Para las organizaciones de la sociedad civil que trabajan en cuestiones de diversidad sexual, género y derechos humanos, es una constante la denuncia de un pésimo actuar de las autoridades encargadas de la investigación de homicidios contra homosexuales, al calificarlos de “crímenes pasionales” cuando debería ser “de odio” como ya lo establecen diversas legislaciones internacionales, con penas mucho más severas.
¿Cuál es la diferencia? El móvil subyacente: la homofobia. Frecuentemente se cae en el simplismo de establecer como causa subyacente a la infidelidad, cuando además de los delitos conexos como robo o violación, aparecen motivaciones asociadas a una cultura machista, problemas de aceptación de la orientación sexual, o enfermedades mentales ligadas al perfil de los asesinos seriales.
En Aguascalientes no existe un registro serio de las muertes infligidas a la comunidad gay o peor aún, la mayor parte de los casos conocidos no tienen identificado a un culpable; si lo hay, no hay detenciones; si son aprehendidos, la sentencia no siempre incluye todas las agravantes.
Según la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF), en todo el país se presentaron 420 casos de crímenes de odio de 1995 a 2006, aunque según el activista Arturo Díaz Betancourt, documentador del tema, asegura que anualmente los decesos intencionales contra gays llegan a los 180. Terriblemente, la CDHDF afirma que 8 de cada 10 casos quedan archivados.
Posibles casos en el estado
Para aquellos que dudan que la violencia hacia los no heterosexuales, aquí una relación de casos fatales:
José Luis Becerra Valtierra. Estilista. Hecho ocurrido el 26 de julio. Tenía años viviendo con su pareja, se presume que la causa fueron problemas en su relación sentimental, no ha sido resuelto. Recibió 17 puñaladas.
Silverio Galván García. Mesero. Asesinado el 16 de junio por arma punzocortante supuestamente por un vecino con el que bebía continuamente, Paulino Lozano Limón, quien fue detenido días después.
Luis Fernando Ramírez Pérez «El Pelón». 16 años. Hecho ocurrido el 11 de junio. Vivía en un punto donde se le conocía como «picadero» a donde acudían mujeres trans. Antes de morir sostuvo relaciones sexuales. No hay detenidos. Recibió 20 puñaladas.
Israel Pérez Villarreal. Médico. Hecho ocurrido el 15 de marzo. Tenía una relación con un taxista casado. Murió por un golpe contuso. Fue detenido de nombre Carlos Giovanni Pulido Rodríguez.
Jorge Alejandro Contreras Rodríguez. Fallecido el 8 de junio 2008. Pidió sostener relaciones sexuales con Juan Jesús Juárez Nieto, quien lo mató y ya fue arrestado.
Oscar Eduardo Carreón Cruz, de 54 años. Asesinado el 27 junio 2007. Lo mató presuntamente Omar Casillas Juárez, de 24 años, quien adujo que lo hizo porque de niño sufrió abuso sexual.
Elías Hernández de la Rosa. 32 años. Estilista. Hecho ocurrido el 2 de mayo de 2009. Acompañó a varias trabajadoras sexuales con presuntos delincuentes. Murió él y cuatro mujeres, todos por asfixia.
Guillermo Vargas Jiménez. 29 de julio de 2008. Lo encontraron en una “narcofosa”. Estilista y presunto vendedor de droga. No hay detenidos. Fue enterrado vivo.
Obviamente no son los únicos casos, se suman algunos personajes conocidos y anónimos de los que no siempre trasciende la orientación sexual, aunque sí la saña con la fueron atacadas. De manera general, se ha establecido que los asesinatos por homofobia presentan algunas constantes: Los agredidos tienen una edad entre los 20 y los 40 años, viven solos y tienen solvencia económica. El caso más común es cuando el asesino es “ligado” por la víctima y por lo general median relaciones sexuales previas.
La otra variante es contra las trans -conocidos como “vestidas”- o gays de apariencia femenina, quienes llegan a ser objeto de violación, a veces tumultuaria, para acabar en la muerte luego de múltiples vejaciones, golpes y heridas. El arma blanca es el instrumento de muerte que más veces aparece.
La cara de los “verdugos” puede tener muchas variantes, desde un educado caballero hasta un hombre de apariencia muy masculina, muy “buga”, bajo los estereotipos de “chacal” (facciones indígenas o burdas) o “mayates” (definición muy vulgar en desuso: machos que gustan de “empujar la caca”). Obviamente, la fisonomía no es un factor objetivo.
Lo cierto es que la cultura de la muerte ha permeado tanto entre la comunidad LGBTTTI que la exaltación de los femenino en los hombres y de la varonil en las mujeres suscita comentarios como “y luego que por qué los matan” o “¡con esas fachas al rato apareces en un baldío!”. Por cierto, me faltó enunciar los crímenes contra lesbianas.
Por supuesto no me jacto de criminalista ni nada similar. Sólo soy una persona que sufre cada vez que se repiten en titulares discriminatorios y con la dignidad robada en fotos explícitas. Soy una persona que se siente amenazada ante la simple posibilidad de perder la vida por el odio irracional de un individuo que puede pasar como “gente común”. ¡Basta!