Por lo visto, el asunto de la inclusión del “empresario transportista” Joaquín Archibaldo Guzmán Loera en la revista Forbes, más allá del estudio metodológico utilizado para calcular su fortuna, que fue estimada con base en los embarques de droga que llegan a Estados Unidos, no acabará en la condena oficial del gobierno usurpador que asoció de manera inmediata tal acción como una campaña de desprestigio contra México.
La COPARMEX todavía no sale de su asombro y mejor guarda silencio con el consabido temor que una línea de investigación vincule a alguno de sus miembros con el lavado de dinero proveniente de la inmensa fortuna del capo sinaloense, prófugo de la justicia panista desde el año 2001, cuando Vicente Fox, hizo de Puente Grande, la “Puerta Grande” de las cárceles de máxima seguridad en el país.
Desde su “salida” del penal, el mejor regalo que pudo haberse hecho el Chapo Guzmán para festejar su cumpleaños (y cómo no iba hacerlo con tanto dinero), fue precisamente que Forbes Magazine publicara el 4 de marzo, día de su nacimiento, su inclusión en la más prestigiada revista de finanzas y negocios en el mundo. Ahora que el narcotraficante mexicano se dio ese lujo, los boletines de prensa salidos de la residencia oficial de Los Pinos y de la PGR deploran a los editores de la revista tachándolos de “apologistas del delito”, por colocar a un criminal en el mismo pedestal de los empresarios “honestos que pagan impuestos y generan empleos”.
Lo cierto es que nadie dijo nada cuando Pablo Escobar Gaviria apareció en la misma revista en 1993, con una fortuna calculada en tres mil millones de dólares, el mismo año en que fue asesinado por la Policía Nacional de Colombia, el ejército y los cuerpos antidroga de Estados Unidos, que requirieron más de 3 mil soldados para cazarlo después de 17 meses de haberse fugado de la cárcel. Con la asunción del Partido Acción Nacional a la Presidencia de la República y a ocho años de la fuga del Chapo Guzmán, el presidente espurio del fallido Estado Mexicano no ha podido aprehender con más de 237 mil efectivos del Ejército Mexicano a su servicio, al criminal más buscado en la historia de México, por el que el gobierno norteamericano ofrece una recompensa de cinco millones de dólares a quien aporte datos para su captura.
La guerra perdida que el gobierno albiceleste ha declarado al crimen organizado se ha dirigido sistemáticamente a la captura de peces insignificantes en las aguas turbias de la narco-economía, donde los peces gordos siguen nadando a sus anchas sin el más mínimo peligro de morder el anzuelo de la justicia mexicana. Los que ahora se indignan por el origen ilícito de la riqueza del Chapo Guzmán, son los mismos que entregaron en el ejercicio del poder público los beneficios del PROCAMPO a los más notables cultivadores de droga en el país; son los mismos que edificaron sus sociedades anónimas robando al erario público y traficando con influencias para hacer prosperar sus negocios; son los mismos que despojaron al pueblo mexicano del patrimonio nacional, infringiendo la ley dentro de la ley, para lavar su dinero con el contubernio de los banqueros y las lacras empresariales usufructuarias del FOBRAPOA.
Cuál es entonces la diferencia entre las fortunas de los millonarios señalados en la edición 2009 de Forbes, que amasaron sus riquezas sin importarles la licitud de su origen, que molestaron tanto a los políticos y empresarios de siempre. Ciertamente, sólo uno de ellos ha arriesgado su vida y sudado sus millones. Adivine quién. n