Elección local/ Bajo presión  - LJA Aguascalientes
22/11/2024

El proceso electoral del 2021 es el más grande de la historia del país, 95 millones de mexicanos podrán votar, se instalarán más de 164 mil casillas para que los ciudadanos puedan elegir a 500 diputados federales, 15 gubernaturas, 1,063 diputados de 30 congresos locales y 1,926 ayuntamientos en 30 estados. Visto así se puede caer en la tentación de transformar estos comicios en un refrendo del apoyo al presidente, de hecho, dando palos de ciego, la oposición lo plantea de esa manera, como la oportunidad de restar poder a Andrés Manuel López Obrador; pero lo cierto es que la del año siguiente es una elección local magnificada por la concurrencia.

Con una visión centralista, de opinador radicado en la Ciudad de México, se suelen hacer previsiones sobre lo que ocurrirá en el país a partir de considerar al presidente, su partido y sus aliados como la fuerza unificada a vencer. Se plantean escenarios posibles como si los candidatos de Morena pudieran seguir saliendo en sus anuncios acompañados de López Obrador; de la misma manera, se cruzan datos de encuestas sobre preferencias electorales por un partido y la aprobación que tiene el presidente; y hasta el momento, se define la elección en los términos en que el presidente ha querido, a favor o en contra de la Cuarta Transformación. Estos escenarios se enfocan en lo macro y olvidan las circunstancias locales de cada entidad en que se desarrollará la votación.

Ante el fenómeno López Obrador, los partidos de oposición no han logrado establecer una estrategia diferente a la de llevarle la contraria al presidente y, así, cae en el juego de la polarización; incluso los suspirantes a un cargo no logran elaborar un proyecto político que los represente, se rinden a las siglas de un partido o consideran los cambios (superficiales) que tienen que hacer para igualar su carisma personal con el del presidente.

La elección más grande de la historia del país será cada una de las que le siga a la del 2021 y, quizá la más importante, aquella en la que se vote por el relevo del actual presidente, con la mirada puesta en eso, no se ha puesto suficiente atención en lo que se ofrecerá a los electores en los comicios del año siguiente y se termina siguiendo las historias que el presidente se inventa, como el Bloque Opositor Amplio o la lucha entre conservadores y tetratransformistas.

López Obrador ganó vendiendo un proyecto de nación, lo que en cada una de las elecciones locales del 2021 se requiere no es un propósito de esa magnitud, sino centrar la mirada en las causas y movimientos de las comunidades que se integran en el ámbito municipal y estatal; promover la participación ciudadana para recuperar la confianza de los electores en los partidos políticos, no reunir odios y fobias, compartir una visión de la comunidad que podemos ser, merecemos ser, para integrarse al país.

Ayer, con la soberbia que lo caracteriza, el presidente López Obrador minimizó la intención de diez gobernadores, desdeñó a la Alianza Federalista, al grado de indicar que no merecen la atención presidencial, con desdén, incluso intentó darles una lección de cómo ser demócrata e indicó que si querían romper con el Pacto Federal, deberían realizar consultas entre los habitantes de sus respectivos estados. De botepronto, los de la alianza le tomaron la palabra a López Obrador y ahora cuentan con elementos suficientes para hacer del proceso 2021 un asunto local, de oposición al maltrato con que el centro siempre ha tratado a las entidades federativas.

El proceso electoral está por iniciar, aún falta mucho por definirse, pero la narrativa de oponerse al yugo centralista es un discurso poderoso.

Coda. “Las democracias, en su gris actuar cotidiano, con frecuencia merecen poco crédito. Pero lamentarse de su actuación cotidiana es una cosa y desacreditarlas por principio, otra. Hay un descrédito merecido Y otro inmerecido: el que deriva de un perfeccionismo que sin tregua aumenta mucho la apuesta. La ingratitud que parece caracterizar al hombre contemporáneo es la desilusión que acompaña con frecuencia a los experimentos democráticos. El verdadero peligro que amenaza a una democracia, que oficialmente no tiene enemigos, está en reclamar una democracia perfecta, lo que puede debilitar y derribar la que realmente existe”, en ¿Qué es la democracia?, de Giovanni Sartori.

 


@aldan

 


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