Quién puede negar que Felipe Calderón Hinojosa resultó ser un serio Peligro para México. Sus estrambóticas ocurrencias y sus patéticas medidas en materia económica se inclinaron invariablemente en favor de oligopolios controlados por los banqueros y los grandes empresarios, todos ellos dueños de sociedades anónimas que agrupan todo tipo de actividades comerciales entre las que se cuentan aseguradoras, arrendadoras y casas de bolsa, cuyo signo distintivo es el abuso y la rapacidad en sus operaciones financieras. No pudo interrumpir la orgía especulativa del “mercado libre” ni cambiar las leyes para acabar con la liberalización financiera, ni restaurar la banca regulada, ni homologar el costo de los servicios bancarios internos a los externos, ni muchos menos ejercer el control de las transferencias de las ganancias a las matrices de la banca trasnacional ubicada en México, entre tantas otras acciones que hubieran mejorado el financiamiento de la economía mexicana.
La aprobación del Paquete Fiscal 2010, fue un asunto largamente anunciado y cuyo desenlace, aunque carnavalesco, no fue sorpresa para nadie. La aplastante mayoría del PRIAN, fiel a su cleptocrática naturaleza, impuso sobre la soberanía popular representada en el Congreso de la Unión, hipotéticamente hablando, los intereses de los potentados, garantizándoles privilegios fiscales jamás imaginados por sectores productivos de otras latitudes del mundo.
Este nuevo atraco del PRIAN y sus adláteres del PVEM para quienes la ignominiosa e intolerante extinción de Luz y Fuerza del Centro y del Sindicato Mexicano de Electricistas les fue indiferente, significa para la mafia que controla el país, no sólo la corresponsabilidad de lo pactado al imponer y legitimar al gobierno usurpador, sino el compromiso de darle continuidad a las prebendas de los dueños de las grandes fortunas que controlan los más importantes consorcios empresariales para quienes les será descontado el 75% de los impuestos que adeudan al fisco desde el año 2004.
Salvo la insultante mea culpa prianista de los senadores Carlos Lozano de la Torre y Rubén Camarillo Ortega, a quienes la mesa directiva de la cámara alta les otorgó el singular privilegio de recibir indulgencias electoreras, el PRIAN refrendó en el Senado de la República lo que hizo en la Cámara de Diputados, a pesar de las voces pitonisas que juraban y perjuraban que los “sabios legisladores” modificarían sustancialmente la Ley de Ingresos y miscelánea fiscal.
De esta manera el atraco fue consumado y el cinismo elevado a símbolo patrio: a partir de enero de 2010 el nuevo incremento relacionado al impuesto sobre la renta, aumentará de 28 a 30 por ciento para los salarios superiores a 10 mil pesos; el impuesto al valor agregado, pasará de 15 a 16 por ciento y el Impuesto a los Depósitos en Efectivo (IDE), se incrementó 1 por ciento y se bajó el monto de 25 a 15 mil pesos. También se eleva de 50 a 53 por ciento la tasa ad valorem para las bebidas alcohólicas y eleva a 26.5 el impuesto a la cerveza.
No cabe duda que el gobierno usurpador “cumplió con su deber” al privilegiar a los dueños del dinero y condenar a millones de mexicanos a pagar los desaciertos, la ineficacia e incompetencia de la administración federal que una vez más beneficia a los mismos de siempre, a los saqueadores del país, a los traidores a la patria, a los defraudadores de las arcas públicas, a los transgresores de los derechos sociales, a los prevaricadores de la política y a los hambreadores del pueblo para quienes la “moral” y “probidad” son tan dignas como las de cualquier delincuente.