ocas discusiones pueden ilustrar de forma tan nítida nuestra posición como el sustento fiscal de un Estado determinado. Cuando hablamos de impuestos y de gasto público, sabemos si somos de izquierda o de derecha, más allá de nuestras tendencias a vestir con playeras del “Che” Guevara o a Bienestar en el mundo, o que procure un modelo de convivencia igualitario es viable que la piel se nos ponga “chinita” cuando escuchamos a Mercedes Sosa.
Por ejemplo, y para documentar la “ausencia” de la izquierda en el debate público, está el grito de batalla que Fernández Noroña impuso a personajes de la talla de Laura Itzel Castillo, Jaime Cárdenas Gracia y Enrique Ibarra Pedroza en la toma de tribuna del pasado miércoles: “no más impuestos”.
Justo al día siguiente, un análisis de la OCDE nos recordaba que somos el país miembro de dicha organización que tiene “menores ingresos” y “menor gasto público” en proporción al tamaño de nuestra economía. Nuestra recaudación equivale apenas a 10% del Producto Interno Bruto. Ningún Estado de Bienestar se ha construido sobre ese sustento fiscal.
No obstante, y pese a las limitaciones de la “radical chic” (Edilberto Aldán dixit), hay un gran trecho entre no compartir la postura de Fernández Noroña y ver la decisión del PRI-AN como “patriota”. Es más, el atraco que avanzaron en la madrugada del jueves (y que se va a confirmar, con o sin aumento al IVA) no tiene sustento lógico.
La derecha mexicana, con intelectuales orgánicos como Federico Reyes Heroles, Jesús Silva Herzog-Márquez, Pablo Hiriart, Jaime Sánchez Susarrey, Sergio Sarmiento y otros especímenes de naturaleza reptil (por aquello de lo arrastrados) se han empeñado en empujar la idea de que “lo más justo” es gravar el consumo, para luego gastar en los que menos tienen.
La segunda parte no está tan mal, excepto porque la mayoría de los gastos que hace el gobierno en México no van dirigidos a quienes “menos tienen”. Salvo la inversión en educación básica y programas de transferencia directa de recursos como Oportunidades, todo el resto de la “política social” no es re-distributiva. (Incluyendo el Procampo, gasto en universidades y subsidios a las gasolinas y el agua).
Pero el gran defecto de la “novedosísima” propuesta de la derecha (representada, para este caso, por Acción Nacional y por el PRI que, “haiga sido como haiga sido”, avaló el incremento al IVA) es que no tiene sustento en la realidad.
Si nuestros intelectuales orgánicos leyeran los documentos que citan, en su totalidad, se darían cuenta que el antes referido reporte de la OCDE “government at a glance”, del año 2009, en la tabla 2.4 “Estructura de los ingresos generales del gobierno”, no los avala en lo absoluto.
En ella, se aprecian los ingresos del gobierno divididos en seis categorías, pero para funcionalidad del análisis basta utilizarcuatro: ganancias e ingresos, seguridad social, propiedad y bienes y servicios. Para que usted los piense en función de realidad, le podríamos hablar de ISR, las cuotas al IMSS, el predial y el IVA y IEPS, en términos generales.
Pues bien, en promedio, los países miembros de la OCDE obtienen el 35.7% de sus ingresos de los impuestos a los ingresos y las ganancias (en una nota al final del artículo explicaré la diferencia entre ingresos y ganancias y sus consecuencias en la desigualdad que priva en el país), el 25.3% de las contribuciones a la Seguridad Social, el 5.7% de los impuestos a la propiedad y el 31.5% de impuestos a bienes y servicios.
En México, sólo el 25.1% de los ingresos tributarios provienen de los impuestos al ingreso y las ganancias, el 14.9% de las cuotas de Seguridad Social, el 1.6% de los impuestos a la propiedad, y el 56.3% de impuestos a bienes y servicios.
De hecho, en términos proporcionales, nuestro país es el socio de la OCDE que más depende de los impuestos a bienes y servicios.
Pero además de ello, la evidencia demuestra que los Estados más igualitarios son aquellos que basan su recaudación en los ingresos y las ganancias personales, y no en el consumo. En el caso de Dinamarca, el 60.1% de su recaudación proviene de ingresos y ganancias y el 33.2% de gravámenes a bienes y servicios; en Canadá, los porcentajes respectivos son del 48.7% y 24.3%; en Noruega, 50.1% y 27.3%, respectivamente; y en Suiza, del 45.7% y 23%. Eso basta para desmentir el cuentito de que la desigualdad y la pobreza se convierten en la política de gasto y no en la de recaudación.
Finalmente, quiero referirme a la vergonzosa actuación del PRI en el debate fiscal. No comparto el sentido de una gran mayoría de la opinión pública que ha centrado sus críticas contra el dirigente panista César Nava, quien aparentemente, “motivó” que el partido de los señores feudales se retractara del aumento al IVA.
Si César Nava fue o no imprudente es irrelevante. El hecho es que el PRI votó, en San Lázaro, a favor de una posición y de un incremento generalizado a los impuestos. Más allá de si la propuesta de aumentar el IVA fue de ellos, o provino del gobierno federal (mediante un documento encontrado repentinamente y firmado, supuestamente, un día antes por un subsecretario de estado), el asunto es que los priístas votaron a favor de la propuesta y la defendieron como un asunto de vida o muerte.
Basta recuperar el debate de la madrugada del jueves para ver la vehemente forma en que un diputado de apellido ilustre (Lerdo de Tejada) y de reputación sin lustre, argumentaba en dicho sentido. Argumentar, un día después, que gracias a la “imprudencia” de Nava, su visión sobre lo que debía ser la estructura fiscal del Estado mexicano se modificó, es un insulto a la más elemental racionalidad política de los mexicanos. Pero ese es el nuevo PRI, con tufo atlacomulquense, que desde ahora gobierna este país; dominado por la inconsistencia programática.
P.D. Muy pocos entienden la importancia de diferenciar entre ingresos y ganancias. Normalmente, los ingresos son de los trabajadores y las ganancias de los patrones; la mayor evasión en México no es la que realizan las empresas, sino muchos “empresarios”.
En honor a la verdad, hay que señalar que este año la izquierda sí presentó iniciativas para modificar este aspecto, especialmente para gravar las ganancias de capital y evitar la consolidación fiscal. Esas propuestas ni siquiera fueron dictaminadas por la Comisión de Hacienda, de la cual, por cierto, forma parte nuestro representante Raúl Cuadra, otro de los impulsores de los impuestos al consumo. Por cierto, Raúl Cuadra el invitado que se había programado para el programa de TV “En Voz Alta” que se transmite los lunes en vivo a las 9 de la noche. Declinó asistir, seguramente porque el orgullo por haber votado como votó, sólo le permite acudir a las entrevistas a modo.