- Músicos calcinados, niños asesinados mientras disfrutan videojuegos, velorios y centros de rehabilitación que se convirtieron en trampas mortales. Así fue el 2020, que cierra amenazando con convertirse en el peor año para la paz de los mexicanos.
Lo que mal empezó en materia de seguridad, mal va a terminar este 2020, un año marcado por la pandemia a nivel global y por la violencia a nivel nacional, que llegó a extremos nunca antes vistos por los mexicanos.
El año que termina vio, apenas en sus primeros 18 días, una de las peores masacres en lo que va de la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador: dentro de un vehículo que ardía en un camino rural en Chilapa de Álvarez, Guerrero, policías encontraron los cadáveres de 10 músicos indígenas. El más joven tenía apenas 15 años.
Las autoridades locales contaron que, aquel 18 de enero, los miembros del grupo Sensación Musical viajaban de regreso a su comunidad, cuando fueron alcanzados por sicarios de Los Ardillos, uno de los 14 grupos del crimen organizado que asolan a Guerrero. Los balearon, los golpearon y les prendieron fuego por razones que aún no quedan claras.
En un país como México, donde el 90% de los homicidios quedan sin castigo, de acuerdo con un estudio de la organización Impunidad Cero, la masacre de los músicos indígenas sigue sin resolverse y marcó una tendencia de terror: hasta agosto de este año, México vio 429 masacres, según un conteo de la asociación civil Causa en Común.
Aquel crimen sería sólo el comienzo de un año rojo: el 3 de febrero, nueve personas –incluidos cuatro niños– fueron asesinadas a mansalva dentro de un local de videojuegos en Uruapan, Michoacán.
Las imágenes conmovieron al país: tres niños de 12, 13 y 14 años yacían en un piso inundado de sangre, mientras los policías ministeriales trataban de recoger las evidencias del multihomicidio. En los días posteriores, autoridades locales señalarían como autores de la masacre a sicarios del grupo armado Los Viagras y al cobro de “derecho de piso” como el móvil.
ENTRE LA PANDEMIA Y LA VIOLENCIA
En marzo, mientras el mundo se asombraba con el anuncio de la pandemia por Sars-Cov-2 declarada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), en México la violencia se esparcía como un virus, principalmente en la zona del Bajío, donde la disputa por el mercado negro del robo de combustible enlutaba a familias en Guanajuato, la zona de guerra entre el Cártel Jalisco Nueva Generación y el Cártel Santa Rosa de Lima.
Abril trajo dos calamidades nuevas: el 3 de aquel mes una familia de cinco personas, entre ellas un niño de cuatro años y una niña de cinco, fueron asesinados a balazos en su domicilio en una zona popular en Papantla, al norte de Veracruz, donde el Grupo Sombra –una escisión de Los Zetas– impuso un violento toque de queda a causa de la pandemia.
Y el 19 de abril se rompió un vergonzoso récord: aquel domingo se volvió el día más violento en la historia moderna de México, con 105 homicidios en menos de 24 horas. La mayoría ocurrieron en el Estado de México.
Para mayo, los cárteles de la droga habían tomado control de la pandemia. No solamente obligaban a las personas a encerrarse en sus casas bajo el pretexto del confinamiento y la orden de quedarse en casa, sino que comenzaron a repartir despensas y falsas ayudas económicas entre la población. Así, los criminales se aprovecharon del hambre y el desempleo para ampliar su base social ante la ausencia del Estado.
JUNIO, EL PEOR MES DEL PEOR AÑO
El 23 de ese mes, un nuevo multihomicidio: en una brecha en Huetamo, Michoacán, pobladores vieron que escurría sangre de la batea de una camioneta mal estacionada. Cuando levantaron una lona que cubría la carga encontraron 12 cuerpos de hombres que, horas antes, habían sido torturados y asesinados.
Pero nada nos prepararía para junio del 2020: seis policías asesinados en un solo día en Tetipac, Guerrero; siete agentes ultimados en 24 horas en Manzanillo, Colima; 10 cuerpos desmembrados fueron hallados en una carretera en Caborca, Sonora; 14 restos humanos apilados en un camino en Fresnillo, Zacatecas; 17 rematados en una fiesta en San Mateo del Mar, Oaxaca.
Y la peor masacre de junio: 26 jóvenes que se recuperaban de sus adicciones en un centro de rehabilitación en Irapuato, Guanajuato, fueron asesinados por un comando armado que solía recorrer el estado matando a personas adictas en medio de una guerra entre dos capos, Nemesio Oseguera Cervantes, “El Mencho”, y Heriberto Yépez, “El Marro”.
Además, el 7 de junio le arrebató el deshonroso trono al 19 de abril y ese domingo se volvió el día más violento del año con 117 homicidios.
