-Hay que tomar Palacio, Natividad no está de acuerdo con lo que hizo el gobernador.-
– El G-16 pide un espacio para dialogar, pero ¿no es un grupo creado desde la secretaría general?-
En 1988 nuestro estado contaba con dos distritos federales, las elecciones presidenciales promovieron como candidatos en el PRI a Carlos Salinas, en el FDN a Cuauhtémoc Cárdenas y en el PAN a Manuel J. Clouthier.
El Maquío dió un impulso importante a la participación colectiva, integrante del grupo “Bárbaros del Norte”, expresidente de Coparmex y fundador del DHIAC, encabezó una jornada por todo el país invitando a prominentes figuras de la IP para participar activamente en la campaña como candidatos, en Guanajuato invitó a Vicente Fox, en Nuevo León nuevamente a Fernando Canales, en Durango a Rodolfo Elizondo, en Chihuahua a Pancho Barrio y en Aguascalientes a Rafael Medina y Felipe González quien por compromisos personales no pudo participar.
La jornada electoral fue un auténtico parteaguas en el país y desde luego en la entidad. A nivel nacional los resultados fueron cerradísimos en tres tercios y en Aguascalientes el PAN y su candidato Gastón Guzmán en el primer distrito que abarcaba el municipio capital emparejaron al candidato del PRI Manuel González. Al final Manuel fue diputado pero ya los resultados arrojaban una fuerte simpatía por el PAN.
En 1989 Carlos Ortega aceptó la candidatura por Acción Nacional a la alcaldía y por el PRI jugó Armando Romero quien a la postre fue alcalde en una elección competida. “Sólo está derrotado el que ha dejado de luchar”, “vale la pena vivir por aquello que se está dispuesto morir”, “hay que acabar con las barberenidades en Aguascalientes” arengaba Clouthier en el cierre de campaña panista.
Días después en pleno proceso electoral, un 1° de octubre de 1989 falleció en un accidente automovilístico.
Como consecuencia de aquella elección, Miguel Ángel Barberena ideó una reforma electoral que le diera a cada municipio un diputado y de esta manera ante una eventualidad, conservar la mayoría en congresos locales apostando al voto verde comprometido con el priismo de siempre.
Para ese entonces se vislumbraba un fuerte enfrentamiento entre el influyente vocero de los pinos y el gobernador Barberena quien se definía como un político completo de carrera y no un “político nopalero” o “flor de sexenio”.
La tradición en nuestro estado era que el gobernador en su primer trienio invitaba como alcalde a un hombre de iniciativa privada y en el siguiente a un político para preparar el camino de la sucesión, así en los últimos sexenios desfilaron, Héctor del Villar, Pedro Rivas, Juan Morales por la IP así como Felipe Reynoso, Francisco Martínez, Armando Romero, Miguel Romo por el lado de los políticos.
Se esperaba entonces para el relevo de Miguel Ángel Barberena Vega un hombre de las filas empresariales.
Felipe González, a decir de Otto, fue a buscarlo a sus oficinas en Los Pinos para manifestarle su interés de contender por la alcaldía.
Barberena en sus giras por los municipios se hacía acompañar por los hombres de la iniciativa privada. En uno de esos viajes según cuentan quienes entonces participaron, Barberena mandó llamar a Felipe para proponerle ser candidato a alcalde, -eran tiempos en que ya estaba aquí como titular Fernando Palomino- Felipe se negó diciendo que eso se lo tendría que proponer el presidente del partido. -Lo anterior a sabiendas que quien ya manejaba la sucesión era Otto con quién se había entrevistado y la influencia del gobernador era mínima al menos en ese tema.-
Felipe González, Carlos Maza, Marciano Padilla, el arquitecto Ladrón de Guevara entre otros, fueron testigos de aquel evento.
Después de eso vino el incidente de las armas en la bodega de Felipe y la caída del procurador adelantado Humberto Pérez, movimiento en el que el PAN defendió ampliamente al líder empresarial.
En 1991 el panismo local se convulsionó por las oleadas del foro doctrinario y la nueva dirigencia que en cada estado tenían sus huestes.
Otto Granados invitó a la alcaldía a Fernando Gómez rompiendo con la vieja tradición de que llegara en el primer trienio un hombre de la IP.
Abel Viscencio secretario general del PAN acudió a nuestro estado con la encomienda de platicar con Felipe y proponerle la candidatura a gobernador. No aceptó. Los diarios en días consecutivos fueron lapidarios contra González.
Otto llegó a la gubernatura, Felipe se concentró nuevamente en las cámaras, Alfredo Reyes en Coparmex, Manuel Reed en Canacintra, José Luis Gutiérrez en la USEM, Francisco Valdés en el DHIAC, Octavio Ramírez en el Colegio de Ingenieros, Alfredo Gómez Barrera en la Barra de Abogados, entre otros.
En 1994 se vivió la vigorosa campaña de Diego Fernández a la presidencia y en Aguascalientes el PAN nuevamente emparejó simpatías en el distrito que comprende la capital entre el “Bronco” Gallegos y la profesora Socorro Ramírez.
Otto al estilo salinista en sus primeros años había cortado la cabeza a todo aquello que tuviera el menor dejo de simpatía con Héctor Hugo, a quién no le perdonó nunca las filtraciones a columnistas nacionales que hacían escarnio de su persona y menos aún en la víspera el haber atiborrado los diarios locales con miles de firmas que lo apoyaban como el bueno en detrimento de Granados, alcaldes renunciados, exalcaldes exhibidos, parientes encarcelados, colaboradores sobornados o estimulados, y más.
El saldo de la elección federal llevó a los panistas a la huelga de hambre como protesta en la Plaza de la Patria, este movimiento fue respaldado ampliamente; se levantaron más de cien mil firmas de apoyo a nuestros candidatos y en contra de la titularidad del IFE.
Los medios consignaron “los votos, el dinero y los chismes son para contarse”. 1995 y su elección estaban en puerta.