Cualquiera que leyera el artículo de Enrique Rodríguez Varela el pasado lunes, pensaría que está replicándole a algún admirador de Elba Esther Gordillo. O bien, podría inferir, con algún grado de razón, que lo que hace el susodicho es caricaturizar los argumentos de su interlocutor.
La estructura lógica de la argumentación es más o menos la siguiente: “X” dice que a Elba Esther le importa la manera en que será tratada por la historia; luego entonces, debemos suponer que “X” está hablando bien de Elba Esther; conclusión lógica: “X” es un adulador de Elba Esther. Bajo ese esquema de ideas, podríamos calificar de nazi a cualquier historiador que afirme que Hitler estaba obsesionado con la manera en la que la historia le recordaría, o de narcotraficante a cualquiera que insinuara que el “Chapo” Guzmán se preocupa por no tener la clásica imagen de despiadado, a diferencia de otros criminales.
Decir que a Gordillo le preocupa la manera en que la historia la tratará no implica avalar sus pretensiones, sino explicar un hecho. Y al igual que ése, cuando platicaba sobre el artículo con el estimado Enrique Rodríguez, hacía yo precisamente un ejercicio de comparación con Fidel Castro, a quien él menciona en su artículo. Nadie puede negar que las decisiones que el dictador cubano ha tomado a últimos días están mucho más vinculadas con sus preocupaciones de carácter histórico, que con un cálculo cotidiano de su accionar político.
Lo que describía en mi entrega pasada, es simplemente un proceso por el que pasa una líder sindical corrupta y corporativista, pero mucho más visionaria que el resto de sus congéneres. Si eso pudiera limpiar la imagen de la líder en cuestión, es una cosa muy distinta, pero de que el fenómeno está ocurriendo, ni duda cabe.
¿Alguien ve a Joaquín Gamboa Pascoe luchando por esquemas de evaluación para sus agremiados? El líder del SME, Martín Esparza, ¿está preocupado por lograr esquemas de capacitación en Luz y Fuerza del Centro? Valdemar Gutiérrez, del IMSS, ¿ha propuesto algún pacto de transparencia y rendición de cuentas a las autoridades del Seguro Social como la vapuleada ACE? ¿La calidad educativa ha mejorado en los estados en los que ha tomado el control la CNTE o algún otro movimiento “democrático”? ¿Cuántos editorialistas les exigen cuentas a ellos? ¿En serio alguien se creerá que es políticamente incorrecto hablar mal de Elba Esther? ¿O es exactamente al revés?
Si utilizara el esquema de caricaturización de mi interlocutor, y de poner palabras en su boca sin su previo consentimiento, podría afirmar que él “avala” a dichos líderes sindicales, que fueron a quienes comparé con “la Gordillo”.
Por otra parte, y en caso de que se comprobara la escasa atención que recibe el CAM de Jesús María, ¿es eso culpa de Elba Esther, como persona? ¿O es más bien una cuestión estructural que le endilgamos a “La Maestra” porque es la villana favorita del cuento mexicano en el que la culpa de todos nuestros males la tienen “unos cuantos mafiosos”?
Precisamente, como afirmé, la bondad de las iniciativas de Gordillo (Enlace, los Centros de Desarrollo Educativo, la ACE) es ésa: desconcentra el poder que actualmente se ubica alrededor de una persona y de una élite, y lo devuelve a comunidades de docentes. Y lo que destaqué, de manera puntual, es que, a pesar de que actualmente opera en el mismo esquema corporativo, partidista y clientelar del antiguo régimen, representa en el horizonte de largo plazo un proceso de cambio lento, pero irreversible. ¿O será que mi artículo fue un pretexto para sacar el asunto de Jesús María en contra del IEA, que nada tiene que ver con la discusión que se lanzaba?
Otra pregunta para el debate: ¿El IEA hace mal en tener buenas relaciones con Elba Esther? ¿Por qué? ¿No son los estados en los que mejor relación existe con el SNTE los mejor evaluados por la OCDE? ¿El gobierno de Aguascalientes es malo porque tiene relación con Gordillo? ¿Y el de Ebrard en el DF?, que tiene una relación igualmente intensa, ¿es distinto? ¿Es un buen gobierno pese a Gordillo? ¿O el análisis depende de las fobias y filias particulares? (por cierto, no soy filolopezobradorista, aunque sí estoy convencido de que era, por mucho, la mejor opción en la boleta electoral de 2006 y que una de las razones esenciales era su distanciamiento de poderes fácticos como el de Elba).
En fin. Me sostengo en lo dicho: Gordillo pretende (sin haberme pedido mi consentimiento) pasar a la historia como una reformadora, algo que no está en la mente del resto de charros en este país. ¿Lo logrará? Creo que en su excelente artículo (El Aleph y la señora Gordillo, La Jornada Aguascalientes) Germán Castro responde de manera brillante a esa pregunta. ¿Será benéfico eso para la nación?, yo creo que sí. ¿Borrará de la memoria colectiva los excesos, atracos y golpes anti-democráticos de “La Maestra”? De ninguna manera.
Sólo a una pregunta del amigo Enrique no puedo responder con precisión: ¿Surgieron efecto las camaleónicas atenciones y el buen trato de las burócratas estatales? ¿Cuáles atenciones? ¿Cuáles burócratas? ¿Cuál buen trato? (Si lo que he recibido es buen trato, espero nunca conocer el malo) y ¿Cuál es la relación entre cualquiera de esas posibilidades y la Alianza por la Calidad Educativa, la prueba Enlace, o los Centros de Desarrollo Educativo? O bien, ¿lo que ha surgido efecto, por encima de mis acciones, ideas y convicciones, (que como siempre son públicas) es mi buen trato personal hacia la burocracia estatal? ¿O es que para ser crítico tengo que seguir un manual de comportamiento? ¡Al diablo!
P.D. A la invitación a debatir sobre los esquemas lanzados por Elba Esther Gordillo han asistido diversos lectores y editorialistas de La Jornada Aguascalientes. Me he propuesto realizar un foro de discusión para el tema, en virtud de la polémica generada. Ojalá que personas cualificadas del SNTE y del IEA acepten la invitación para conformar un cuerpo plural. Por lo pronto, algunos maestros ya se han apuntado.