¡¡¡ No hagan olas!!! - LJA Aguascalientes
24/11/2024

El hecho es real. Sucedió en Palo Alto, California, alrededor de 1990 en una preparatoria. El nombre de la escuela es lo de menos, como también lo es el nombre del protagonista principal. Simplemente lo identificamos como un maestro de historia al que le fue asignada, contra su voluntad, la dirección de un seminario, con duración de una semana, cuyo tema central era “Autocracia”. Su deseo primario era impartir un curso sobre el tema que, sostenía, era especialista: “Anarquía”.

Sin más remedio que acatar órdenes de su dirección, y con el contraste ideológico de origen, el maestro, resignado, decide hacer un experimento con su clase y con sus alumnos. La técnica educativa empleada fue la de una intensa participación de los alumnos, de tal forma que ellos descubrieran por si mismos la teoría y praxis de una dictadura como sistema de gobierno.

Dejando entrever, por definición, a la dictadura como un sistema de gobierno en el que todos los poderes recaen en una sola persona, los alumnos, mediante lluvia de ideas, descubren el papel de dominio sobre las masas del líder. Como requisito indispensable del sistema autocrático concluyen que el ejercicio del poder se tiene que dar mediante la disciplina.

A pregunta expresa, con dosis de inducción, sobre las estructuras sociales que favorecen el surgimiento de una dictadura, llama la atención las respuestas de los preparatorianos; en frases cortas y en ocasiones con una sola palabra. Algunas de ellas fueron: Injusticia social, alto nivel de desempleo, nacionalismo exacerbado, insatisfacción política.

Acabada la parte de las definiciones el primer día, y vislumbrando terreno fértil, el maestro decide iniciar su experimento, haciendo a un lado su papel de maestro para erigirse en el de líder del grupo, por supuesto, bajo el democrático método de votación a mano alzada. A partir de ahí y también bajo definición colectiva, cumple los requisitos de un dictador: imposición de ideología, vigilancia estrecha sobre los miembros del grupo, control de acciones y la exigencia de respeto.

Al segundo día, ya en torno a un líder (el maestro), dejan de ser los alumnos para convertirse en “el grupo”. Definen el concepto de unidad trabajando todos al mismo ritmo. Espíritu de grupo, reconocimiento de grupo, poder del grupo. Buscan su propia identidad de grupo con manifestaciones externas como el uso de ropa igual (uniforme) con lo que eliminaban diferencias sociales.

Necesitados de reconocimiento fuera de su grupo, se vieron en la necesitad de diferenciarse del resto de alumnos de la preparatoria, aparte del uniforme y se bautizaron, crearon logotipo y adoptaron un saludo peculiar entre ellos.

No tardaron en darse las primeras manifestaciones de intolerancia. Aquel que no pensaba como ellos, inmediatamente se le tipificaba de traidor. No se aceptaba opinión en contra. De forma natural se crearon grupos de choque y guardias, incluso armados. Se expresaron manifestaciones de preocupación de otros maestros por el curso que estaba tomando “el seminario”. Pero por otra parte, se dieron manifestaciones de apoyo.

Inequívocamente, el seminario estaba saliéndose de control. El grupo cerró sus puertas a cualquier forma de dialogo. Se dieron, en el curso de una semana, rupturas familiares, de amistad y noviazgos. Los miembros adquirieron tal sentido de pertenencia, que renunciaron a cualquier relación anterior. Para algunos de ellos era su vida.


El experimento termina en drama cuando el líder quiere regresar al papel de maestro y sus alumnos se resisten a reconocer que fueron manipulados y ocurre un suicidio. El hecho fue real.

Esta historia me ha invitado a hacer una reflexión sobre nuestra propia realidad. Implanto la pregunta sobre las estructuras sociales que favorecen una dictadura: Injusticia social, Alto nivel de desempleo, Nacionalismo exacerbado, Insatisfacción política. No nos es ajeno. Percibimos el caldo de cultivo.

Intolerancia y cerrazón al dialogo son el pan de todos los días. Atisbos de militarización son alimentados con una supuesta guerra, manipulación mediática, no se acepta que el otro o los otros pueden tener la razón. Sólo basta observar las reacciones de los gobernantes en turno ante la crítica o la denuncia.

La historia anterior fue llevada al cine. Para remarcar el simbolismo del hecho, se filmó en una preparatoria en Alemania y el subtitulo de la película reza: “Nadie creía que volvería a suceder”. El director es Dennis Gansel, año 2008. La recomiendo aunque no espere usted una producción Holywoodesca ni actuaciones magistrales. Cuando la vea, saque sus conclusiones sobre la propia realidad en México.

Ah, la película se llama “Die Welle”, La Ola.

 

[email protected]

 


Show Full Content
Previous Los vamos a extrañar
Next El Gobernador y los diputados
Close

NEXT STORY

Close

FIL Guadalajara 2014 estará dedicada a Julio Cortázar

19/06/2014
Close