Yo leo - LJA Aguascalientes
15/11/2024

Casi. // No exactamente. // Os deseo a todos una vida larga y feliz.

(Alice Sebold)

 

e llamo Salmon, como el pez; de nombre, Susie. Tenía catorce años cuando me asesinaron, el 6 de diciembre de 1973”.

Si resumir en un par de frases cualquier novela además de imposible es un intento inútil, hacerlo con Desde mi cielo (Mondadori, 2002; en el original The Lovely Bones) de Alice Sebold es además dejar fuera esa parte de la literatura que siempre es intransmitible, la sensación que convoca en el adentro del lector. Escribir que esta novela es sobre una niña violada y muerta sería convertirla en algo sensacionalista, escribir que es sobre alguien que desde el Cielo, así con mayúsculas, observa cómo la vida se desenvuelve sin ella sería proponerlo como un libro sentimentaloide, escribir que es una novela policiaca en la que se busca a un violador de niñas, sería hacerle perder demasiado, escribir que es un libro “realista” sería, directamente una gran mentira. Desde mi cielo es todo eso y, sobre todo, una pequeña gran obra, una de esas que sin llegar a ganar el adjetivo de “maestra” asegura un espacio en el corazón y la mente del lector.

“La verdad era muy distinta de lo que nos enseñaban en el colegio. La verdad era que la línea divisoria entre los vivos y los muertos podía ser, por lo visto, turbia y borrosa.”

La gran ventaja de Desde el cielo, de la mano entrenada de Alice
Sebold después de su escalofriante relato autobiográfico Afortunada, es
que los momentos más íntimos del libro encuentran siempre su
contraparte en un cielo que no lo es exactamente y un mundo real que
intenta olvidarse de Susie. El funeral está contrapunteado con la
llegada de la abuela avagadneriana y el primer beso de la hermana, la
revelación repentina del asesino a los padres con un extraño campamento
en el jardín trasero y las escenas del cielo como espacios exclusivos
en que cada uno construye lo que pudo haber sido. Como afirma uno de
los críticos de este libro, el material de Desde mi cielo en otras
manos la novel se hubiera convertido en un manual de autoayuda y frases
fáciles, en las de Sebold, un constante recordatorio de lo complicado
que es vivir (y, por supuesto, morir).

“-Anoche entró y me besó
en la mejilla –dijo Buckley. / -No lo hizo. / -Sí lo hizo. / -¿En
serio? / -Sí. / -¿Se lo has dicho a tu madre? / -Es un secreto –dijo
Buckley-. Susie me ha dicho que aún no está preparada para hablar con
ellos.” Susie Salmon es un fantasma en el sentido de las historias más
clásicas, es decir alguien que está atrapado entre los dos mundos, el
aquí y el allá. Pero Desde el cielo no es para nada una historia de
seres que se aparecen sino uno novela sobre cómo la vida debe continuar
aún con los sucesos más trágicos, de cómo todo se acaba por olvidar y,
sobre todo, de las pequeñeces de que está compuesta la vida cotidiana
que no termina en ese cielo del que, afirma Susie “me gustaría deciros
que esto es bonito, que aquí estoy a salvo para siempre, como algún día
lo estaréis vosotros. Pero en este cielo no existe el concepto de
seguridad, del mismo modo que no existe la cruda realidad.”

Y,
después de Desde mi cielo, el lector puede ir a su más reciente novela
(Casi la luna, Mondadori, 2008) que transcurre en sólo veinticuatro
horas y, como parece ser habitual en la Sebold, tiene un tema macabro,
el asesinato de una madre por su hija, y una primera frase que obliga a
seguir leyendo: “Cuando ya se ha hecho y se ha dicho todo, matar a mi
madre fue cosa fácil”.


 

Una verdad sobre la crítica


“La
vida de un crítico es sencilla en muchos aspectos, arriesgamos poco y
tenemos poder sobre aquellos que ofrecen su trabajo y su servicio a
nuestro juicio, prosperamos con las críticas negativas, divertidas de
escribir y de leer. Pero la triste verdad que debemos afrontar es que,
en el gran orden de las cosas, cualquier basura tiene más significado
que lo que deja ver nuestra crítica.” (Anton Ego)


Una corrección borgeana

 

“En
lugar de llamarme Jorge Luis Borges, muchas veces me llamaron José Luis
Borges, y yo me di cuenta de que eso no era una equivocación sino una
corrección. Porque Jorge Luis Borges es muy duro. ¿Por qué repetir un
sonido tan feo como orge? Creo que no urge repetir el orge ¿no? […] Creo que a la larga voy a figurar en la literatura como José Luis
Borges”.

 

Banda sonora

 

Ya son veinte
versiones de la misma historia, / distinto principio y distinto final.
/ Versión extendida, la del director, / la tuya y la mía, sé también la
verdad. // Si te llamo no coges, si coges te enfadas, / Meses sin
volver a hablar. / Borrón y cuenta nueva, / nos vemos las caras en un
nuevo abrazo. // A decir la verdad, / nada más que la verdad, / la
verdad, toda la verdad. (“20 versiones”, Lagartija Nick).


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