El pasado 28 de junio el presidente de Honduras, Manuel Zelaya, fue forzado por el ejército a abandonar el cargo y a salir del país; el golpe de estado se realizó horas antes de que el Congreso Nacional votara la destitución del presidente constitucional y designara al presidente interino Roberto Micheletti.
El frecuente análisis político del caso se realiza a partir del golpe de estado, consecuentemente condenando la acción y al presidente interino y a su gobierno, lo cual es correcto; sin embargo, es necesario observar los elementos antecedentes que nos den una mejor idea que explique y nos ayude a entender el enredo actual que vive la nación hondureña, ya que es importante hacer el estudio político de circunstancias como ésta respecto a las aspiraciones de los políticos, los métodos que utilizan y los procesos políticos que desencadenan.
La banda ancha de la política permite la movilidad de las dos corrientes estructurales de pensamiento político de la formación social capitalista: el liberalismo y el socialismo. Valga exponer que entre sí no son excluyentes sino complementarias debido a que las dos tienen como fundamento los mismos valores y principios: la libertad, la igualdad, la fraternidad y la democracia.
En la vida política de las naciones los políticos realizan diversas combinaciones de las dos corrientes de pensamiento creando también la diversidad de partidos políticos, escenarios en los que podemos estimar que sus diferencias se dan más bien en el campo de su cobertura social: una corriente señala la necesaria vigencia en la sociedad de los valores por encima de cualquier otro interés, y la otra subraya que el beneficio debe llegar a todos los miembros de la sociedad y no sólo a algunos.
Los gobernantes que se han considerado socialistas han buscado pasar de los resultados “naturales y espontáneos” de la formación social capitalista, a los resultados planeados y construidos que faciliten que los beneficios lleguen efectivamente a todos; la aplicabilidad del principio político se ha intentado a través de diversas formas y estrategias.
Hoy en día los liberales y los socialistas comparten muchas de estas formas y estrategias que frecuentemente los llevan a realizar programas y acciones de gobierno tan similares que sería difícil encontrar una especificidad conceptual determinada entre ellos; para distinguir esta especificidad pareciera ser necesario recurrir al origen del partido político y su bautizo inicial en una o en otra corriente.
En la corriente de pensamiento político socialista el presidente Manuel Zelaya encontró cobijo con otros gobiernos regionales, particularmente en el venezolano en el que se ha configurado el proyecto de la reelección presidencial en un horizonte de 20 ó 30 años más. La iniciativa del presidente Zelaya fue considerarse como un político carismático que también podría buscar las reelecciones presidenciales, para lo que inició un movimiento preparatorio para tal efecto.
No todos los países tienen constituciones que faciliten estos proyectos personales; en el caso de Honduras es útil conocer algunos artículos de su constitución que nos ayuden a enmarcar la acción temeraria del presidente Manuel Zelaya y la reacción desmedida del Congreso Nacional manejado por su mismo partido político.
Veamos tres artículos: “373.- La reforma de esta Constitución podrá decretarse por el Congreso Nacional, en sesiones ordinarias, con dos tercios de votos de la totalidad de sus miembros. El decreto señalará al efecto el artículo o artículos que hayan de reformarse, debiendo ratificarse por la subsiguiente legislatura ordinaria, por igual número de votos, para que entre en vigencia.”
Artículo “374.- No podrán reformarse, en ningún caso, el artículo anterior, el presente artículo, los artículos constitucionales que se refieren a la forma de gobierno, al territorio nacional, al periodo presidencial, a la prohibición para ser nuevamente Presidente de la República, el ciudadano que lo haya desempeñado bajo cualquier título y el referente a quienes no pueden ser Presidentes de la República por el periodo subsiguiente”.
Artículo “375.- Esta Constitución no pierde su vigencia ni deja de cumplirse por acto de fuerza o cuando fuere supuestamente drogada o modificada por cualquier otro medio y procedimiento distintos del que ella misma dispone. En estos casos, todo ciudadano investido o no de autoridad, tiene el deber de colaborar en el mantenimiento o restablecimiento de su efectiva vigencia. Serán juzgados, según esta misma constitución y las leyes expedidas en conformidad con ella, los responsables de los hechos señalados en la primera parte del párrafo anterior, lo mismo que los principales funcionarios de los gobiernos que se organicen subsecuentemente, sino han contribuido a restablecer inmediatamente el imperio de esta Constitución y a las autoridades constituidas conforme a ella…” (fuente: www.honduras.net).
Algunas conclusiones preliminares: si el presidente Zelaya estaba haciendo buen gobierno socialista, o equivocó su estrategia política o se dejó llevar por falsos profetas; el presidente en funciones Micheletti actúa amparado en el artículo 375 para –con investidura de autoridad o sin ella- restablecer la efectiva vigencia de la constitución realizando las elecciones presidenciales el próximo 29 de noviembre y evitando que Zelaya vuelva al puesto presidencial.
La probable alternativa que seguirá el gobierno hondureño parece estar a la vista: si bien equivocaron la forma de destituir al presidente Zelaya con la intervención del ejército –asunto aceptado por sus mandos-, evitaron que éste “descarrilara” la democracia hondureña con sus aspiraciones personales y mesiánicas.
Empero, ni las aspiraciones mesiánicas, ni los golpes de estado tienen justificación en política democrática; democracia es participación a través de procesos de formación de consensos y toma de decisiones por mayoría, formas que no deben ser pasadas por alto.
