Con una gran entrada que no consiguió el lleno total en la Plaza de Toros San Marcos, a pesar de que una gran cantidad de trabajadores municipales tenían su entrada de chamarra sin mangas, al Primer Festival Taurino de Dinastías, el resultado fue por demás halagador para los taurinos que se dieron cita al evento que homenajeó a Manolo Espinosa “Armillita” por sus setenta años de vida y en donde lo recaudado se fue al Teletón y al DIF municipal.
Una vez que los alternantes partieron plaza se les entregó un reconocimiento por parte del DIF municipal de Aguascalientes y del CRIT por su valiosa y desinteresada participación, en donde, por cierto, en el aplausómetro no le fue, en un inicio, del todo bien al alcalde, Gabriel Arellano, quien posteriormente se sentó en el lugar que acostumbra en las novilladas el góber ¿Será que ese sitio le será atractivo?
En fin, en la parte sustancial de la fiesta, que es el toro, arrancó
en caballo Jorge Hernández Gárate, que no tuvo todas consigo luego de
que el astado de Jorge de Haro, poco se prestó para el lucimiento, pero
quienes sí relucieron fueron los Forcados de Aguascalientes comandados
por Miguel del Barrio que al segundo intento lograron una excepcional
pega, a pesar de la cara ensangrentada de Octavio Aragón Zapata, el
valiente de adelante quien a la postre dio la vuelta al ruedo con el
rejoneador potosino al que el juez de plaza, Manolo Ramírez de la
Torre, otorgó una oreja.
Ya en la lidia ordinaria, Manolo Espinosa “Armillita” salió como si
fuera un chamaco de quince buscando su primera oportunidad y de
rodillas pegó una larga cambiada; luego de brindar a su esposa e hijos,
corrió la mano sabrosamente por ambos lados consiguiendo olés que
salieron del corazón de los presentes, al tirarse a matar el novillo de
su propia dehesa le profirió una cornada de seis centímetros en la mano
izquierda, que afortunadamente no resultó de peligro, incluso dio la
vuelta al ruedo con las orejas y posteriormente ahí mismo en la plaza
fue intervenido.
El tercero en el orden de aparición, Humberto Moro, lanceó de manera
extraordinaria al de José Julián Llaguno rematándolo con torerísimas
chicuelitas, ya con la muleta se disfrutó e hizo recordar, no sus
mejores momentos de matador en activo sino de los soñados en la
carrera, destacando los naturales largos y templados, se llevó dos
peludas a la espuerta.
Luego vino Fermín Espinosa “Armillita” a enfrentar a un burel de De
Santiago, propiedad de José Garfias de los Santos, quien por cierto
estaba en una barrera de primera fila al lado de Miguel Espinosa y del
senador Carlos Lozano de la Torre, que ahora, casi pasó inadvertido.
Pero al toro, Fermín nos regaló exquisitas verónicas firmadas con una
media de duende, quitó por chicuelitas y rindió tributo en el brindis a
su hermano mayor, a través de su primogénito, Jan, que estaba en el
callejón; grandes detalles y emociones de recuerdo, extraordinarios
momentos por la diestra y reposo al momento de estar en la cara del
novillo que remató en más de tres ocasiones con forzados de pecho que
fueron bien jaleados por los inmersos en el coso sanmarqueño, tumbó una
merecida oreja.
José Antonio Ramírez “El Capi Calesero” con la capa resplandeció el
arte empacado en su sangre con verónicas embebidas y una media para
recordar, ya con la franela refrendó el cante y se disfrutó,
transmitiendo a los tendidos su arte, consiguió las dos orejas del de
Santa Bárbara que paseó ufano en el anillo del centenario coso
hidrotermopolitano.
Recién desempacado de España, Luis Fernando Sánchez tuvo en su haber
al novillo menos potable de los dos de Javier Borrego, pero con su onza
fue ahormándolo y armándole una faena que no terminó por romper debido
a las condiciones del animal que se caía en unas y se quedaba en otras,
colocó tres cuartas partes del acero y fue premiado con dos peludas.
Cerró plaza Alejandro Silveti, a quien hacía mucho no se le veía por
estos lares, y del que en algún momento se rumoró no torearía y en su
lugar estaría Jorge Mora, pero no, aquí estuvo, y de verdad que estuvo,
con el capote lanceó a la verónica toreramente rematando con media,
tras la pica nos regaló unas ceñidas gaoneras que presagiaron el gran
culmen de la tarde –noche- del festival, con la muleta armada se paró
en los medios de la plaza para pegar en dos ocasiones el péndulo, sello
de la casa, para después torear por la derecha embelesado, gustándose y
gustando, de verdad en torero, remates de pecho cambiados por la
espalda, desdenes y otras florituras hicieron que la pelea de gallos
sonará en plenitud logrando así el colofón perfecto del festejo
cortando las dos orejas y el rabo del bravo, noble y boyante ejemplar
de San Isidro al que se le otorgó el arrastre lento.
De esta manera fuimos testigos de otro fragmento de historia taurina
y para ver más debemos esperar, en vía de mientras, el próximo domingo
22 hay toros en Ojuelos, tenemos las transmisiones de la México por
tele cableada y hasta entrado el 2010 las novilladas del preámbulo de
la feria.