Ciudad y mendicidad - LJA Aguascalientes
22/11/2024

La mendicidad en la ciudad de Aguascalientes se ha diversificado. Era muy común encontrarla en  la plaza principal y en algunas esquinas de alta circulación vehicular y procedía, casi siempre, de personas que realmente necesitaban de auxilio. La novedad es que ahora se ha incrementado de forma notable el surgimiento de personas que tocan el timbre de las casas habitación y piden dinero que necesitan para sacar del hospital a un enfermito que acaban de operar, con el fin de reunir fondos porque los asaltaron y necesitan dinero para trasladarse a la ciudad  de origen, o para una medicina que requiere urgentemente algún  familiar cercano.

El primer impulso de muchos ciudadanos es entregar algo de dinero a los dolientes porque no quieren ser culpables de no atender una emergencia humana. Lo hacemos con la idea de colaborar para resolver en parte esa dificultad y dejar tranquila nuestra conciencia. Apenas pasan unos minutos de ejercida la espontánea solidaridad y nos asalta la pregunta de si la petición que nos hicieron era verdadera o de plano se trataba de un engaño.

La duda radica en el hecho de que tales emergencias se han multiplicado. De ser un simple incremento cuantitativo no hay problema, pero si se trata de una artimaña la conclusión es diferente. A nadie le gusta ser engañada en su propia casa y menos gusta que te mientan aprovechándose de tu buena fe. Eso de que te digan que se les acabó la gasolina y que ya no tienen dinero porque los robaron y además la familia completa viene en el auto para sacarte dinero ya se volvió un lugar común que genera sospecha.

En medio de todo esto hay una realidad. Primero debemos aceptar que en el estado hay mucha gente que vive en extrema pobreza. También es importante reconocer que esa pobreza no la puede resolver el gobierno en cualquiera de sus órdenes o niveles, al menos no de un día para otro. Esto explicaría la existencia de gente que no le queda de otra más que pedir ayuda social para sobrevivir, y explica también la generosidad de algunos ciudadanos para resolver parcialmente ese problema. 

¿Cómo saber cuando se trata de una verdad de a peso o de un cruel engaño?, ¿Qué hacemos si confirmamos que se trata de una mentira?  Se me ocurre que vale la denuncia personal, pero sobre todo sería muy bueno tener un sistema ciudadano confiable, seguro y eficiente para atender estas causas cuando son verdaderas, y para no ceder a los engaños que parecen ocurrir cada vez con mayor frecuencia.

También podría ser una tarea del gobierno pero, no sé por qué, esa opción me parece que no resolvería el problema. En todo caso la autoridad municipal debería estar al tanto de la posibilidad de que exista la mendicidad organizada, tal y como fue calificada por la prensa catalana recientemente, cuando fueron descubiertas en paseo de Gracia un grupo de mujeres rumanas pidiendo ayuda económica invariablemente con un niño de brazos para provocar lástima.     

La mendicidad es un fenómeno tan antiguo como difícil de interpretar más allá de los juicios morales. El tema requiere de un estudio cuidadoso de los sociólogos para dejar en claro las dimensiones y la importancia que tiene para la economía y la convivencia social. Cuántos son, qué lugares frecuentan y cómo operan. Mientras que eso sucede admitamos que el engaño como fuente de recursos nunca será positivo para la vida cotidiana de una ciudad que suele fincar mucha de sus rutinas en la confianza.


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