- Personas intersexuales sufren de depresión, ansiedad, problemas físicos derivado de operaciones como estas
- Es difícil que personas intersexuales tengan acceso a la salud y la educación
Decidir en operaciones de cuerpos intersexuados recae sobre los padres que generalmente carecen de información o toman decisiones precipitadas. Hijos desconocen de las intervenciones en sus cuerpos hasta que son jóvenes, llegando a provocar depresión y ansiedad.
Mara Cristina Toledo Silva, colaboradora de Brújula Intersexual, participó ayer en el Conversatorio Violaciones a los Derechos Humanos de las Personas Trans e Intersexuales, organizado por el Comité de Ética y Prevención de Conflictos de Intereses del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS).
La activista resaltó que su primera relación con la intersexualidad fue cuando estudiaba medicina. Durante sus prácticas una mujer acudió a consulta porque no podía embarazarse, un médico dijo que ella tenía testículos internos, otro dijo que es genéticamente hombre pero tiene cuerpo de mujer. “Esas frases me generan muchas preguntas, pero me causó más malestar la forma en que fue tratada. Le preguntaron: ‘¿te sientes mujer? ¿te gustan las mujeres?’, se desvaneció el motivo real por el cual ella iba a consulta”.
Señaló que desde la medicina se le ha considerado un defecto o una anormalidad corporal de nacimiento, en contraste, desde el activismo se define como parte de la diversidad corporal de los cuerpos sexuados. Aunque para definir la intersexualidad hay una gran variedad de significados dados desde varias perspectivas.
Algunos de los problemas que las personas intersexuales viven son derivadas de las intervenciones médicas sobre los cuerpos intersexuales obligando que sus genitales puedan ser definidos de hombre o mujer únicamente.
Toledo Silva resaltó que en las intervenciones médicas yace una paradoja pues por un lado los médicos predisponen que el sexo es la materia biológica sobre la que se construye el género, y por otro aseguran que en el caso de un recién nacido el sexo es creado a través de la tecnología médica.
“La responsabilidad de decidir si esos menores de edad son o no operados recae sobre las madres y padres que con frecuencia carecen de información o toman decisiones desde la angustia y la incertidumbre. Los hijos no tienen conocimiento de qué fue lo que sucedió con sus cuerpos hasta que son jóvenes o adultos”, dijo la activista.
Las experiencias de personas intersexuales son diversas, hay puntos en común con la institución médica. Ejemplificó que en personas adultas que fueron intervenidas durante su niñez y adolescencia sienten que estos procedimientos fueron incisivos y dolorosos, enfrentando depresión y ansiedad como consecuencia de esas vivencias. Algunos incluso han buscado el expediente médico para saber qué sucedió con su cuerpo, encontrando que su expediente ya no existe o hay imposibilidad burocrática para acceder.
En contraste, las personas que no fueron intervenidas, debido a burlas o acoso, se vieron obligadas a desertar la escuela sin contar respaldo alguno de las autoridades, o por lo menos viven dificultades para continuar con los estudios en algunos niveles.
Lo anterior es precisamente uno de los argumentos que emplean los médicos para convencer y hacer una intervención: “Desde mi postura hay que reconocer que es la sociedad y el pensamiento lo que debería de modificarse y no a los cuerpos de recién nacidos”.