Un espejismo es una apariencia, una ficción, una entelequia; en sentido contrario está la realidad, lo que es cierto, concreto e inobjetable. El proceso electoral que vivimos los mexicanos, y particularmente los hidrocálidos en este 2009, deja una estela de hechos y espectros.
Dentro de las grandes ficciones están las “ofertas” políticas que hicieron crecer a los partidos Verde Ecologista y Nueva Alianza. Sin tener sustento en una plataforma legislativa seria, prometieron vales para medicinas, bonos para clases de computación e inglés, plazas laborales en los institutos de educación locales y en la Secretaría de Educación Pública, así como becas en instituciones de educación particular. Cuando creíamos que la compra de votos con gorras y despensas había quedado en el pasado, ambos partidos encontraron en los medios de comunicación masivos y la publicidad moderna, un nicho clase-mediero de votantes desesperados por la peor crisis de los últimos tiempos.
En la columna de las realidades están la contundencia de los resultados electorales que traerán como consecuencia una nueva composición de la política nacional. En la cámara de diputados federal, con 237 representantes priistas de la población nacional, se impulsará una agenda legislativa que promueva una mayor equidad social, asegure los bienes nacionales y haga frente a la emergencia económica.
En la nueva legislatura federal tendrá un papel sumamente importante la presencia de Beatriz Paredes Rangel, quien se integra a la fracción parlamentaria del Partido Revolucionario Institucional, luego del balance con saldo positivo en su gestión política al frente de ese instituto político. Beatriz llega a la cámara baja, no sólo con una escalera real de gubernaturas ganadas en su haber, sino con un diagnóstico actualizado de la problemática nacional y la experiencia necesaria para diseñar opciones legislativas pertinentes y viables.
Volviendo a la columna de los espejismos, se encuentra el aparente triunfo del Partido Acción Nacional en dos de los tres distritos federales en Aguascalientes. En los hechos, existe un empate técnico en toda la entidad, ya que los recientes resultados electorales muestran una diferencia de 2.67% en promedio, entre el Revolucionario Institucional y Acción Nacional; habiéndose abierto en los consejos distritales casi la mitad de los paquetes electorales por diferencia menor al 1% entre el primero y segundo lugar en votación.
En la fila de las realidades se encuentra el ambiente de tensión entre el presidente de la República, Felipe Calderón y los gobernadores de los estados, así como entre el propio Calderón y el Partido Revolucionario Institucional. El presidente dirigió la reciente concurrencia de su partido en la campaña federal y decidió ser su figura emblemática. Como estrategia eligió confrontarse con los gobernadores estatales en temas como la seguridad pública y la epidemia de influenza, politizando de paso asuntos nacionales tan delicados. Complementariamente, el presidente de la República asignó al presidente de Acción Nacional, el papel de coordinador ofensivo, ordenándole orquestar una andanada de ataques contra el Partido Revolucionario Institucional, utilizando descalificaciones y provocaciones graves.
Entre lo evidente y lo oculto, tenemos a un Partido Revolucionario Institucional con una tarea extraordinaria, derivada de la confianza que le depositaron los electores; a un presidente de la República y a su partido, que primero deberán buscar acercarse a quienes hostilizaron, antes de poder tomar acuerdos; a un PRD en una guerra de baja intensidad con López Obrador y sus aliados Convergencia y del Trabajo; y a los partidos “multimedia” que están obligados para conservar su capital electoral, a cumplir con los vales, bonos, plazas y becas que prometieron.