En días recientes, el Gobierno del Estado entregó la nueva obra del distribuidor vial Las Américas, que incluye algunas obras adicionales como la nueva Glorieta de la Paz, un espacio de 68 metros de diámetro con una paloma escultórica de seis metros de alto por nueve de ancho como símbolo de la paz. En esa glorieta inicia también un parque lineal de 550 metros de longitud que transcurre por debajo del paso vehicular, es decir, es una especie de bajo puente en el que, según la Secretaría de Obras Públicas, se encuentran cerca de 400 árboles –inmersos en la infraestructura vial–, una ciclovía recreativa de 880 metros, entre otros equipamientos como gimnasios al inferior del paso vehicular.
La construcción del distribuidor vial muestra, una vez más, que en materia de movilidad la actual administración estatal está capturada por lo que alguna vez representó el principal paradigma de movilidad en el mundo: que a mayor niveles de tráfico, se requiere mayor infraestructura vehicular. No obstante, décadas después de haber destinado incontables recursos a la construcción de infraestructura vehicular, muchas ciudades en el mundo se han percatado de que ese paradigma no resolvió los problemas de tráfico, pues continúan en aumento e incluso a una mayor velocidad. O ¿qué ciudad ha resuelto sus problemas de tráfico con más infraestructura vehicular?
El tipo de “soluciones” como el distribuidor vial genera una sensación de alivio para los automovilistas, pues, en el corto o mediano plazo, puede generar una cierta reducción en el tiempo de traslado; en el largo plazo, sin embargo, esa infraestructura contribuye a generar una demanda aún mayor de uso del automóvil que resulta, por supuesto, en más tráfico vehicular, con lo cual la ganancia de tiempo tiende a ser cada vez menor. Lewis Mumford explicó ese fenómeno de manera sencilla pero contundente a mediados del siglo pasado: construir más infraestructura vehicular para prevenir o reducir el tráfico vehicular es igual que agrandar el cinturón para reducir la obesidad.
Ese fenómeno se ha descrito anteriormente en este espacio (ver: https://bit.ly/2VZqYLr), por lo cual, en esta ocasión, el análisis se enfoca en la Glorieta de la Paz, que el gobierno estatal ha presentado como un nuevo espacio público emblemático para las familias de la ciudad; pero ¿es realmente un buen espacio público? El arquitecto danés, Jan Gehl, reconocido en el ámbito internacional por haber participado en múltiples proyectos de transformación del espacio público en diversas ciudades, identifica tres funciones principales de un buen espacio público: proteger, invitar, disfrutar. Veamos.
En primer lugar, un buen espacio público protege a las personas del tráfico vehicular, tanto para evitar accidentes como para reducir su exposición al ruido y la contaminación. La Glorieta de la Paz, inmersa entre vialidades de alta velocidad, generará experiencias sensoriales contrarias a las de un buen espacio público, pues las personas estarán expuestas al ruido, emisiones y estrés que produce el tránsito vehicular. Un buen espacio público también protege a las personas de condiciones climáticas adversas –como el sol o la lluvia– a través de sombra, cubiertas, entre otros elementos, para permitir a las personas disfrutar de esos espacios en cualquier momento del día o del año; algo de lo cual carece el nuevo espacio inaugurado en Aguascalientes. Más aún, un buen espacio público protege a las personas de la delincuencia a través del efecto conocido como “ojos en la calle”, que sugiere que una mayor presencia humana en el espacio público durante distintos periodos de tiempo, a través de actividades como cafés, tiendas, oficinas, entre otras, permite que las personas se cuiden entre sí. La nueva glorieta, aislada de cualquier otra actividad que asegure una mayor presencia de personas, difícilmente generará una percepción de seguridad que invite a las personas a permanecer en ese espacio.
En segundo lugar, un buen espacio público invita a las personas a aprovecharlos, para lo cual deben contar con accesos seguros, cómodos, claros, sin obstáculos, indistintamente de edades o discapacidades. La Glorieta de la Paz, sin embargo, sólo es accesible para las personas que puedan cruzar una calle o avenida de manera independiente, lo que implica además que los automovilistas cedan el paso al peatón y respeten las señales de tránsito. Igualmente, un buen espacio público cuenta con elementos que invitan a las personas a estar ahí, incluyendo elementos atractivos para sentarse, recargarse, acostarse o simplemente disfrutar de vistas o experiencias sensoriales deseables. La nueva glorieta sólo ofrece vistas al distribuidor vial y carece de espacios tranquilos, cómodos y agradables para leer, comer, descansar, o cualquier otra actividad. O ¿por qué alguien habría de acudir a ese nuevo espacio? ¿Qué invita a estar ahí? ¿Cuánto tiempo permanecería?
En tercer lugar, un buen espacio público está diseñado para permitir a las personas disfrutar. En ese sentido, es fundamental que se piense siempre en la escala humana, es decir, que la dimensión de los espacios sean adecuados para generar experiencias agradables para las personas y un ambiente cómodo y seguro para que todos puedan disfrutar de los espacios exteriores de una ciudad. En Aguascalientes existen innumerables ejemplos de buenos espacios públicos que las personas realmente pueden disfrutar; sin embargo, los espacios entre o debajo de grandes avenidas suelen ser de poca calidad y difícilmente logran atraer a las personas. ¿Será el caso de la nueva Glorieta de la Paz?
En conclusión, se agradece la intención del gobierno estatal de mejorar el espacio residual que resulta de las obras de infraestructura vial, pero una obra escultórica no hace un buen espacio público. La actual administración estatal está a tiempo de entregar espacios públicos de calidad como legado a la población. Los buenos espacios públicos, que con frecuencia suelen recordar a quienes los realizaron, no requieren grandes inversiones o infraestructura monumental, sino un diseño pensado en las personas, no en automóviles. ¿Por qué no impulsar, en el último tramo del sexenio, algunos espacios públicos de buena calidad?
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