Nuestro País se encuentra sumergido en una de las peores crisis de su historia. Se han conjuntado la terrible crisis económica internacional, que afecta a las de por sí débiles estructuras de la economía mexicana; la violencia desatada por la delincuencia organizada; y la evidente regresión autoritaria que detuvo en seco nuestro camino a la democracia. México ha perdido el rumbo. Dando como resultado, las frías, desalentadas y faltas de contenido y propuesta campañas electorales.
El modelo económico volcado al mercado a ultranza, ha fracasado porque privilegia el afán de lucro y la especulación, que ha redundado en la desigualdad extrema, el privilegio de pocos y la exclusión social de millones de mexicanos. Su impacto tan devastador se ha traducido en un estancamiento, con mayor pérdida de empleos, caída del valor del peso y la elevación de precios; condiciones que se agravarán con la caída de los precios del petróleo. Los gobiernos se han dado a la tarea de rescatar bancos y empresas; han endeudado al país con millonarias sumas de dinero para enfrentar la crisis, y los resultados siguen siendo iguales, hay pobreza, hambre y desesperación.
No hemos avanzado en reducir la brecha de la desigualdad en México. Sigue siendo muy amplio el abismo, entre los pocos que mucho tienen, y los muchos que poco o nada tienen.
México sufre también de violencia a enormes dimensiones. Miles de ciudadanos son víctimas de la delincuencia, son robados, secuestrados e incluso, asesinados. Delitos como el narcotráfico, el secuestro, la pederastia, pornografía infantil o el tráfico de personas, entre los más graves, crecen al amparo de las profundas redes de complicidad entre autoridades y delincuentes, de la corrupción y, sobre todo de la impunidad.
Y tenemos que conformarnos con la estúpida respuesta, que la ola de violencia se debe a que ahora sí se está combatiendo al crimen organizado, como nunca se había hecho.
Los avances logrados en la democracia se perdieron con el gran fraude electoral de 2006, que cerró el paso a las fuerzas progresistas del país. La imposición de un gobierno afín a los intereses de grupo y a los intereses particulares representa una regresión al autoritarismo. La falta de legitimidad y la ineptitud de la actual administración han provocado en la ciudadanía un sentimiento de desencanto con la democracia y los partidos.
Por eso, no debe de sorprender la falta de interés de los ciudadanos en las campañas electorales, cuando han sido los propios partidos, sus gobernantes y representantes, quienes han matado la ilusión y esperanza, con sus discursos demagógicos y las propuestas incumplidas.
Como tampoco debe de extrañar la falta de propuestas en las campañas de algunos candidatos, simplemente refleja la falta de compromiso con sus representados. Saben que una promesa más, a la tan robusta lista de incumplimientos, es el pase directo de salida en las aspiraciones de seguir gobernando. Por eso, los candidatos de los dos partidos tradicionales, han optado por sustituir el modelo propositivo, por el de mercadotecnia. Confiados en que el brazo protector de militantes de su partido, instituidos como gobernantes, pondrán a trabajar los aparatos gubernamentales, movidos con el combustible de nuestros impuestos, para beneficio de sus partidos, sus candidatos, y del propio gobernante.
Todas las ideas son debatibles, digamos al electorado lo que somos capaces de hacer, o aceptemos que quien ha dirigido las riendas del País, no ha podido, ni sabido gobernar.
Es deseo de un servidor, manifestar mi felicitación y reconocimiento a La Jornada Aguascalientes, a la UAA, al IFE, al IEE, al Consejo Coordinador Empresarial y al Consejo de organizaciones de la Sociedad Civil, por llevar ‘Las ideas a debate’ en el foro de propuestas legislativas, a realizarse el próximo lunes 8 de junio a las 17 horas en el Auditorio Dr. Pedro de Alba de la UAA.
Que sea para beneficio de México y los mexicanos. Enfrentemos las crisis por las que atravesamos y forjemos todos juntos “Un Nuevo Rumbo para la Nación”