicamente, en este año de suspensión de todo, la OSA tuvo un año muy activo, sobre todo en lo que se refiere a la dirección de nuestra Sinfónica. Como sabemos, el maestro José Areán dejó de ser titular de la Orquesta y por segunda ocasión el maestro Iván López Reynoso, que por cierto, acaba de ser nombrado director titular de la Orquesta del Teatro de Bellas Artes, estuvo al frente de nuestra máxima entidad musical. Ya lo había hecho en la transición del maestro Revueltas y el nombramiento de José Areán, y ahora regresa en la transición de José Areán y Lanfranco Marcelletti. El maestro López Reynoso, al que le deseo todo el éxito como nuevo titular de la Orquesta del Teatro de Bellas Artes, le tocó regresar en medio de esta contingencia que nos ha obligado a reinventarnos, precisamente en un momento de adaptación y recuperación de los espacios públicos, entre los que están, por supuesto, los teatros y salas de concierto.
Fue el maestro Iván López Reynoso, quien como director interino de la OSA, tomó posesión oficialmente de la nueva Sala de Conciertos en una serie de presentaciones diseñadas con un formato que favorece la digna ejecución musical al mismo tiempo que guardar la sana distancia con pocos músicos en el escenario, lo que además permite abordar repertorios que no son muy frecuentes en las orquestas de gran formato y que por lo mismo se interpretan muy poco.
El maestro Marcelletti, ya al frente de la Sinfónica, ha seguido trabajando, primero con las lunadas en los jardines del teatro Aguascalientes, aquí sí con orquesta completa y que fueron un verdadero éxito, y después con presentaciones en la Sala de Conciertos que yo prefiero llamar la Sala de la Sinfónica, finalmente esta será la sede oficial de la OSA.
Ante esta contundente respuesta del ICA, específicamente de la OSA a una situación que para muchos fue una total adversidad, entendemos perfectamente que como decía Nietzsche: “Lo que no te mata te fortalece” y de aquí hemos de salir todos fortalecidos por el dulce encanto del arte, finalmente tenemos el arte para liberarnos del caos.