Palabras fallidas. El debate político en la UAA - LJA Aguascalientes
25/11/2024

El escenario estaba puesto. Por iniciativa de La Jornada Aguascalientes, secundada por varios organismos públicos y privados, la Universidad Autónoma, haciendo honor a su naturaleza de ser el lugar donde se analizan y se confrontan todas las ideas sin privilegiar, ni excluir, a ninguna, fue anfitriona de un “debate de ideas” entre los partidos políticos que contienden en las ya muy próximas elecciones. Debo decir, con pena, que la oportunidad fue desaprovechada.  No porque no acudieron los presidentes de los dos partidos mayores, el PRI  y el PAN, lo cual al final de cuentas no era importante porque no siempre los presidentes son los ideólogos de las organizaciones políticas, sino porque lo que escuchamos no fue, en general, sino un eco de lo que hemos escuchado en las campañas.

Los participantes no aprovecharon la señal de alerta de la primera pregunta, que los cuestionaba acerca del sinsentido y de la vacuidad de las campañas, porque lo que escuchamos fue una repetición de las mismas. Como si no fuera suficiente con lo que a cada rato se nos hace oír en la radio y la televisión, otra vez se nos volvieron a reiterar a los asistentes las mismas promesas: creación de empleos, mejora en la calidad de la educación, seguridad, salud, transparencia, equidad, combate a la pobreza, y los etcéteras que ya conocemos. Contrariamente a lo que cada uno proclama: que ellos si harán lo que los otros partidos no saben, no pueden o no quieren hacer, y contrariamente a la campaña por el voto nulo (que también estuvo presente en las pancartas de algunos de los asistentes), oyendo sus promesas dan ganas de votar por todos: ¡Todos a votar! ¡Por todos! ¿Se imaginan un país sin corrupción, con seguridad, con equidad, sin desempleo, etcétera? Lo malo es que la experiencia de la ciudadanía es que las promesas se olvidan una vez que los elegidos, con muchos o con pocos votos, llegan al poder.

Murray  Edelman escribió hace tiempo un libro con el título de Lenguaje político: Palabras exitosas, políticas fallidas. En él analiza en el campo de la política el fenómeno de la discrepancia entre el discurso y la acción, que otros pensadores notan también en otros campos. Parece que es general, y no una característica exclusiva de nuestro país, que cuando las palabras de los políticos se enfrentan con la realidad sufren ajustes, y también olvidos, al confrontar lo deseable con lo posible.

Las campañas políticas, desde luego, se fundamentan en las palabras, en discursos que aspiran a tener éxito, a lograr su objetivo: conquistar el voto de los ciudadanos para llevar a los candidatos al poder y, desde allí, buscar construir su ideal de sociedad. Pero esta campaña pudiera titularse: Palabras fallidas, políticas también. Porque las campañas no son exitosas. La gente está hastiada y no cree en las palabras de los políticos, ni en sus promesas. La percepción generalizada es que la política sólo beneficia a los políticos. Que en las campañas lo que está en juego son los beneficios de los políticos, que con frecuencia son los mismos personajes de siempre que incluso saltan de un partido a otro en busca de sus intereses, y que por lo tanto sólo les interesa a ellos.

Estando así las cosas, a los ciudadanos les importa más escuchar horas y horas de análisis y de debate acerca del desempeño de la selección nacional de futbol, que de debate político. Por eso era importante el foro organizado en la UAA, que se anunció como un debate de ideas al que algunos, entre ellos yo, asistimos escépticos pero sin perder las esperanzas, sólo para salir de allí desencantados. Desde el inicio lo advirtió el representante del PAN, citando a Gómez Morín: “que nadie se ilusione, para que no termine desilusionado” (por cierto, en un debate de ideas, Rodríguez Mijangos no pudo haber ilusionado a nadie). Pero qué quieren, uno no pierde la esperanza. Para seguir con el símil del futbol, asistimos al debate como los aficionados del West Bromwich a presenciar un partido contra el Manchester United, con la seguridad de que aquello iba a ser un desastre pero, en el fondo, albergando alguna tibia esperanza, que ni siquiera se atrevían a expresar, para por lo menos no ser tachados de ilusos. El West Brom perdió 4-0; y en el foro no hubo debate de ideas. ¿Quizá porque no hay ideas? ¿Porque hace tiempo que las ideas fueron sustituidas por las promesas de sentido común a los votantes y por las diatribas insultantes o pretendidamente ingeniosas a los contrincantes?

En mi primera colaboración para La Jornada escribí: Cuando se acerca el periodo de las llamadas “elecciones intermedias”, los ciudadanos les agradeceríamos a partidos y a candidatos que expresaran con transparencia y honestidad sus posiciones. Que los conservadores se asuman y se presenten como conservadores, los liberales como liberales, los revolucionarios como tales. Que desde sus posturas nos digan qué país se imaginan y con qué políticas nos proponen construirlo. Esto y no los pleitos y los denuestos entre ellos, que por lo general no nos interesan, es lo que deseamos escuchar para intervenir como ciudadanos en el debate, y para decidir responsablemente nuestros votos.

Estoy de acuerdo con quienes dicen que hacen falta ideólogos en los partidos. Como se ha señalado repetidamente no han surgido los nuevos Jesús Reyes Heroles, Carlos Castillo Peraza, Carlos Pereyra. El pragmatismo ha tomado las riendas y ni las palabras, ni las políticas sociales, atinan a construir un mejor país. Ni la esperanza.


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