Una política que fue manejada con bastante éxito por el priato gobernante en México era convencer a muchos sectores que no debían participar, precisamente, en política.
A los sacerdotes les decían que únicamente debían orar y no meterse en la política, a los empresarios que su labor era producir y no opinar sobre la política. Con esos argumentos, los gobernantes del pasado mantuvieron al margen de la política a muchos grupos intermedios y de opinión.
Esas tesis hoy las podemos calificar como producto de mentes fascistas y dictatoriales.
El grupo gobernante buscaba que únicamente participaran en política
quienes estuvieran dispuestos a apoyar, aplaudir y justificar. Si un
grupo tenía el criterio, la autonomía y capacidad para criticar o
diferir con los que estaban en el poder, lo “convencían” que su papel
no era hacer política.
Hoy creemos que en un sistema democrático, todos los individuos y
grupos intermedios no tan sólo pueden hacer política, entendida
rectamente, sino tienen la obligación cívica y moral de participar en
la vida política de su país. Solamente el ejercicio de la calidad del
ciudadano, de los habitantes de un país puede darle vigencia a la
democracia.
Una de las características de un sistema democrático es la
participación de los ciudadanos en los asuntos políticos, o sea de la
“polis”, de la ciudad. La palabra política se deriva de “polis” que
quiere decir en griego ciudad. Y ciudadano también proviene de ciudad.
El que interviene en los asuntos de la ciudad.
La intervención en la política, es decir, en la dirección de los
asuntos públicos concierne a todos los ciudadanos y grupos dentro de un
sistema democrático.
Un partido político no es la única organización que puede hacer
política en una democracia, aunque su característica es postular
candidatos para los puestos públicos. Cualquier organismo intermedio
(cámara, asociación, sindicato, organizaciones de la sociedad civil y
otros), cuyos miembros sean ciudadanos, puede y – yo agrego- debe
opinar sobre la dirección de los asuntos públicos.
Desde luego siempre habrá quienes estén interesados en que los
organismos intermedios no hagan política, así como habrá dirigentes que
sólo opinen por pose, es preferible que estos grupos se manifiesten
como lo hacen ahora, a quedarse callados como lo hacían antes.
Por otra parte hay directivos de grupos intermedios que para
esquivar su responsabilidad de emitir juicios políticos declaran que
sus organismos son apolíticos aún y cuando algunos como dirigentes sean
más grillos que “Pepe el de Pinocho”.
La participación en los asuntos públicos es tarea de todos, en la
tarea de construir una mejor sociedad nadie puede quedar al margen pues
si bien es cierto que durante mucho tiempo se dijo que los pueblos
tienen los gobiernos que se merecen, ahora merecemos lo que estemos
dispuestos a construir.
Ahora es válido repetir la consigna de lucha “si no participas, no te quejes”…
fernandoherrera [email protected]