El presupuesto es una pócima de la verdad para el discurso político. Esos números desmienten o confirman fríamente las intenciones del gobernante.
Recién se aprobó el dictamen para el presupuesto de 2021. La mayoría con que cuenta el presidente en la Cámara de Diputados logró que prácticamente no se moviera nada del proyecto presentado por la Secretaría de Hacienda a las y los legisladores.
El presidente Andrés Manuel López Obrador es muy elocuente con las palabras, respecto a las causas que apoya y también a propósito de las políticas que desestima. En está ocasión ha sido igual de enfático con las comas y los acentos del gasto público.
A la luz de la deprimida circunstancia sanitaria y económica por la que atraviesa el país, el análisis del presupuesto es políticamente relevante porque exhibe sin ropaje las prioridades presidenciales y aún más nítidamente los rubros que no le son relevantes.
La actual coyuntura ameritó colocar, en primerísimo lugar, a la política sanitaria dispuesta para vencer a la pandemia de coronavirus. Sin embargo, a pesar de que en el corazón de esa tarea se halla, obviamente, la adquisición masiva de la vacuna contra el covid-19, el presupuesto fue omiso en este rubro preciso.
Resulta, por tanto, paradójico que no haya una sola letra dedicada en el presupuesto de 2021 para la compra del antiviral más preciado en el mundo.
El presupuesto destinado a la compra de vacunas es exactamente el mismo que el del año previo: poco más de 2 mil millones de pesos. No contempla la inversión suplementaria que debería hacerse el año próximo para proteger a la población frente al coronavirus. Debió hacerse una previsión de alrededor de 36 mil millones de pesos que no aparece en el dictamen aprobado.
Viene de la mano de la crisis sanitaria una depresión económica cuya dimensión aún se desconoce, aunque los pronósticos rondan entre 6% y 10% de pérdidas relativas al Producto Interno Bruto.
A este respecto el Gobierno Federal tomó la decisión de dejar que sean las unidades económicas afectadas quienes mueran o sobrevivan por sus propios medios. En este tema el presidente ha sido explícito al afirmar que no tomará dinero del contribuyente para salvar al sector privado, y lo está cumpliendo.
Por ejemplo, la reducción del presupuesto que antes dedicaba la Federación al turismo en 2021 rondará 40%, si se considera como año de referencia el 2018. La actual administración ha sido clara al afirmar que no le gustan los programas de desarrollo ni de promoción turística. Ahora lo confirma.
No cambiaron las valoraciones sobre el tema que tenía el presidente López Obrador antes de la pandemia. A pesar de que se trata del sector más afectado por la crisis sanitaria y que miles de trabajadores de esta industria sin chimeneas se han quedado sin empleo, el gobierno federal mantendrá para el próximo año el desinterés presupuestal que ya mostró en 2019 y 2020.
Coherente también con la política del laissez faire (dejar hacer), la administración loperzobradorista mantuvo a raya los apoyos a las pequeñas y medianas empresas, así como los programas dedicados al desarrollo de nuevas tecnologías, la atracción de inversiones o la expansión de la industria exportadora.
Consecuentemente la Secretaría de Economía exhibe una caída de su gasto que oscila 40%, considerando, de nuevo, 2018 como punto de partida.
La política de fomento a las actividades agropecuarias se derrumba en esta misma proporción. De acuerdo con el presupuesto, para el año próximo no habrá recursos destinados para la banca de desarrollo, la comercialización, el aseguramiento o el pago de coberturas. A pesar de la relevancia que en el discurso lopezobradorista ha tenido la soberanía alimentaria, el campo será uno de los que más sufra el desdén presupuestal.
Un recorte que sorprende mucho es el que experimentará la Comisión Federal de Electricidad. Para el año próximo se pretende reducir 17% los recursos asignados para el mantenimiento de las centrales eléctricas del país. Se previó también un corte de 15% en la inversión para mantener las redes de transmisión.
El tema es delicado porque entre 2019 y 2020 se practicó una sustracción de magnitud similar, por lo que la disminución presupuestal en ambos rubros, entre 2018 y 2021, sumaría en realidad 33%.
Algo similar está ocurriendo con Pemex. A pesar de ser una dependencia muy importante para la política presidencial, desde el arranque de la actual administración se han realizado recortes en 36% sobre el gasto destinado a mantener la infraestructura petrolera del país. También se redujeron 40% los recursos necesarios para la distribución de los hidrocarburos.
Para el próximo año igualmente sufrirán el Poder Judicial de la Federación y el Instituto Nacional Electoral, así como la Fiscalía General de la República. La propuesta de presupuesto plantea una caída de mil 130 millones para la operación de los juzgados y la judicatura, así como de 870 millones para el INE, justo en 2021 que es año electoral
Otro gasto disminuido es el que la Federación aportaba antes para promover la equidad de género. Desde 2018 a la fecha ha habido un recorte de 16% en los programas de atención al cáncer de mama, de 43% para las estancias infantiles y de 15% para las acciones relacionadas con la salud sexual y reproductiva.
Perderá también capacidad de gasto la Secretaría de Relaciones Exteriores, la cual acumulará, entre 2018 y 2021, 45% de reducción en los recursos del programa de servicios y protección consular que atiende a las y los mexicanos que viven en el extranjero.
Por último, vale mencionar un desafecto que no sólo es discursivo sino también presupuestal hacia las entidades federativas y los municipios. Para 2021 el gobierno federal decidió no asignar fondos para financiar los convenios de coinversión con los estados que antes favorecían acciones deportivas y culturales, o que permitían la realización de obras de infraestructura, agua potable, drenaje o apoyo al desarrollo rural.
Para 2021 también se reducirá al mínimo la inversión que antes asignaba el gobierno federal para la construcción y el mantenimiento de carreteras y caminos rurales.
A estos recortes se suma la desaparición de los fondos que solían utilizarse para financiar la capacitación de las fuerzas del orden local, así como la adquisición de equipo y armamento policial.
Dada la crisis económica, era de esperarse que el Gobierno Federal tuviese que dejar fuera de su presupuesto temas sensibles para la población. Con todo, las prioridades y las decisiones desnudan la verdad detrás de las palabras del presidente Andrés Manuel López Obrador.