“Sientes como si por dentro te estuvieran quemando”. Así es la vida post Covid - LJA Aguascalientes
22/11/2024

  • Ricardo sobrevivió a una intubación por Covid, aunque 5 meses después todavía tiene secuelas físicas y psicológicas. Es uno de los más de 30 mil pacientes que se recuperan de la infección, pero requieren terapia de rehabilitación. 

 

EMEEQUIS/Patricia Tapia

 

Ricardo Cabrera lleva casi cinco meses librando la batalla de la Covid-19. Tiene claro que la enfermedad marca un antes y un después en su vida. Ha tenido que lidiar con varias secuelas durante su recuperación. Aunque ha ido mejorando, algunas persisten. 

Es una de las más de 30 mil personas que han requerido rehabilitación tras recuperarse de Covid, de acuerdo con una estimación oficial.  

En entrevista con EMEEQUIS, el hombre de 33 años cuenta que se imaginó en su propio funeral, pues llegó al hospital en un estado muy crítico a finales de mayo pasado. De hecho, lo evaluaron como un paciente bastante complicado: pulmones infiltrados, oxigenación de apenas 82% (menor a 93% es preocupante, de acuerdo con Hugo López-Gatell), fiebre de 39 grados, glucosa alta, triglicéridos por las nubes. 

Tuvo que ser intubado y permaneció así 12 días: “La vida me dio otra oportunidad”.

No obstante, ha sido un camino muy duro, aunque ya son menos las secuelas, algunas continúan. Por ejemplo, tiene la sensación de ardor en la piel, específicamente del lado izquierdo, en pie y brazo. “Haz de cuenta que sientes como si por dentro te estuvieran quemando y que te están picando los nervios con alfileres, muchos al mismo tiempo”.

Su sistema nervioso todavía no está al 100%. El movimiento de su brazo izquierdo se le dificulta y no puede levantar el dedo gordo del pie izquierdo, quizá ya no podrá hacerlo nunca, es una posibilidad que le dijo el doctor. También continúan los cuadros de ansiedad, aunque en menor medida. Para él la rehabilitación ha sido clave y aun así le está tomando tiempo retornar a la normalidad.


Y hace como tres semanas notó que su cabello se estaba cayendo. “Me di cuenta de esa parte, sobre todo en la cama, en la almohada había mucho cabello”. Según sus doctores se trata de una renovación del organismo, que el virus ya se está expulsando por completo.

Ricardo duró casi un mes internado. Doce días estuvo en terapia intensiva, perdió masa muscular, recuerda que sus brazos eran piel pegada al hueso: “me chupé”. Le quedan las cicatrices de las llagas en su cara y piernas por la posición en la que tuvo que permanecer varios días, las marcas de las agujas de los medicamentos que le suministraban y de la sangre que tenían que estar sacando constantemente.

Rehabilitarse no es tan fácil

Hasta el 25 de octubre en México se presume que hay 650 mil 355 pacientes “recuperados” de la Covid-19 según datos de la Dirección General de Epidemiología de la Secretaría de Salud, pero muchos de ellos con secuelas que duran meses, incluso algunos no tienen acceso a una rehabilitación.

El subsecretario de Salud, Hugo López Gatell, reconoció el pasado 8 de octubre en la conferencia del informe diario de la Covid-19, que en el país no se tiene la capacidad para la rehabilitación.

“No hay grandes capacidades instaladas en el país, no han existido nunca suficientes para rehabilitación especializada en rehabilitación pulmonar y en otros aspectos de la rehabilitación. Para conocimiento del público, una persona que permanece hospitalizada, por lo tanto, en cama, en reposo, por más de una semana, empieza a tener un deterioro del aparato muscular, se empiezan a reducir los músculos”, dijo.

Luego de que Ricardo fue dado de alta del hospital, tardó un mes en comenzar la rehabilitación. Su percepción, además de falta de estas terapias, es de discriminación, pues dice que le llegaron decir que eran áreas libres de Covid-19, aun y cuando él ya era negativo.

Fue en Médica Sur donde encontró la oportunidad de rehabilitarse: ya lleva 33 sesiones, le faltan siete más.

“La primera fase es digamos que es como salir de la enfermedad y la segunda sería la recuperación. La recuperación es importantísima, lo digo porque yo lo estoy viviendo. Si yo no me hubiera rehabilitado, si yo no hubiera seguido una dieta blanda y no hubiera cambiado mi forma de alimentación, a lo mejor hasta ya hubiera recaído”.

