Desarrollo de la delincuencia organizada: recuento de una hipótesis - LJA Aguascalientes
23/11/2024

El análisis del delito organizado inicia con la consideración de los hechos sucedidos en la sociedad en diversos ámbitos; de entre esos hechos podemos destacar los siguientes: el ataque al convoy de un gobernador, la amenaza y la renuncia de un secretario municipal de seguridad pública, la ejecución de un general del ejército, manifestaciones populares simultáneas en varias ciudades rechazando al ejército, la aparición simultánea de mantas en varias ciudades del país, las ejecuciones masivas de agentes policiales y de civiles, etc.

Ante éstos y muchos otros hechos delictivos sucedidos en el territorio nacional en las recientes semanas, es necesario encontrar un hilo conductor que nos lleve a conocer la dinámica del delito organizado que, a su vez, nos ayude como sociedad a entenderlo -como entender la dinámica del cáncer humano para prevenirlo y remediarlo- y así poder tener una propuesta de solución que pueda ser efectiva y termine lo más pronto posible con este mal que está lastimando gravemente la vida del país.

La pregunta que surge es: cuáles son las hipótesis que debemos estudiar para explicar la dinámica que desarrolla la delincuencia organizada en nuestro país. En este punto de elaboración de las hipótesis de respuesta, considero necesario señalar que los grupos delincuentes no tienen una capacitación y entrenamiento regular; no reciben cursos de planeación del delito; no realizan simulacros; no tienen campos especializados de preparación. También es necesario decir que en los grupos se encuentran ex militares y ex agentes policiales, quienes sí recibieron preparación académica y entrenamiento operacional, y que son los que “enseñan” a los civiles involucrados en la delincuencia.

En ocasiones, escuchamos en los medios de comunicación explicaciones de que los grupos delincuentes “rebasan” a las corporaciones policiales porque tienen mejor armamento, están mejor preparados, y sus acciones las realizan organizadamente; la opinión ciudadana frecuentemente va recogiendo estas explicaciones y va construyendo sus propias opiniones, lo que propicia que la confianza en las instituciones policiales vaya a la baja, y, consecuentemente, también la confianza en superar el problema.

Por ello es necesario destacar que el Estado cuenta con facultades e instrumentos profesionales y profesionalizados para cumplir con la función de seguridad y de tranquilidad de la sociedad mexicana; el Estado, en sus diferentes niveles y poderes, cuenta con personal, con recursos, con equipamiento, con instalaciones adecuadas, etc., que son, sin comparación, altamente superiores a los recursos de la delincuencia organizada.

Las “inteligencias” también son distintas; la inteligencia del Estado es altamente superior a la inteligencia de los delincuentes, aunque en ocasiones se nos diga lo contrario. ¿Por qué, entonces, aumenta el número de ejecutados, de enfrentamientos directos ejército-delincuentes, de extorsiones a establecimientos, de comunidades contaminadas, etc., en lugar de disminuir?

Ensayemos una hipótesis que nos ayude un poco a conocer y entender el delito organizado: las corporaciones policiales siguen teniendo personal que está coludido con los delincuentes. La colusión consiste en “dejar hacer, dejar pasar” lo que el grupo delincuente quiera y necesite –evidentemente a cuenta de algo-. La dinámica de las colusiones suele ser de abajo hacia arriba: quienes se “topan” con los delincuentes en acción son los agentes de a pie, en bicicleta, en patrulla, y son ellos a los que les toca decidir si “pasa o no pasa”, y, a su vez, son la correa de transmisión hacia sus superiores, a quienes les toca aceptar o rechazar el círculo vicioso; cuando los delincuentes se encuentran con agentes responsables de su trabajo y con superiores honestos, no pasan.

Esta hipótesis se explica en dos vertientes: la vertiente actual del delito, en que parece ser que los agentes ya ni intervienen debido al grado de desarrollo de la delincuencia organizada; y la vertiente inicial del delito, que se da en comunidades y municipios que están en los inicios del desarrollo del delito organizado –que son todavía muchas comunidades y municipios en el país- y que si se da la depuración y profesionalización de las corporaciones y de sus superiores, podrá detenerse el desarrollo de la delincuencia organizada.

En esta hipótesis es necesario utilizar una lupa que permita ver con claridad y precisión la situación actual de las corporaciones; la velocidad de los acontecimientos delictivos no debe pasar por alto la necesidad de evaluación del personal, y, además, la depuración y la transformación de las corporaciones urge que se inicie por las autoridades superiores, incluidos los presidentes municipales y los gobernadores.


Escuchamos decir que estos procesos son lentos y, tenemos que agregar, además se trata de un trabajo “fino”: es correcto; sin embargo, no es excusa para no realizar la depuración; si prevalece la duda sobre la convicción y honestidad de los responsables –del primero al último-, difícilmente tendrán estos la autoridad necesaria sobre sus subordinados para transformar las corporaciones.

Esta hipótesis de análisis del delito organizado es fundamental e ineludible para superar la situación de inseguridad que padecemos; como sociedad, esperamos resultados.

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