Hace unos días leí con atención el artículo escrito por Jorge Álvarez, el cual tituló ¿Qué está pasando en el país?, y en donde hizo referencia y evaluación, propuesta y contradicción, sobre la situación que se vive actualmente en la nación.
Varias de sus reflexiones las comparto, así como la incertidumbre y desconcierto que genera la situación actual que parece nos conduce a dos caminos, el del generoso pacto entre actores que deben ponderar el bien supremo o del regreso al autoritarismo.
A propósito de ello creo menester hacer algunas referencias, por hoy
simplemente puedo decir que el que teje la cobija y la descobija,
descobijado sin cobijo queda.
Ya lo he referido anteriormente, tengo más de 20 años de pertenecer
y compartir una ideología de formación humanista, y tengo casi 30 años
haciéndome la misma pregunta para la cual todavía no encuentro
respuesta y ojalá alguien la tenga porque el tiempo pasa, me voy
haciendo viejo y no encuentro respuesta.
¿Cómo entender el doble discurso y la retórica de quienes hoy se
presentan como redentores y se hacen parecer salvadores, cuando fueron
ellos mismos los promotores y responsables –por aquello de que suena
común ahora el compartir responsabilidades–, de la situación actual?.
En verdad no logro entender ni asimilar la composición ideológica del “viejo sistema”, ¿cuáles son sus principios?, ¿existen?.
¿Qué está pasando en el país? Yo diría ¿qué pasó en el país?, SE
GASTÓ MÁS DE LO QUE SE TENÍA… No le busquemos más, esa es la razón, se
crearon grupos de poder, un poder fáctico que asfixia el desarrollo del
país, los fideicomisos a fondo perdido, los cuernos de la abundancia,
los sistemas de pensiones que agobian los estados, los sindicatos con
más “conquistas laborales” que productividad, los privilegios gremiales
encima del interés de la nación, etc.
Durante mucho tiempo se nos “pintó” en la escena una nación en
opulencia, el papel moneda fluía como agua a chorros, se nos
“presumían” las cifras del poder adquisitivo –con eso de que es el
estilo sobre todo salinista, que por cierto de algo nos embarraron en
Aguascalientes, que si indicadores para esto, para lo otro hasta por el
rescate de la tortuga marina, creo nos dieron buenos indicadores, en
fin todo era gastar, gastar y más gastar. Desde el desarrollo
estabilizador al populismo después a los pactos económicos, al
apretarse el cinturón, el rescate bancario, el crack de la bolsa hasta
la terrible dependencia económica del exterior.
Pero nunca se nos habló –porque desde luego que parte de su
formación era la censura– fue de la realidad económica del país, se
gastaba mucho y por lo tanto había cada vez más deuda, a la par la
inflación resultó insostenible y las devaluaciones por lo tanto
recurrentes.
¿Quién no recuerda el “exceso” que representaba la figura presidencial en todos los aspectos?, ¿ya se olvidaron?.
Así pues considero –sin cegarme a los errores producto del
comportamiento humano, pues son los seres humanos los que hacen los
gobiernos– que en este tiempo nos encontramos en una etapa de
reordenamiento nacional en todos los aspectos no sólo en el económico.
Como en cualquier familia, después de la diversión, de haber gastado
lo que no se tenía, forzosamente llegaría “la cruda” de saber las
deudas, –luego contrataron deuda para pagar la deuda–, de hacer
conciencia de la realidad nacional y enfrentarla aunque eso significase
medidas antipopulistas, poco asistencialistas y blanco claro de
críticas de los “redentores”.
Ahora bien, concretamente sobre el paquete fiscal, sólo me hubiera
“gustado” que estos redentores herederos del priato hubieran dejado
claro cómo le haría el gobierno para tejer la cobija del tamaño que se
requiera y que diseñaron, si no pretendían dar el estambre suficiente?,
entonces no hay más que de dos sopas, o la hacen más pequeña para que
la materia prima alcance, o mejor habrá que buscar el como sí… por hoy,
diré que con la mayoría priísta en San Lázaro el que teje la cobija y
la descobija, descobijado sin cobijo queda…. Están en la “S” cena