Durante el tiempo que he sido comisionado en el Instituto de Transparencia del Estado de Aguascalientes, he considerado que su principal función es la materialmente jurisdiccional, resolviendo los recursos que los ciudadanos interponen contra las respuestas de los entes, así como los procedimientos de revisión de las obligaciones comunes y específicas, así como de los resultados de las denuncias por incumplimiento de las mismas. Todo esto, termina en documentos materialmente jurisdiccionales que, además de contener motivación y fundamentación, pueden, y a veces lo son, impugnados y por ende revisadas por una autoridad superior, ya sea INAI, juzgado de distrito, tribunal contencioso (este último considero que es incompetente, pero lo estamos litigando) e incluso podemos ser sujetos y objeto de acciones y controversias constitucionales (de esta última el instituto ha interpuesto una que está actualmente en la SCJN).
Atento a lo anterior, es posición de los tres comisionados no litigar en medios y seguir la política de los tribunales de no contestar oficialmente declaraciones periodísticas, artículos de opinión o cuestiones similares, porque no abonan a fijar criterios, porque además consideramos que responder desde nuestra posición de poder público podría afectar la libertad de expresión, por lo que preferimos dejar que cada quien se manifieste como le venga en gana, aunque a veces nos impacte; creo firmemente, como diría Brozo, que a la autoridad se le cuestiona, no se le aplaude, aunque a veces ese cuestionamiento no tenga fundamentos legales, solo políticos, aún, cuando no sea fundada en la ley, sino en opiniones, peor incluso, cuando los críticos nunca han hecho una sola solicitud de información; ahí, aunque no esté de acuerdo y a veces me dé coraje, como dijera don Efrén González Cuéllar: aguantar callados.
En lo personal, he adoptado desde lo no oficial, o sea actuando en lo personal, el debate y diálogo cuando se puede, ya sea a través de los foros, la academia, mis columnas en LJA o hablando directamente con los quejosos. Los resultados han sido variopintos y me permito narrarlos, sin exponer los nombres pues me parece interesante la forma que se resolvieron. Una de las anécdotas, ha sido cuando ofrezco a los periodistas que se quejan de la falta de transparencia o de que no sirve la plataforma, ir personalmente a donde me digan, para mostrarles que sí funciona, que además es fácil pedir información e impugnar. De todos, solo un par me han tomado la palabra, hoy además de amigos, me da un gusto personal ver que varios de sus artículos se basan justo en solicitudes de información. A otros no les interesó y siguen señalando epítetos en contra del ITEA como: opacidad, falta de transparencia, corrupción; cosas así que, me parece, laceran el Estado de derecho, porque no se basan en hechos concretos, solo en apreciaciones; pero ni hablar, la democracia es así y tenemos que tolerar.
En cuanto a los sujetos obligados, los entes de gobierno, he experimentado presiones en contra de nuestras resoluciones o de la propia transparencia, la mayoría cuando se trata de solicitudes de información compleja, como salarios, viáticos, licitaciones o documentos similares; y entonces vienen las quejas o amenazas, a veces en lo público, a veces en lo privado. En muchos de estos casos, nos hemos acercado para dialogarlo, para tratar de explicarlo, de decirles que pueden impugnar, que se vayan a los recursos para hacer valer su posición. Algunos lo entienden, otros no. Me pasó con una unidad de transparencia a la que multamos, quiso hacer valer el poder de su liderazgo político, le sugerí que mejor se fuera a la impugnación; lo hizo y terminó ganando unos, perdiendo otros, hoy somos buenos amigos y hemos dejado el conflicto en lo jurisdiccional. No todos los casos terminan así, algunos golpean mediáticamente, otros amenazan, pero lo dejo en eso, nunca ha pasado a mayores y siento, reconozco, que los entes de gobierno han acatado las resoluciones del ITEA.
¿Todo es perfecto en el ITEA? No lo creo, tenemos muchos retos y por supuesto deficiencias, estamos integrados por hombres y mujeres que, como todos, tienen defectos, culpa, más nunca dolo. Lo que sí puedo asegurar es que, ninguno de los críticos, podrán hablar de un solo caso concreto donde la información no esté, donde hayamos reservado temas, en especial de recursos económicos, o donde nuestras resoluciones no vayan enfocadas a la máxima publicidad. Ojalá que nos señalaran no de forma genérica, eso cualquiera lo hace, sino temas exactos, páginas de transparencia concretas, resoluciones ilegales, para poder entablar un diálogo serio, que abone a la mejora del Instituto, a la democracia mexicana e hidrocálida.