La campaña electoral del PAN para la renovación de la cámara de diputados federal en este año de 2009 tuvo características tanto importantes como interesantes en el desarrollo político de los gobiernos y de los partidos políticos en México, a partir de que es el primer partido distinto al PRI que está en la presidencia de la República; observamos una conjunción de estrategias entre el presidente de la República y el presidente nacional del PAN, articuladas en dos ejes principales: uno fue el combate a la delincuencia organizada, y el otro los avances y beneficios de los programas sociales.
La estrategia general estuvo acompañada por una estrategia particular del presidente nacional del PAN, caracterizada por una notable agresividad al PRI en el tema de la seguridad pública y el combate a la delincuencia organizada. A principios de año la ventaja del PRI en los sondeos de opinión fue disminuyendo; sin embargo, a un mes del día de la elección el PRI volvió a aumentar la distancia, hasta llegar a los resultados que ya hemos conocido.
En el plano de la reflexión política y en el escenario político de los resultados electorales, considero necesario distinguir dos elementos: el primero es la conjunción de las estrategias del gobierno federal y del PAN ya que es un elemento importante en nuestra actualidad democrática, dejando de lado la agresividad del presidente nacional del PAN para con el PRI –la cual nos lleva a la reiterada conclusión de que las confrontaciones políticas, se den entre poderes de gobierno o entre partidos políticos o al interior de éstos, son rechazadas por la sociedad-.
El segundo elemento, la cual pudiera explicar el por qué de la estrategia particular del presidente nacional del PAN, lo podemos desdoblar en dos partes: la primera es la de que son elecciones intermedias, y la segunda es la presencia de una profunda crisis económica.
En las elecciones intermedias los partidos políticos de los gobiernos en funciones regularmente pierden posiciones de elección, tanto legisladores como presidentes municipales; también es claro que, ante esta constante política, dichos partidos busquen revertir tal “regularidad” y, de esta manera, puedan si no aumentar por lo menos conservar las posiciones que ya tienen.
Sin embargo, la parte del efecto de una crisis económica profunda, como agregado sustancial en la elección del 2009, se vuelve una dificultad de alto grado para el partido político, como es el PAN en esta ocasión, difícil de superar; la resultante, por lo tanto, de estos elementos más otros “cotidianos”, podríamos decir, es entendible y permite comprender el corolario electoral para el PAN.
La renuncia del presidente nacional del PAN aparece, entonces, como el desenlace de la estrategia aplicada en el proceso electoral del 2009; las opiniones alrededor han sido discutidas ampliamente no sólo por los analistas políticos, sino también por miembros destacados del PAN. La elección del sustituto es otro tema de análisis que también es importante seguir a través de los medios de comunicación.
La estrategia panista en la campaña electora del 2009 planteó a los ciudadanos el presupuesto para superar el trauma político de la unión pervertida que el país vivió durante muchos años entre gobierno y PRI; una de las consecuencias de esa unión ilícita e ilegal fue la generación de una alta desconfianza tanto en uno como en el otro, debido a que la fuerza del PRI se percibía más bien como la fuerza de los recursos públicos del gobierno, lo cual tenía un efecto demoledor en los otros partidos “autorizados” y siempre perdedores.
Hemos pasado una etapa política de “sana distancia” entre gobiernos y partidos, iniciada fundamentalmente y desde luego gracias a la alternancia, a partir del año 2000 con la pérdida del PRI de la presidencia de la República y el triunfo del PAN en ella; la “sana distancia” es una inercia pendular necesaria que ha permitido a la sociedad mexicana la reflexión política sobre cómo debe darse la relación entre los gobernantes y sus partidos, una vez que se ha eliminado (así lo han expresado y lo suponemos en la creencia ciudadana) la transferencia clandestina de recursos humanos y financieros de los gobiernos a los partidos. Inercia pendular que debe controlarse para definir una ubicación convenida y equitativa para todos los partidos políticos y para beneficio de la armonía político-electoral de la sociedad.
Es claro que la relación entre gobernantes y partidos políticos no sólo es natural, sino que también es necesaria; un gobierno requiere de su partido para llevar adelante su proyecto de nación, y los partidos políticos desarrollan sus actividades en apoyo de los gobiernos que son encabezados por sus candidatos que ganaron la elección.
Resulta, pues, importante delimitar los espacios de acción tanto del gobierno como de los partidos políticos, los cuales se definen a partir de las funciones que éstos juegan en y para la sociedad, funciones que son distintas en cada institución; sobra decir que tanto funciones como espacios ni son los mismos ni deben estar “encimados” o traslapados entre gobiernos y partidos políticos, ya que cada uno responde a papeles políticos diferentes para la sociedad. Lograr una mayor definición en este punto es parte de nuestro desarrollo político.