Para poder hablar de un país que está en el camino de la modernización; que está en el camino de resolver sus problemas estructurales, económicos, sociales y políticos, se debe ser, en primer lugar, un país que enfrente de manera definitiva sus problemas tal y como son dejando a un lado la demagogia. Hoy, en México, para algunos; la política sigue siendo el hablar y no decir nada para no comprometerse. De ahí que creo que ese sistema político llegó a su final y que todos los que hablan a nombre de los pobres para hacerse millonarios tendrán que ser llevados a la justicia y no sólo eso, sino que la Secretaría de Hacienda y Crédito Público deberá realizar una revisión a fondo, la cual sin duda arrojará datos interesantes de esos que se dicen adalides de la democracia. La evasión de sus obligaciones fiscales es el pan de cada día. Y no sólo eso, sino que todos los que en campaña hablan de combatir la miseria y dicen “nosotros sí sabemos gobernar o nosotros éramos mejores”, hoy tendrán que mostrarlo porque el pueblo les dio un voto el 5 de julio para que demuestren que no están mintiendo.
Es increíble que en el llamado del presidente a la corresponsabilidad, en su informe, haya habido un senador, el quintanarroense Pedro Joaquín Coldwell, que dijo que era “un grito de angustia del presidente y no un llamado a la corresponsabilidad”. Con ese tipo de visión estoy seguro que este va a ser el año en que el Partido Revolucionario Institucional va a perder la credibilidad entre la población porque hay otros actores políticos – y algunos del PRI con los que hemos hablado- que no están de acuerdo con ese tipo de actitudes, con fingir que si quieren sacar al país adelante pero a costa de que les den privilegios y prebendas o que les den chambas en otros puestos a sus amigos, a sus cómplices. Y eso, la verdad, ya no puede ser.
Ese falso nacionalismo pintado de neoliberalismo que es un capitalismo salvaje que se traduce en explotación del ser humano que genera los ricos más ricos y los pobres más pobres del mundo, no dejando a una clase media que sea el colchón para que haya paz social, para que verdaderamente haya democracia y para que haya libertad. Ese falso nacionalismo de los vividores de la política me parece que llegó a su fin, a un final que ellos lo aceleraron en virtud de su falta de solidaridad para resolver los problemas y sobre todo su avaricia para tratar de medrar en medio del problema más grave que ha tenido México en los últimos 70 años, porque verdaderamente en el golpe económico de la quiebra de las economías del mundo. México no se podía escapar; lo que se tuvo que gastar para poder salvar a la población de la influenza AH1N1 fueron cantidades impensables y ahora a ello se agrega la sequía que estamos padeciendo.
Pero tenemos un gobierno que no va a eludir su responsabilidad y a un pueblo que con su trabajo va a salir adelante. La corrupción, la complicidad, la impunidad, los cotos de poder no van a tener cabida en este nuevo modelo que estamos buscando todos los mexicanos, por lo tanto a mí me parece que quienes crean que un pueblo con una burocracia tan enorme, tan inoperante puede salir adelante están equivocados, tendrá que haber un gobierno adelgazado con gente productiva y con gente que sepa qué es lo que les toca hacer para salir adelante.
El poder judicial tendrá que ser renovado, no debe quedarse como está, pues desafortunadamente, la ley se aplica a los que no tienen dinero y eso no puede seguir así, hoy México debe ser un país de leyes justas y en el que todo mundo tenga acceso a juicios justos.
Quienes estamos en la política ya no debemos ser representantes del rezago de la violencia y del pantano. Debemos ser el impulso hacia adelante, por el trabajo, por la concordia y por el rango moral del Estado. No debemos perder la visión del México que queremos.