La mañana del 26 de junio, el secretario de Seguridad Ciudadana de la Ciudad de México, Omar García Harfuch,se salvó de formar parte de la estadística: sufrió un atentado a manos de 28 sicarios del Cártel Jalisco Nueva Generación en la colonia Lomas de Chapultepec. Para fortuna del jefe de la policía, sus compañeros frustraron los planes homicidas y sólo fue herido, a pesar de los múltiples disparos que le hicieron, en los que incluso se utilizaron rifles de alto calibre Barrett .50. Sin embargo, dos de sus escoltas perdieron la vida.
LA MASACRE NUESTRA DE CADA DÍA
Julio fue una pesadilla en Guanajuato. Cinco policías municipales de Jerécuaro fallecieron en una emboscada y decenas más renunciaron a sus cargos por temor a correr la misma suerte.
Agosto trajo consigo al segundo día la detención de Heriberto Yépez, “El Marro”, fundador del Cártel Santa Rosa de Lima, dedicado al robo de combustible. Pero ni eso logró detener la espiral homicida en Guanajuato ni tuvo impacto en la violencia de estados petroleros como Tabasco, donde el 25 fueron hallados los cuerpos de seis personas víctimas de tortura en Huimanguillo, Tabasco.
Los velorios se volvieron reuniones de alto riesgo en septiembre: el 1 un comando armado mató a siete adultos y dos menores de edad que despedían a un ser querido en Cuernavaca, Morelos. Y el 17, cinco mujeres que velaban a un joven recientemente asesinado fueron ultimadas en su domicilio en Celaya, Guanajuato.
Octubre sacudió al país con una noticia escabrosa: el 31, dos niños indígenas fueron secuestrados, torturados, asesinados y desmembrados en una vecindad en el Centro Histórico de la Ciudad de México en medio de una disputa por el control del mercado de venta de drogas y extorsión que libra el cártel La Unión Tepito y el Cártel Jalisco Nueva Generación.
A pesar del clima de violencia, a finales de octubre renunció Alfonso Durazo, secretario de Seguridad Pública, quien anunció que contendería por la gubernatura de Sonora.
“Nuestra responsabilidad inició en el peor escenario posible. No podíamos fingir que el problema era sencillo ni limitarnos a administrar el caos heredado”, dijo en su carta de despedida, en la cual resaltó logros en 13 de 17 rubros de incidencia criminal, aunque reconoció rezagos en la contención de homicidios.
JALISCO ROJO
El último bimestre del año sería especialmente rojo para Jalisco. En noviembre se registraron dos multihomicidios en la Zona Metropolitana de Guadalajara: en la colonia Nueva Santa María de Tlaquepaque asesinaron a tres jóvenes el 11 de aquel mes y un par de días después tres hombres y una mujer fueron ejecutados en la colonia Echeverría.
Y el 18 de diciembre se registró el magnicidio de más alto perfil en lo que va del sexenio: el exgobernador de Jalisco, Aristóteles Sandoval, fue asesinado en el baño de un bar en Puerto Vallarta, un bastión del Cártel Jalisco Nueva Generación.
Estas masacres han elevado el número de homicidios en México este 2020 a 31 mil 781 asesinatos entre enero y noviembre. De continuar la tendencia, este año podría superar los 34 mil 582 con lo que cerró el año pasado.
UNA TÍMIDA BUENA NOTICIA
“El 2020 ha sido otro año violento con muy altos índices de homicidios en México. Ante esta tendencia el gobierno no ha buscado un camino diferente a administraciones anteriores, sino que ha apostado por seguir adelante con la militarización de la seguridad pública, dando cada vez más poder a las fuerzas armadas.
“Es difícil prever una realidad muy distinta para México el próximo año. Mientras el gobierno mantenga sus estrategias de militarización y militarismo, dudo que vayamos a ver resultados distintos. Ha sido particularmente preocupante el nivel de violencia contra las personas defensoras de derechos humanos y los periodistas durante el 2020, y la impunidad que prevalece en la gran mayoría de casos de asesinatos”, comenta Duncan Tucker, periodista y analista extranjero en temas de seguridad pública, a EMEEQUIS.
Acaso, una buena noticia se deja ver en el horizonte de cara al 2021: David Pérez Esparza, titular del Centro Nacional de Información, publicó el 19 de diciembre en su cuenta de Twitter, @DavidPreze, que noviembre de 2020 había sido el mes con menos homicidios en lo que va del sexenio. Incluso, que el homicidio había caído 9.3% respecto a octubre de este año.
Será el tiempo el que indique si noviembre de 2020 es un punto real de inflexión en la violencia para el 2021. O sólo una llamarada de esperanza que se extinguió rápidamente ante la realidad de una guerra a la que no se le ve final.
@oscarbalmen