 

No podía girar una perilla

El director general de Promoción de la Salud, Ricardo Cortés Alcalá, comentó a principios de octubre que no se tenía un diagnóstico específico de cuál es el estado de salud de las personas que se han recuperado. No obstante, estimó que un 5% de las personas “recuperadas” requiere de alguna terapia de rehabilitación específica, sobre todo quienes tuvieron un cuadro crítico. Esto equivaldría aproximadamente a unos 32 mil pacientes actualmente. 

De acuerdo con las propias autoridades de salud, entre las instituciones nacionales que pueden rehabilitar pacientes están: el Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF), que tiene varios centros de rehabilitación física; el Instituto Nacional de Rehabilitación (INR) y el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER), que cuenta con una unidad especializada en rehabilitación pulmonar.

Con el paso del tiempo, desde que lo dieron de alta, Ricardo experimentó náuseas, fatiga, debilidad. Algo tan sencillo como girar la perilla de una puerta le resultaba complicado, porque no tenía fuerza. Además de los dolores y ardores en la piel, su piel se veía ceniza, así como la frustración y depresión de no valerse por sí mismo y estar a expensas de la ayuda de su esposa, Andrea.

El Instituto Nacional para Investigación en Salud (NIHR) de Gran Bretaña, en un informe de prensa dirigido por la doctora Elaine Maxwell, apunta a la existencia del “Covid Prolongado”, donde ellos pacientes pueden padecer los síntomas y secuelas por varios meses, lo que conlleva un gran impacto físico y psicológico.

Tras varios meses, Ricardo todavía no regresa a su trabajo de abogado en Banco Azteca. Ha encontrado el apoyo necesario de sus directivos y sus compañeros, dándole tiempo para poder reintegrarse a sus funciones. Ricardo Salinas Pliego, presidente del Consejo de Administración de Banco Azteca, anunció el 14 de octubre que también tenía Covid-19 y hace unos días dijo que ya se encontraba bien de salud.

 

La desconfianza de lo público

“Sí yo me quedo aquí me voy a morir”, eso fue lo que pensó Ricardo cuando acudió al IMSS, ya con síntomas más graves. Llegó a que le tomaran las radiografías de tórax, lo cual hicieron sin problema. A las dos horas una doctora lo atendió y le preguntó por sus placas, él le comentó que se supone que ella ya las debería tener.

“Me dijo: ‘déjeme revisar’, y pasó hacia los consultorios. El punto es que regresa y me dice oiga: ‘qué cree que no hay Internet y no las pueden imprimir’, o sea algo tan sencillo que es el Internet y que no tengan, imagínate ya en una cuestión de especialidad como es esto, y ahí fue donde dije: no, pues sabes qué, yo me voy de aquí”.

Afortunadamente, Ricardo cuenta con un seguro de gastos médicos mayores y pudo atenderse en Médica Sur, donde inmediatamente le hicieron las placas, la prueba y lo ingresaron a urgencias. Un día después de haber sido hospitalizado se tomó la decisión de intubar.

 

Despertó completamente desorientado

Algo que pocos saben son las sensaciones de los pacientes al despertar tras estar varios días sedados por la intubación. Es algo que impacta mucho en el aspecto psicológico. Ricardo platica con desesperación y no sabe exactamente cómo transmitir lo que vivió: “Yo nunca imaginé pasar por algo así”.

Cuando despertó estaba completamente desorientado, no sabía en dónde estaba, ni la fecha, tenía delirios y la sensación de que le querían hacer daño.

“La verdad es que sí tuve alucinaciones, pero cañonas. Ese grado de desesperación, yo sentía que estaba secuestrado, que me habían abandonado, dentro de mis delirios pedía agua y nadie me daba, algo bastante feo, como una sensación de muerte, como si estuvieras en un asalto y te estuvieran amenazando con un arma… sientes esa adrenalina”.

Además, cuando lo sacaron de terapia intensiva, lo pasaron a un área que se llama “coronaria” que es donde mandan a los pacientes con problemas cardíacos, recuerda que es muy fría: “parecía como si estuviera en una carnicería”.

Dice que todavía cuando ya lo mandaron a piso tenía un miedo inexplicable, eran las 3 o 4 de la mañana y seguía despierto, dormía en el día porque se sentía más seguro y sólo estaba atento a lo que le hacían las enfermeras.

Hasta ahora, al pensar por todo lo que ha pasado desde que entró al hospital, hasta la recuperación en su casa, le entra la nostalgia y depresión.

“Sé que esto es otra oportunidad de vida, porque no todas las personas salen de una terapia intensiva y de una situación tan delicada como la que tuve. La verdad es que quiero aprovechar el momento. Cuando me empiezo a sentir mal, digo ‘sabes qué, mejor voy a disfrutar lo que estoy viviendo con mis hijas y mi esposa’. Prefiero pensar en eso”.

 

@ptcervantes

 


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