La presidencia de Donald Trump se terminó y la historia se encargará de ubicarlo entre los peores episodios de la democracia de Estados Unidos, pero es momento de olvidarlo y solucionar el desastre de país que hereda a Joe Biden, recomiendan analistas e historiadores.
Al mediodía del 20 de enero de 2021 se iniciará el gobierno de Biden, el demócrata que, sin ser el candidato ideal, despertó la responsabilidad cívica de más de 81 millones de estadounidenses que con su voto pusieron fin a lo que muchos consideran como la peor pesadilla en el mundo desde la Alemania de Hitler: la presidencia de Trump.
“El nuevo gobierno será un contraste con lo que hemos experimentado con Trump”, comienza Allan Lichtman, reconocido historiador y profesor de la Universidad Americana de Estados Unidos, al hablar de los retos nacionales e internacionales para Biden.
Autor de varios libros, entre los que destacan Las llaves de la Casa Blanca y Pronosticando al próximo presidente, cuya versión reeditada saldrá a la venta en agosto de 2021, Lichtman designa la división racial como el peor de los males de la herencia de Trump.
“Biden lo ha dejado en claro, su prioridad será intentar reunificar a la nación, lo que contrasta con los cuatro años que Trump dedicó a promover agravios infundados que estaban diseñados para inflar a su base electoral y para crear divisiones innecesarias en el país”, dice Lichtman.
Aun cuando desde el pasado 7 de noviembre todos los medios serios y con credibilidad, y con base en los resultados inmediatos de los comicios presidenciales, declararon a Biden presidente electo, será esta semana cuando oficialmente se le reconozca como tal.
Este lunes 14 los electores que integran el Colegio Electoral de Estados Unidos asignarán oficialmente a Biden y a Trump los sufragios que obtuvieron en las elecciones presidenciales del pasado 3 de noviembre.
Conforme a los resultados finales, y sustentados por las autoridades electorales estatales y federal, Biden recibirá oficialmente 306 sufragios del Colegio Electoral y 81 millones 282 mil 896 votos populares, que representan 51.3% de las boletas electorales emitidas.
Pese a la obviedad, el todavía presidente de Estados Unidos vive en un estado de negación y se resiste a aceptar su fatalidad política.
El pasado 8 de diciembre la Suprema Corte de Justicia, con seis de los nueve jueces con tendencias conservadoras y de afiliación al Partido Republicano, rechazó el pedido de Trump y sus abogados de revocar el resultado de la elección presidencial en el estado de Pensilvania.
Frente a la negativa de una Suprema Corte de Justicia conservadora y comulgante con la ideología republicana, Trump recurrió a la Suprema Corte de Justicia de Texas para intentar revertir la victoria de Biden en Pensilvania, acción legal que de inmediato fue considerada una locura.
Con la reiteración de la designación de Biden como el próximo presidente constitucional de Estados Unidos por parte del Colegio Electoral este lunes 14, el siguiente trámite será el 6 de enero de 2021, cuando en sesión conjunta el Congreso federal admita el resultado.
Dejando de lado los exabruptos de Trump y sus reclamos sin sustento de que hubo fraude en los comicios que claramente perdió, los historiadores y expertos en asuntos gubernamentales, como Lichtman, abren la nueva página para el análisis y discusión de la presidencia que viene.
Aunada a la problemática de una nación dividida por el narcisismo y racismo que ejerció y patrocinó Trump, la urgencia para Biden será resarcir una economía sacudida por la pandemia de covid-19 y el desempleo que se generó como efecto colateral inmediato del virus.
“El nuevo gobierno honrará y seguirá las recomendaciones científicas en áreas críticas, como la pandemia del coronavirus y el cambio climático, que representan una amenaza sustancial al bienestar y sobrevivencia de la población estadunidense y del planeta”, dice Lichtman.
Con doctorado de las universidades de Harvard y Brandeis, el también profesor en leyes y criminología en la Americana, en entrevista con Proceso, define los aspectos que serán los puntos candentes en el gobierno de Biden para reparar la catástrofe que recibirá el próximo 20 de enero.
El catálogo que pronostica Lichtman incluye la reconstrucción de alianzas con la mayoría de los países, ampliar los servicios de salubridad pública a toda la ciudadanía, restablecer las normas democráticas y reivindicar el sistema constitucional.
Aunque Lichtman insiste en que la sociedad de su país debe y tiene que ignorar a Trump a partir del 20 de enero de 2021, reconoce que las secuelas que deja el todavía mandatario podrían tener efectos políticos asociados al Partido Republicano si surgen tribus ideológicas extremistas.
La derrota de Trump genera anticuerpos en algunos sectores de la población estadunidense; hay inquietud y temor de que una vez que la victoria de Biden sea corroborada por el Colegio Electoral, seguidores del aún presidente desaten la violencia comprándole el argumento de fraude.
Hasta ahora y cuando tácita e indirectamente Estados Unidos y el resto de las naciones, con pocas excepciones –México entre ellas–, reconocen a Biden como presidente electo, no ha habido actos de violencia ni de insurrección por parte de los “trumpianos”.
Lichtman no descarta del todo que puedan surgir exabruptos en este sentido; no obstante resalta el civismo de sus conciudadanos, demostrado en las elecciones y corroborado por la participación de 155 millones 505 mil 380 votantes.
Elemento principal para el éxito de Biden y para borrar en cuatro años el lastre que deja Trump en Estados Unidos es, de acuerdo con el análisis de Lichtman, la reconstrucción económica y la contención de la pandemia.
Sin el control del virus con una vacuna probada y efectiva, sin efectos secundarios en la población, el profesor de la Universidad Americana argumenta que nadie, ni Biden ni ningún otro presidente, podría avanzar en el reacomodo y restauración de las bases macroeconómicas.
El objetivo marcado para los primeros 100 días de la presidencia que viene incluye movilizar al país a la inversión en infraestructura, la distribución equitativa del sector de las manufacturas e implementar planes de recontratación de trabajadores desplazados por el virus.
“No ocurrirá de la noche a la mañana. Será un proceso difícil y largo que pondrá a prueba a los republicanos para saber si están dispuestos a sacrificar a la economía solamente por obstruir las iniciativas del presidente Biden y causar el fracaso de su gobierno”, remata Lichtman.