Muy serio, demasiado serio, el asunto de la formación de maestros. La oferta de formación, los candidatos a maestros, los cursos de actualización que se ofrecen son claros indicios de que hay ignorancia, y falta de voluntad política para implementar la formación que necesita el maestro para realizar su actividad educativa. Desorientación, dudas, y sobre todo, la capacidad de implementar está en su punto cero, en los mejores casos. En los 70s, era una convicción adquirida de que el maestro necesita una sólida formación científica-filosófica-axiológica que les permita superar su minoría de edad. La formulación, implementación, ejecución y evaluación de planes de estudio para la formación de los maestros, con un planteamiento científico que asegure la formación biológica, psicológica sociológica… y filosófica del maestro. Particularmente, la formación psicológica basada en experiencias significativas, en las que se involucren personalmente, y mediante cursos- taller, reflexión, análisis y lectura, permiten derivar los marcos teóricos de su práctica docente. Implica hacer de la observación la piedra angular de la formación profesional.
La formación de maestros ha de asegurarse mediante la integridad ética de los responsables de la formación académica – científica de los maestros: los formadores de los formadores. Organizados en equipos estaf, especializados, interdisciplinarios, asegurarían la formación científico-técnica-ética, del nuevo maestro que demandan los diferentes niveles educativos, la diversidad de tareas, las grandes necesidades y situaciones del sistema educativo, la equidad educativa por encima de la masificación. Cientifizar la educación con el contenido científico a trasmitir y con la interpretación científica de la misma; propuso el positivismo. Actualmente ¡Ya no es un buen deseo: ya hay suficiente conocimiento científico-técnico-ético educativo! Los entendidos hablan de mil campos científicos bien diferenciados, 500 de ciencias ‘duras’ y 500 de ciencias humanas. Formarse científicamente y ser competente no es suficiente, se necesita un plus, muy importante: una escala de valores: honestidad, responsabilidad, etc. como estilo de vida de todo agente educador, Expresión de la formación ética es no usurpar puestos para los que no se está preparado, ni dejar que los usurpen los espabilados.
El resto de problemas figuran con prioridad secundaria respecto de esta primera medida educativa, primera medida en vistas a que el maestro sea actor activo y adulto; profesional y autónomo, agente de su propio desarrollo. El maestro está puesto en el candelero… cómo modelo eficaz… sin formación queda expuesto de por vida a multiplicar la ignorancia la simulación permanente, la desmoralización y al cinismo. Nada trivial, es sumamente delicado: compromete doblemente el trabajo de formación del educando: por la incapacidad se sabotea el aprendizaje y la actitud ante el aprendizaje, paralizando el desarrollo de los educandos. Metafóricamente es como cuando durante la gestación, la madre contrae rubéola, o como cuando un bebé contrae poliomielitis… el desarrollo, incluso el desarrollo físico queda hecho añicos.
El dominio epistemológico y la organización progresiva de los contenidos de la materia según grados de dificultad coordinada con los grados de desarrollo del educando es la suma de la acción didáctica. Dominio que se concreta en una enseñanza que muestra el punto original. En contraste el desconocimiento de la disciplina el dominio superficial hace que el maestro sólo aviente información a los alumnos. (show-information). El gran Erasmo de Rotterdam, hace tres siglos, nos dice, que había pedantes grandilocuentes que se lucían ante los azorados alumnos. Para desgracia del alumno, los medios ya lo atiborraron de información, si le ofrecemos más de lo mismo; nos convertimos en los sepultureros de su inteligencia y educación. Claro que la muerte de la educación también ocurre en manos de la ignorancia enciclopédica y anárquica.
La educación descansa axiológicamente sobre el principio de la coherencia personal. El maestro, encuentra útil para sí mismo todos los contenidos que enseña, de lo contrario convierte su actividad profesional en ejercicio sistemático de simulación, es decir: en ejemplo de incoherencia. Un modelo de desarrollo viviente y en marcha. Sólo podrá inspirar al alumno el gusto y la pasión por aprender, la enfermedad terminal de la curiosidad, ser hábil, resolver problemas, y en una palabra, desarrollarse, si cada aprendizaje que propone es un desafío personal que el mismo maestro ha resuelto, un conocimiento que se ha clarificado y sistematizado, una habilidad que ha adquirido, una actitud que ha desarrollado; como podrá ‘enganchar’ al alumno al trabajo ordenado, al proceso de desarrollo personal, si es un muladar de fracasos.
Por otra parte, se trata de una coherencia largamente meditada y largamente vivida. En educación lo que no es proceso, es pura informalidad. Nadie puede dar lo que no tiene; los estudiantes aprenden de nuestro compromiso con nuestra disciplina, la motivación, con la ciencia enseñada, por la forma de enseñarla y por la forma de aplicarla. Modelos: hay desempeños, palabras, actitudes, que nada más no ‘enganchan’ a los estudiantes. Si toda nuestra coherencia es el gis y la imaginación, frente a las televisoras, con todos los recursos y con el verbalismo de videos y el audio de todos los tamaños y sabores… además: a pesar del desgaste el maestro no sucumbe al descuido en sus desempeños, jamás es presa de la mentalidad exitista y del menor esfuerzo, mantendrá una cultura de aliento y siempre a la espera del momento oportuno, pues la educación consiste en desarrollos, para los que no hay recetas ni formulas seguras, ni éxitos definitivos; con los niños felices de la caja de la risa se impone una permanente actitud de reserva y trato respetuoso.
La supervisión de los maestros y la administración se centra en actividades administrativas formales sin sentido pedagógico. Los consejos técnicos, académicos, y las juntas, implementan un manejo burocrático y politiquero de la educación, en vistas a consolidar cuotas de poder y privilegios económicos que no se justifican ni siquiera económicamente, con lo que pueden hacer y lo que hacen de hecho. Sus discursos son cortinas de humo que utilizan para ocultar esta estafa social permanente y continuar depredando los recursos que pertenecen a la educación de la sociedad. Es la aplanadora burocrática causando la erosión de toda la actividad educativa. Y dilapidando los pocos recursos con que se cuenta. La falta de proyecto educativo de cada escuela la deja a la deriva en cuanto a lo que pretenden, a la animación de un esfuerzo grupal y a los medios y recursos que necesitan.
La debilidad de la formación del maestro y la ausencia de grupos de especialistas de apoyo al proceso educativo, y en particular a la actividad del maestro, la ausencia de incorporación acelerada de la tecnología en general y de la tecnología educativa en particular, dado el desfase entre la escuela y las fuertes transformaciones científico-técnicas y sociales. Indicadores: los cambios que se avecinan son muy grandes sobre todo si se piensa en las proyecciones del desempleo y en la crisis estructural de la sociedad por un proceso de tecnologización aparentemente irrefrenable. (v. Prieto C. D. 1982: pp. 1). El futuro nos alcanzó, y sin embargo, seguimos en el duermevela, en el tormento de las dudas paralizantes, en la rebatinga de cuotas de poder y de privilegios miasmáticos.